Capítulo 13

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Dejaron a Tairon sentado en el suelo de El Refugio. Ámbar volvió a pronunciar las palabras y aparecieron de nuevo en la explanada.

—Ámbar necesito tu ayuda para derrotar al mago oscuro.

—Yo sé de una poción que le hará desaparecer, pero me falta un ingrediente.

—¿Cuál?

—Necesito un pelo de su cabeza que haya sido arrancado con este guante —dijo enseñándoselo a la princesa.

—Yo te ayudaré —se ofreció mientas cogía el guante y se lo guardaba en el bolsillo, junto con el amuleto.

Lema trepó por el lomo de la dragona y emprendieron el vuelo. El sol empezaba a asomar entre las montañas. Había pasado en el Bosque de las Sombras mucho más tiempo del que pensaba.

Tras unos minutos volando divisaron la aldea a lo lejos. Ámbar aterrizó en una llanura cercana.

—Tengo que irme —dijo Lema, bajando de su lomo. Tairon se había quedado a salvo en El Refugio.

—Ten cuidado —le advirtió la dragona—, y recuerda que tú y tus amigos sois bienvenidos en mi cueva —se despidió mientras alzaba el vuelo.

—¡Gracias por todo! —gritó Lema hacia el aire.

Caminó hacia la aldea, estaba realmente cansada. Cuando llegó a casa vio que Irina, Rose y Deb la esperaban ansiosos. Debían de haber estado esperándola toda la noche.

—¿Qué tal ha ido? —preguntó Rose.

—¿Has podido poner al bebé a salvo? —continuó Deb.

—Siéntate y cuéntanoslo todo —sugirió Irina.

Rose había preparado una manzanilla con pastas y se la ofreció. Lema dio con gusto buena cuenta de ello. Después procedió a relatarles toda la historia. Les contó lo del amuleto del ángel plateado, lo del Bosque de Ensueño y les describió el prodigioso paisaje de El Refugio.

—Ámbar me ha contado que está haciendo una poción para derrotar al mago oscuro —dijo Lema—, pero le falta un ingrediente.

—Espero que no sea nada extraño como baba de hada ni nada por el estilo —pidió Irina cruzando los dedos.

—Bueno, no es extraño, pero sí peligroso.

—¡Ya lo sé! Es una llama de fuego —dijo Deb emocionado por haberlo descubierto. Lema casi se cae de la silla de tanto reírse—. El fuego es peligroso, yo una vez me quemé —se defendió el joven.

—¿Entonces qué es? —preguntó Rose intrigada.

—Tenemos que arrancarle un pelo con este guante —dijo mientras lo sacaba de su bolsillo. La idea sonaba algo ridícula y bastante fácil, pero llegar hasta Sar iba a ser muy complicado. Debían que trazar un plan.

Estuvieron pensando en todos los detalles. No dejaron ningún cabo suelto, tenía que salir bien. Sabían que si algo iba mal y les pillaban, no saldrían vivos del castillo.

El tiempo pasó muy rápido mientras se preparaban para su objetivo. Había llegado el día en el que tenían pensado acabar con el mago oscuro.

Se despertaron temprano, desayunaron un tazón leche y pan tostado al fuego. Lema cogió su capa, el amuleto y el guante que necesitaba. Deb, Irina y Rose la estaban esperando en la entrada. Dejaron suficiente comida a Rachael para que comiera durante dos días, por si se retrasaban en su misión. Todos se despidieron de ella, que les deseó buena suerte.

Salieron de casa, esa mañana el cielo estaba cubierto de nubes oscuras y chispeaba de vez en cuando, como la mujer que ve a su amado partir hacia la guerra y apenada intenta disimular su llanto. Era como si el cielo entero supiera lo que iba a ocurrir ese día y llorase presagiando un mal agüero.

El rey de MertaWhere stories live. Discover now