Capítulo 22. Ni siquiera puedo dormir en paz

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¿Sabes? Extraño tener noches normales

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¿Sabes? Extraño tener noches normales. Noches en las que solo cerraba mis ojos y soñaba con viajar a otros países o hacía una mezcla rara entre todas las películas que había visto en la mañana. Dormir ocho horas era un privilegio bendito. Pero como todo en mi vida, nada podía durar mucho tiempo siendo corriente y moliente ¿verdad? ¡No!

Gracias, Universo. No solo me generaste traumas severos, sino que también destruiste mis únicas horas de descanso. Y todo empezó esa noche, en la que estábamos dos completos desconocidos, cara a cara, en la misma especie de viaje astral.

Ese fue el inicio de las noches más cansadas de mi existencia. De verdad gracias, Universo. Te pasaste, eh.

En fin, volvamos a la epifanía.

Seguíamos en el cuarto blanco y habíamos guardado silencio largos minutos, lo que claramente me desesperó. La calma era abrumadora. Necesitaba distraerme de una buena vez. Entonces vi los banquitos. 

Si íbamos a pasar ahí unas cuantas horas más, no pretendía pasarlas de pie. Así que resolví acomodarme en una de las sillas de madera y quedé frente a al niño.

—Puedes tomar asiento si quieres, creo que vamos a estar acá un buen rato —le dije, cruzando mis pies.

Él tomó la silla y la cargó entre sus brazos, casi abrazándola.

—¡No! —Sacudí la cabeza—. No que literalmente la «tomes». Bájala. Siéntate en ella, te vas a cansar parado.

A pesar del constante vacilar en sus pasos, me hizo caso y se colocó frente a mí. Estaba desparramado en la silla, con las piernas separadas y un brazo tirado al costado, sin verme a los ojos en su mayoría.

¿Eslaprimeravezquealgoasítepasa?

Me lo preguntó tan rápido que apenas logré distinguir sus palabras.

Contuve una risa. ¿Cómo que la primera vez?

—No, es como la quinta o sexta en el día —me burlé—. Hace un rato hablé con la vecina de esta manera.

—¡Lo sabía!

—¿Qué? ¡No! ¡Claro que es la primera vez, amigo! ¡Era chiste! ¿Qué no captas el sarcasmo o algo así?

—Yo no capto —respondió con seguridad—. La televisión capta ondas, al igual que la radio y los postes de internet. ¿Sabías que la primera pantalla de cine solo captaba diez tonalidades de colores, derivados del blanco y del negro? Aunque el verdadero logro fue el Technicolor que se aplicó en 1932 en las películas animadas, cuando...

—¿Podemos volver a lo primero?

—Sí, claro.

—¡Ni siquiera sé cómo hacer esta cosa! ¡No sé qué es este lugar! —espeté bruscamente.

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⏰ Last updated: Nov 05, 2021 ⏰

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La Guarda del Balance (Memorias Gerelianas Vol.1) | EN PROCESOWhere stories live. Discover now