𝒔𝒊𝒙𝒊è𝒎𝒆 𝒄𝒉𝒂𝒑𝒊𝒕𝒓𝒆

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"El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada" -Gustavo Adolfo Bécquer.

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¿Por qué ha de comportarse así Anna? ¿Y Jack? ¿A qué se refería con lo que había dicho?

Estas y otras más eran preguntas que atormentaban la cabeza de Elsa.
Tras la escena que su hermana había provocado, se despidió de Jack y a paso lente se dirigía de nuevo al castillo para poder aclarar lo sucedido con Anna.

¿Celos de hermana? Sí, seguramente.

Pero Anna siempre ha sabido que Jack era el amigo de Elsa, ¿por qué comportarse de esa forma recién ahora?

Sumida en sus pensamientos, golpeó contra el lomo de algo fornido. Había chocado contra un caballo

—Auch... –sobó su nariz la princesa.

—Mi lady, disculpeme, que no he mirado por donde andaba. –ofreció disculpas el príncipe Hans desde arriba de su caballo.

—Oh, Hans, no has de disculparte, he sido yo la que me encontraba distraída.

—Mi lady, debo atreverme a decir que estas radiante el día de hoy. –respondió el príncipe con una sonrisa ladina.

—Pues, gracias, me siento muy halagada. –fingió una sonrisa aunque se sentía muy incomoda en la presencia de él. Algo en su forma de ser y carácter no le daban buena espina.

—¿Quiere que la lleva al palacio, alteza?

—Si no es mucha molestia, lo agradecería mucho.

—Para nada, mi lady. –extendió su mano y Elsa pasó de largo y subió ágilmente detrás de él.

—No soy una princesa que necesita de ayuda, Hans. Quiero que eso quede claro. –susurró al oído del príncipe.

Este solo se limitó a tragar pesado y asintir.
Mientras se dirigía al castillo a un trote lento.

—Cuenteme más de usted, mi lady.

{...}

No había pasado un mal rato con Hans. Puede ser vanidoso pero es bastante gentil y divertido al conocerlo.
Si bien no había presentado una buena primera imagen ante Elsa, ahora se había ganado un poco de su confianza.

Las puertas del castillo estaban empezando a aparecer ante la vista de ambos jóvenes.
Y Elsa pudo divisar a su hermana en la entrada.

Hans había vuelto a sacar conversación, provocando que ambos suelten unas risas al llegar del castillo.

—Veo que te diviertes con todo el mundo ahora. –dijo Anna en un tono firme para nada amistoso.

—Disculpa hermana. Déjame presentarte al príncipe Hans de las Islas del Sur. –dijo Elsa ya abajo del caballo con Hans a su lado.

—Majestad, es un placer. –hizo un reverencia ante la reina.

—El placer es mío Hans, y ahora he de pedirte que te marches, quiero hablar con mi hermana... a solas.

—Pero Anna... –empezó a protestar la mayor.

—Está bien, Elsa. Nos veremos luego, ¿si? –respondió Hans recibiendo una mirada asesina por parte de Anna.

{...}

La reina Anna había llevado a Elsa hasta su oficina principal. Tras haber dejado pasar a Elsa y cerrado la puerta, la mayor exclamó:

—¡¿Qué ha de sucederte, hermana?! –estaba confundida por el comportamiento de Anna.

—¿A qué te refieres?

—Oh, vamos, ¿harás como si nada pasó? Me refiero a todo esto–señaló el espacio entre ellas—Por como has tratado a Jack y ahora a Hans.

—Hans no me da una buena vibra y en cuanto a Jack, siento que él está muy apegado a ti. –respondió Anna con tranquilidad

—¿Y eso que ha de importarte a ti?

—Cuida tu lenguaje, estas frente a tu reina.

—No olvides quien es la mayor, Anna. –se había acercado peligrosamente a Anna dejando en claro su posición.

—Y tu no olvides quien porta la corona. –exclamó la menor desafiando a su hermana.

—Aún no me has contestado. ¿Que ha de importarte mi situación con Jack? Además, él siempre fue mi amigo y no lo he visto hace mucho tiempo. Lo nuestro no va más allá de una amistad. –relamé sus labios Elsa. —Por eso vuelvo a preguntarte majestad, ¿por qué te importa mi relación con algunos hombres del pueblo? Si no fueras mi hermana me atrevería a decir que estás celosa...

Y otra vez se había acercado más a Anna.
La menor dirigió su mirada a los labios de la platino, relamiendose los suyos por dentro.

—Guarda el espacio personal ante tu reina. –susurró.

—¿Otra vez olvidando que soy la mayor? –susurró tomando el cuello de Anna delicadamente.

—¡He de recordarte que yo llevo la corona! ¡Y que esto es tu culpa! –apartó las manos de su hermana y contraatacó en gritos.

—¿Disculpa?

—¿Nunca te pusiste a pensar en como yo me he sentido respecto a esto?

—¿Anna? –suavizó su expresión Elsa.

—No ha de importarme tus estúpidas relaciones, y mucho menos esto se trata de celos. –mintió y las lágrimas amenazaban por salir los ojos de la menor. —¡¡Has dejado a hermana menor a cargo de un reino!! –estalló en un grito. Si bien esto no tenía que ver con lo que su hermana preguntaba, Anna había estado guardandoselo por bastante tiempo.

—Anna...

—¡No! Dame una buena explicación de haberme dejado Elsa. –una lágrima había aparecido en su ojo.

—No entiendo que tiene que ver esto con que trates mal a Jack o a Hans –acarició el cabello de Anna.

—¡¡Por todos los dioses!!, ¿¡puedes dejar de nombrarlos!?

—Perdóname Anna. –limpió la lágrima del rostro de su hermana.

—Por favor, Elsa, explícame... –rogó suavemente.

—Es más complicado de lo que parece... –respondió en un suspiro Elsa. Ella simplemente no podía decirle que se había alejado por años para dejar de pensar en ella. ¡Por los dioses es su hermana! Ella no podía decirle así sin más que estaba enamorada de ella y que la razón de su partida había sido alejar los sentimientos...

—Dime, Elsa. –tomó el rostro de la platino entre sus manos acortando un poco la distancia entre ambas.

—No lo entenderías... –murmuró desviando la mirada.

Ayúdame a entender. –susurró Anna depositando un beso en la frente de Elsa tomándola por sorpresa.

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El hilo rojo- Elsanna Where stories live. Discover now