Maleta desvencijada

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Abrió las puertas de su corazón y sacó de él todo aquello que había llevado. Sacó su sonrisa, el cabello largo, su ropa, sus chistes, sus mascotas, los poemas que él le había dedicado, sus tatuajes y hasta las esperanzas se las llevó. Lo empacó todo en esa diminuta maleta desvencijada a la que le faltaba una rueda y un poco de cariño. Se acerco a su lado y le susurró:
—Es la segunda vez que me voy. Para la próxima, por favor, no me dejes entrar.

MicrorrelatosWhere stories live. Discover now