6. Familia

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Por alguna razón, las blancas paredes y el fuerte olor a desinfectante siempre han sido de mi agrado, incluso si la razón por la cual estoy aquí es una completa mierda.

Espero pacientemente sentado desde hace 15 minutos en la sala de espera de aquel viejo hospital que con el tiempo he ido olvidando. Claro, la última vez que estuve aquí fue hace tres años, un poco más, un poco menos, no recordaba bien.

Siempre he pensado que el mundo es regido por una cadena de causalidades, pero he de admitir que algunos sucesos de la vida misma como lo son las casualidades (las cuales proclamo psicológicas pues para mí todo tiene una causa) a veces llegan a asustarme.

1010

Mamá pasó internada sus últimos momentos de vida. Ella también se quedaba en la habitación 1010. Recuerdo al señor Choi yendo y viniendo con bebidas energéticas, cafés, comida instantánea y a veces, con varias cajas de pastillas. Recuerdo a Hayoung sentando a mi lado tomándome de la mano mientras compartíamos audífonos y escuchábamos música de nuestro agrado.

Ahora Hayoung no está a mi lado.

Estudio con detenimiento la sala de espera, veo rostros con expresiones tristes, angustiadas, algunas cansadas y otras indiferentes. Las enfermeras corren de un lado a otro y uno que otro doctor camina como si tuviera todo el tiempo del mundo, por supuesto, están los internos que corren como desquiciados y otros que tratan de mantenerse despiertos.

Suspiro por enésima vez en el día y siento como una calidez envuelve mi mano derecha. Miro de reojo a mi lado y largo otro suspiro, esta vez de alivio, que termina en una sonrisa al encontrarme con el rostro de Jisung.

Abro mi boca para decir algo, pero una mujer pequeña y mayor de edad me interrumpe. Con la mirada posada en unos papeles que lleva entre las manos nos señala alguna dirección a sus espaldas.

—Familiares del paciente Choi del 1010, pueden pasar.

Me apresuro a contestarle.

—Gracias.

La mujer solo asiente y se retira caminando con rapidez. El trabajo en los hospitales debe ser agobiante.

Jisung se levanta y me jala de la mano, juntos caminamos hasta la puerta de madera donde el número 1010 figura en una pequeña placa color gris. Poso mi mano en la perilla y me quedo estático, no me atrevo a girarla. Si soy sincero, tengo miedo y odio el hecho de que Hayoung esté encamado en el mismo hospital y en la misma habitación en la que una vez mi enferma madre pasó sus últimos días de vida.

Jisung me muestra una de sus mejores sonrisas tranquilizadoras y su mano acaricia la mía antes de ayudarme a girar la perilla y abrir la puerta. Me da un suave empujón y me alegro que sea tan empático para saber que necesito un momento a solas con mi hermano dándonos la privacidad necesaria sin que siquiera se lo pida.

Mis ojos se encuentran al instante con los de mi hermano. Nunca he sido un llorón, pero últimamente mis emociones me están traicionando, así que no puedo evitar acercarme con lentitud a Hayoung con los ojos cristalinos. Tiene una venda alrededor del cuello y una más en el brazo izquierdo. La bata del hospital le hace ver como un enfermo débil en su lecho de muerte y noto como su morena piel ahora ha perdido su característico brillo y la palidez se ha hecho cargo de cubrirlo por completo.

—Te ves horrible.

Trato de que mi voz suene fuerte y clara, pero no lo logro del todo y eso provoca que Hayoung suelte una risa burlona.

—Gracias, he tenido mejores días.

Sonrío y me siento en la silla que está al lado de la cama.

—¿Cuándo te dan de alta?

ANSIEDAD [ TRCNG ]Where stories live. Discover now