—Si algo sucede, prometeme que me llamarás...— asintió. Señalando la puerta.

Caminé hasta la puerta luego de haberme despedido de ambos chicos y haber dicho algunas cuantas palabras.

Agarré mi campera y salí de allí, estaba nervioso porque iba a ser la primera vez que entre allí.

¿Y si él no estaba? ¿Y si Jungkook aún no había vuelto?

Luego de unos minutos pude llegar, me encontraba frente a la puerta pero no me atrevía a tocar. Esperaba que nadie pase detrás de mí viendo a un tonto con la mano en el aire sin tocar la puerta.

Suspiré profundo y antes de tocar ésta se abrió. Mi mano quedó suspendida en el aire, y mis ojos se quedaron apreciando una bonita sonrisa.

Bajé mi mano con rapidez escondiéndola tras mi espalda.

—Hola, Mochi.— una sonrisa inconsciente se formó en mi rostro mientras un sonrojo se apoderaba de mí.

¿Acaso iba a ser el yo ahora el de los sonrojos?

Ellos sólo eran perfectos en él.

—Hola, Jungkook.— sonreí.—¿Vine en un mal momento?— negó.

—Nana me preguntó que quién era el chico que parecía estatua frente a la casa, así que decidí ver.— parecía querer explotar de risa mientras lo decía y yo por otro lado no podía más de la vergüenza.

—Sí... Quizás tardé un poco en tocar...— respondí tímido.

—Tranquilo, está bien. ¡Oh! Pasa, por favor.— entré tratando de mirar el lugar sin ser tan obvio.

El olor a una deliciosa comida invadió mis fosas nasales, y el cálido ambiente me hizo sentir como en casa. Los colores de las paredes eran de tonos claros, adornadas con cuadros y alguna que otra planta.

Observé salir de la cocina a una señora de edad mayor con un delantal puesto, se acercó sonriente a mí.

—¡Que gusto verte de nuevo! Has llegado justo para comer, espero tengas mucha hambre porque no dejaré que salgas de aquí sin haber probado mi obra maestra. Jungkookie me dijo que vendrías y decidí prepararles algo especial.— habló entusiasmada, se acercó y apretó mis mejillas sin mucha presión y luego dio dos palmadas en mi cabeza.—Jungkookie hijo, dale algo de tomar.— Jungkook asintió para luego preguntarme qué quería, le dije que agua estaría bien, sonrió y desapareció de la sala. Luego de unas palabras más escuché algo que me hizo estar aún más nervioso de lo que ya me encontraba—Y dime, ¿te gusta o solo quieres amistad?— abrí mis ojos sorprendido.

—Nana, no lo asustes— habló Jungkook regresando con el vaso de agua mientras veía mi cara roja. Su Nana se excuso de que sólo fue una simple pregunta para después escapar a la cocina.—Lo siento...— se disculpó tímido y yo negué.

—Está bien, no te preocupes.— asintió.

—Ven, mi habitación está por aquí.

Llegamos a una puerta de color marrón, al entrar me encontré con un cuarto ordenado, con olor a vainilla, las paredes eran de color blanco con decoraciones tanto violetas como verdes. Todo aquí era acogedor.

—Siéntate, ponte cómodo— caminé hasta la cama y me senté en ella. Dejé mi vaso en la pequeña mesa, en la cual estaba situado el cuaderno de Jungkook. Provocando recuerdos en mi mente, haciendo que sonriera.

—¿Cómo está Taehyung?— su voz me devolvió a la realidad. Recordé que Jungkook se había ido antes de poder hablar con él.

—Él está bien, se quedó con Jin— Jungkook estaba buscando películas y demás cosas en los muebles. Parecía inquieto, nervioso al igual que yo.

—¿L-lo golpearon mucho?— sentí una fea presión en el pecho al escuchar su voz llena de culpa.

—No, la enfermera dijo que no fue nada grave.— lo vi asentir.—Jungkook— lo llamé, pero no escuchó.—Kookie...— volví a llamar mientras me levantaba y caminaba hasta él.

—Lo siento, Jimin. Esto es culpa mía, no habría pasado nada de eso si yo simplemente hubiese hecho caso e ido junto a Yoongi, lamento lo que le pasó a Taehyung, realmente...— lo tomé de los hombros provocando que girara y quedáramos frente a frente. Su mirada era triste y sus ojos marrones comenzaban a mezclarse con un tono violeta.

No iba a dejar que se vaya, no ahora.

Porque Jungkook debía entender que las palabras de los demás no eran mas que mentiras, que él no era débil, que no todo era culpa suya, que él podía ser más fuerte de lo que los demás osaban de decir.

Necesitaba que él se viera como yo lo veía.

A una persona hermosa, tierna, amable, dulce. Un chico fuerte que después de todo sigue de pie con una de las sonrisas más encantadoras que había visto en toda mi vida.

Y daría todo mi esfuerzo para seguir a su lado, sea lo que sea que Jeongguk se atreva a hacer.

No era ningún tonto, y él nadie para decidir qué debo o no hacer.

—Kook, tú no tienes la culpa de esto. Nada de lo que sucedió a sido culpa tuya ni de nadie más a excepción de Yoongi. Él no es quien para que estés haciendo lo que quiere, tú eres libre, Jungkook. Sólo ha querido aprovecharse de la situación para provocar miedo pero escucha bien, él es a la última persona que debes de temer.— el tono violeta había desaparecido, y su labio había dejado de temblar.

Eso es, Jungkook, tú no eres ningún débil.

Eres una de las personas más fuerte que he llegado a conocer.

Esperaba algún agradecimiento, más él sólo se acercó a mí, abrazándome.

Y me sentí tranquilo. Tuve ganas de abrazarlo durante mucho tiempo, de retenerlo en mis brazos y decirle que jamas vuelva a creer que era una persona débil, que se sostuviera en mí y que desahogara todo aquello que tanto lo atormentaba.

Pero sólo envolví mis brazos a su cintura, y me quedé callado mientras su respiración agitada iba disminuyendo.

Two personalities • [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora