2. No soy una dama

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Jack Forbes en multimedia (Ian Somerhalder) de joven obvs

Caminamos por el resto de la calle por un rato.

Aprendí que su marca estaba en su tobillo como la mía. Mamá me había dicho que normalmente las brujas llevaban la marca en el cuello, que llevarla en el tobillo era señal de que eras especial.

Muchas veces en el cuartel las chicas no me hablaban porque; o estaban celosas de mí o me tenían miedo.

Pero trataba de no tomarle demasiada importancia, igualmente tenía amigas que no les importaba. Pero nunca había conocido a alguien como yo además de mi mamá.

Sé que literalmente ha pasado media hora, pero sentía una conexión especial con él.

—¿Quieres convertirte en cazador de brujas?.— pregunté de la nada

—¿Por qué haría eso?.— alzó una ceja.—Literalmente nos cazan.

—No, no. Tenemos un código y protocolo.

—Gracias por el dato.— rió

Probablemente no debería estar hablando tan abiertamente de la organización.

Okay, me voy a callar ahora.

—¿Cómo?.— preguntó después de un rato de estar callados

—Bueno. Primero tengo que llevarte con mi entrenador que te someterá a un detector de mentiras.— expliqué emocionada.— Si pasas la prueba, te llevarán al cuartel donde te tomarán un prueba física y psicológica. Y si pasas todo eso, estás dentro.

—¿Y si no paso el detector de mentiras?

Me removí incómoda en mi lugar.

—Te borran la memoria.

—Nunca he conocido una bruja que pueda hacer eso.

—Eh...

—Wow, eres más interesante de lo que creí.

La verdad era que mi mamá y yo éramos las únicas brujas de la organización que podían borrar la memoria. Supongo que tenía que ver con la marca en el tobillo.

—Okay, lo haré.

—¿En serio?.— salté emocionada

{Effy, cariño. Te estás avergonzando}

Perdón, conciencia.

—Con una condición.

Esto debería ser interesante.

—¿Cuál?

—Quiero saber tu nombre.— reí

Había olvidado que todavía no le decía mi nombre.

—Elizabeth. Pero todos me dicen Effy.

—Gusto en conocerte, Elizabeth.— sonrió

—No, no. Effy está bien.

—Y dime, Elizabeth.—ignoró por completo lo que dije.—¿Qué hacías sola en la calle tan tarde?

—Daba un paseo.— me encogí de hombros

—¿En pijama?

—Pues lo creas o no. No pensaba encontrarme con nadie.— rodé los ojos

—¿Cuántos años tienes, Elizabeth? Te ves joven.

—Acabo de cumplir los treinta, gracias por el cumplido.—sonreí falsamente

—En serio.— rió

La heredera de fuegoWhere stories live. Discover now