Capítulo II: Un paseo por Florencia.

182 20 15
                                    

Camus se giró y comenzó a emprender el camino hacia la carretera más cercana. Saga no había podido saciar su curiosidad y ahora estaba ansioso por saber la respuesta de Camus pero no le quedaba otro remedio que respetar su silencio y seguirle.


Hasta ahora no se había dado cuenta del frío que hacía allí, y dado que llevaba unas bermudas y un polo de manga corta se estaba muriendo del frío y se restregaba sus brazos nerviosamente con las manos.


- ¿Tienes frío? - preguntó Camus observándole


- Sí... ¿Cómo puede hacer tanto frío aquí? Estamos en pleno agosto


- Pero estamos justo al lado de los Alpes, además apenas está amaneciendo


- ¿Tú no tienes frío?


- Vaya pregunta Saga... - respondió Camus riendo


- Lo sé... Soy un tonto


- No, no lo eres


El acuariano se acercó a su compañero y le abrazó para frotar sus brazos y que entrara un poco en calor.


- Gra...Gracias Camus


- No hay de qué


Pronto llegarían a una carretera por donde vieron pasar varios camiones. Tuvieron suerte de que no fuera una carretera abandonada.


- Qué suerte, hay un montón de camiones. Deberemos de hacer autostop - dijo Camus


- Mejor hazlo tú


- ¿No quieres hacerlo?


- Tu eres mucho más bello y seguro que se pararán


- Gracias por el cumplido - dijo Camus con una sonrisa, y alzó su dedo pulgar hacia la carretera haciendo autostop mientras un sonrojado Saga se rascaba su cabeza nerviosamente dadas sus palabras


No tardaría mucho en pararse un camión frente a ellos, mientras el conductor les hacía señas para que entraran. Los dos sonrieron y se subieron, quedando Camus en el medio, al lado del conductor y Saga al lado del francés, ya que era un asiento de tres.


- Muchas gracias por recogernos - dijo Camus


- No hay de qué, ¿a dónde necesitáis ir?


- A Florencia, ¿pasa por allí?


- Sí, estáis de suerte


El conductor puso de nuevo en marcha el camión y continuaron su camino. Camus se giró para ver a su compañero, que todavía no había dicho nada. Miraba desafiante al conductor, y Camus esbozó una sonrisa ante tal mirada. Sin duda Saga era demasiado selecto y se fiaba de muy poca gente.

Me vuelves locoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora