𝒄𝒊𝒏𝒒𝒖𝒊è𝒎𝒆 𝒄𝒉𝒂𝒑𝒊𝒕𝒓𝒆

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Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida》 -Pablo Neruda

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Agobiantes. Sí esa era la palabra que Anna ocuparía para referirse a sus próximos suegros, los padres de Kristoff.

No había día en que los suegros de Anna no la molestasen con los preparativos de la boda.

De pequeña, Anna, siempre fantaseó con su boda perfecta. Su pomposo vestido blanco, su futura pareja frente a ella con sus ojos llenos de amor, Elsa levantándole el velo  luego de los votos, para luego besarla... Espera... ¡¿Qué?!

¡¡¡Que demonios estaba pensando en estos momentos!!! ¿Elsa besándola? ¡Su propia hermana!

Alejó esos pensamientos con el ceño fruncido. Desde el regreso de su hermana mayor que los estaba teniendo. Primero eran inonfensivos, como sería estar abrazadas, sentir sus manos, tocar sus sedosos y blancos cabellos; pero luego empezaron los pensamientos algo ¿desubicados?, como serían sus labios, su sabor, se veían tan gruesos y suaves ante la vista de Anna y aunque la susodicha no lo admitiera en lo más profundo de su corazón quería saber a que sabían los labios de su hermaba mayor.

Bufó y dió un pequeño gruñido desparramándose sobre su escritorio.

Ser reina de Francia no era un trabajo sencillo. Mucho trabajo siempre sobre su escritorio, pedidos de alianza, asuntos financieros, etc.

Un suave golpe en la puerta de su oficina la obligó a a levatar su mirada hacia la puerta.

—Adelante. –dijo con voz adormilada volviendo a bajar su mirada.

Su hermana mayor entró cautelosamente y al ver la adorable escena frente a sus ojos no pudo evitar sonreír. Su hermanita estaba literalmente sobre el escritorio mientras se desperezaba.

Anna notó la mirada intensa de la persona que había ingresado y fijó su mirada en ella. Al ver que era la chica que atormentaba sus pensamientos se incorporó rápidamente pero su torpeza la hizo caerse del escritorio.

Se levantó con un sonrojo en sus mejillas, su perfecto cabello rojizo ahora estaba despeinado y su corona estaba torcida. Su hermana mayor rió provocando que Anna se sonrojara aún más, si es que eso era posible.

Elsa se acercó a su hermanita que restregaba sus manos en su vestido para sacarse el "polvo" de la caída. La mayor, estando a un distancia muy cerca, acomodó la corona para luego mirar a Anna que la miraba con unos ojos que nunca había visto. Seguido de esto arregló los cabellos de su hermanita pero luego los volvió a desordenar aún más riéndo.

Al final si era posible, porque Anna, increíblemente se sonrojó más.

—Me gustas más desarreglada. –dijo la mayor.

—¿Así te gusto más? –respondió Anna con aquel brillo en sus ojos que a Elsa le costaba tanto descubrir.

Los ojos de la mayor se abrieron de par en par, y sus mejillas se tornaron de un color carmesí al asimilar lo que acababa de decir.

—E-Es decir, no es que me gustes. Porque no... Eres hermosa.... Eeeh... no hermosa de esa forma, no no claro. Eso sería muy raro. Que me guste mi propia hermanita, pffff. No no no. –dijo entre tartamudeos mientras jugaba con sus manos nerviosa.

A la reina todavía no se le iba aquel brillo en sus ojos y su comisura se alzó en una coqueta sonrisa.

—Lástima, yo pensaba que sí gustabas de mí. –ronroneó muy cerca de su hermana mayor haciendo que esta diera un brinco en su lugar por la cercanía de Anna. –Como sea... ¿que te ha traído a mi oficina, Elsa?

Elsa seguía con una sonrisa de boba enamorada que no sabe de cuando apareció, agitó su cabeza y respondió:

—Te he notado cansada, por lo que me preguntaba si querías dar unas vueltas por el jardín real o por el pueblo tal vez.

—Mi prometido me llevará al pueblo en unos minutos. –respondió fríamente.

¿Qué le había pasado? ¿Por qué su cambio de humor?

Hace unos segundos estaba feliz y hasta le coqueteaba un poco y ahora estaba fría y algo distante.

—Oh, ya veo... –dijo Elsa rascándose la nuca algo nerviosa por la situación. –entoncés iré sola... Con permiso, mi reina. –finalizó para irse de la habitación con un semblante triste en su rostro.

Una vez sola, la reina soltó todo el aire que había retenido. ¿Por qué se había comportado de esa forma? En realidad sí lo sabía. Estuvo pensando en Elsa mucho tiempo, hasta se había colado en sus pensamientos y eso la frustraba. Estaba confundida con sus pensamientos y se desquitó con Elsa, aunque ella no tuviera culpa alguna. Anna debía de estar pensando en Kristoff, no en su propia hermana. Aún así le dolió ver la expresión de Elsa al rechazarla.

¿Qué me está sucediendo? -pensó la reina.

Kristoff había pasado a buscarla y ahora iban de la mano mientras paseaban entre las calles de su querida Francia.
Algunos niños se acercaban para admirar a la joven reina de cerca y eso enternecía a Anna.

Las manos de su prometido la detuvieron y empezaron a acariciarle su pecoso brazo hasta ir subiendo por sus hombros. Él la tomó de la mejilla acariciándola al parecer iba a besarla.

Anna acercó su rostro camino a los labios de Kristoff pero de reojo reconoció la blanca cabellera de su hermana.

Elsa se encontraba riéndo muy a gusto con Jackson Frost, el mejor amigo de su hermana mayor.

Anna lo odiaba, siempre los veía muy juntos y reían. Ella pudo ver como el albino se acercaba peligrosamente al oído de Elsa para susurrarle algo que hizo sonrojar a la mayor.

Gruñó por lo bajo e ignorando totalmente los labios de su prometido que se acercaban fue hasta ellos.

—¿Quién te crees que eres, Jack? ¡Aléjate de Elsa! ¡Ella es mía...! –gruñó al albino tomando a su hermana para ponerla detrás de ella.

—¿Anna? –dijo Elsa.

Jack sonrío burlón, él sabía perfectamente de los sentimientos de Elsa hacia Anna y le había susurrado, hace un rato, que Anna los estaba mirando.

—¿Tuya, Anna? –alargó Jack.

—Y-Yo me refería a... ¡¡¡AGH!!! –gruñó dando un fuerte pisotón al suelo cual niña pequeña.

Ambos chicos la miraban perplejos mientras ella se alejaba furiosa y volviendo a ignorar a Kristoff que iba detrás de ella tratando de llamar su atención.

Elsa trataba de asimilar lo sucecido.
¿Por qué Anna reaccionó así?
¿Qué era eso de "Ella es mía"? ¿A qué se refería?
¿Acaso Anna estaba celosa de Jack?

No, no. Eso era imposible. ¿Anna celosa de Jack? Noooo, imposible. Debe de ser tu imaginación jugándote una mala pasada. –pensó Elsa.

En cambio, Jack se encontraba con una resplandiente sonrisa y sus manos en sus bolsillos. 

Sip, Anna sin dudas estaba celosa. –pensó el albino.

Su sonrisa aumentó aún más mientras daba una corta risa.

Se viene lo bueno. –pensó una vez más Jack.

El hilo rojo- Elsanna حيث تعيش القصص. اكتشف الآن