Día 6

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- ¿Esperas que le enseñe a pelear? - cuestionó irritado el abogado

- Espero que pueda defenderse cuando deba, ese es el verdadero objetivo - la respuesta era simple, el rubio no comprendía las caras de alarma de sus amigos

- Draco, podría lastimar gravemente a su hermano, y a otros con esto - le riñó la pelinegra

- Pansy, simplemente no quiero que lo golpeen, no se trata de que busque pelea, se trata de que pueda defenderse - le respondió algo irritado

- ¿Y cómo vas a explicarle a Potter que su hijo desmayó de un uppercut a su hermano?

Sus orejas zumbaron... algo malo estaba pasando, observo su reloj de muñeca y ya habían pasado quince minutos después de la hora acostumbrada de llegada de Al, esperaría otros quince minutos y lo buscaría

- ¿Pasa algo Draco? - cuestionó Theo al ver al rubio inquieto

- Nada, solo que Sev no suele tardarse, durante toda la semana siempre llega a las 8 a.m. , es todo

- Pero es un niño, seguro se quedó dormido - Pansy hubiera tenido la razón, pero el rubio sabía perfectamente que Sev a penas abría los ojos usaba el traslador en forma de pluma que le había dado, el pequeño se duchaba y desayunaba con él; ya completamente inquieto se levantó, tomó su escoba y aún en pijama voló hasta la madriguera, esperó a que le abrieran la puerta, encontrándose con la matriarca Weasley

- Buenos días, no quería importunar, solo vengo por Severus ¿dónde está?- preguntó reuniendo toda la cortesía que le era posible acumular

- Está enfermo, tiene fiebre, es ligera, nada que temer según su medimago - Draco entró sin que fuese invitado, subió los peldaños apresuradamente hasta el cuarto de su protegido

Lo halló en cama y con un paño húmedo en la frente, se sentó a su lado midiendo su temperatura corporal con la propia, lo tomó en brazos cubriéndolo con una manta acariciando su cabello, efectivamente no era nada grave, pero aún así le preocupaba, con su teléfono marcó al de Blaise

- ¿Sucede algo? - contestó de inmediato, algo raro en el moreno

- Solo tiene un poco de fiebre, ¿podrías traer las píldoras?, no quiero que esto pase a mayores como una fiebre de Dragón o algo parecido

- Claro, estoy allí en cuanto encuentre el frasco

Severus estaba profundamente dormido con las mejillas rojas, Draco no tardó en besar su frente, arrullándolo, bajó con el niño en brazos, sentándose en los sillones de la sala, Molly lo observó en silencio

- ¿Dónde está su madre? - cuestionó

- Con James - Draco abrió los ojos enormemente - solo porque el medimago dijo que no era nada grave - ¿cómo es que una madre podría dejar a su hijo enfermo?

- Los asuntos con James deben ser de suma urgencia, supongo - indagó

- James le estuvo pidiendo hace semanas que lo acompañara a su partido de quidditch - Draco ya no contestó, no podía creer la manera de ser de aquella... mujer, dejando a su hijo enfermo, ¿es que no tiene instinto maternal con Severus?

Justo cuando su ira estallaría, la puerta fue golpeada, era Blaise, el moreno observó el lugar con curiosidad, Draco le puso en brazos a Albus mientras preparaba una sopa

- No sabía que podía cocinar, señor Malfoy

- Oh si, Draco sabe cocinar muy bien, cuando nos mudamos y compramos nuestro primer televisor, vimos un programa muy famoso de cocina, y como se parecía mucho a pociones tomó clases intensivas, aunque al principio le costó, ahora sabe cocinar muy bien

El rubio ignoró la situación y siguió en lo suyo, hasta que por fin pudo obtener algo decente, gracias a Morgana que Blaise era intuitivo y le trajo los ingredientes necesarios para una sopa de pollo, al ser para una sola persona, demoró menos de lo normal

- Sev despierta - lo llamó suavemente - tienes que comer algo - lo movió ligeramente

El niño abrió los ojos lentamente, topándose de lleno con los ojos preocupados del rubio

- ¿Mami? - inmediatamente su abuela lo tomó en brazos ayudándolo a comer

- Necesita a su madre Draco - gritó Blaise, una vez que ambos estuvieron fuera de la propiedad Weasley

- Lo sé, todos necesitamos a nuestras madres, pero la maldita comadrejilla no está - contestó irritado

- ¿Y dónde demonios podría estar teniendo un niño enfermo en casa?

- Eso no importa, pero yo sé dónde mierda está el padre - y cambiando la dirección de su escoba voló hasta llegar edificio de los aurores, ambos Slytherin descendieron pulcramente, sin esperar a ser guiado por algún otro aprendiz ingresó tratando de ocultar su enojo, observó los nombres en las puertas de las oficinas encontrando la puerta correcta, la abrió de golpe, encontrándose con un escritorio al tope de papeles, el piso con tantos embaces de comida instantánea que parecía un basurero, además de un Potter con el semblante de un búho lampareado junto al ministro de magia

- Es un gusto tenerle aquí señor Malfoy - habló el vejete de quien ni recuerda el nombre

- El señor Malfoy, es mi padre, llámeme Draco, ahora, si me permitiera unos minutos a solas con el auror Potter, se lo agradecería profundamente - a pesar de toda la bola de mierda en torno a su familia después de la segunda guerra, su apellido y dinero aún eran una buena base en la sociedad mágica, el ministro sonrió en dirección al pelinegro y salió dejando la oficina, cuando cerró la puerta se dispuso a escuchar tras ella, pero la presencia de otro hombre con un par de escobas en la mano, no se lo permitieron

- ¿A qué se debe tu visita Malfoy?

- Severus está enfermo y su madre no está con él - expuso el ojiplata, esperando una reacción que jamás llegó

- Tengo mucho trabajo - respondió simple, tan simple que descolocó al rubio, el cual lo miraba estático

- ESTÁ ENFERMO - volvió a repetir

- Malfoy - Potter se reclinó en el respaldo de su silla - te diré cómo es que se manejan las cosas aquí, esos niños nacieron por la insistencia de Ginny, solo por eso

Los engranajes de la mente del rubio trabajaban a toda máquina, pero solo se limitó a observar a su interlocutor, que parecía tan satisfecho con su respuesta que no había pie para siquiera una discusión, lo observó a los ojos y no halló nada más que vacío

- Eres peor que Voldemort - le susurró antes de soltarle un puñetazo que tiró de su silla al ojiverde, los cristales de sus gafas se hicieron añicos contra el suelo - por Merlín que voy a conseguir su custodia, maldito hijo de puta - aún con la mano temblando de dolor, salió a toda prisa de esa oficina, jalando del brazo a su moreno amigo, ambos montaron sus escobas hasta perderse en el cielo londinense que amenazaba con un fuerte aguacero.

Pequeña Mierda HARCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora