33. El Teléfono Escacharrado

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LOLA

No he pegado ojo en toda la noche. Sé que le doy muchas vueltas a la cabeza; me lleva pasando desde que era pequeña. También me hago preguntas que normalmente a la gente ni se le pasan por la cabeza como.... ¿Qué es ser feliz realmente? o, ¿el amor de verdad existe o es solo una ilusión, una droga? Horas y horas buscando la respuesta a esas preguntas, incluso investigando por internet pero nunca nada me resulta satisfactorio. 

El despertador suena y sé que tengo que levantarme a pesar de que me pese el cuerpo por las horas de sueño que me faltan. Como cualquier día, me meto en la ducha. No a todo el mundo le gusta pero a mí me activa, me hace empezar el día un poco mejor, pensando en que estoy limpia, que tengo el pelo brillante y que el agua consigue darme esa energía que el despertador me ha arrebatado. 

Pienso en ir a ver a Ayerdi y que me de una explicación sobre la llamada pero... ¿Y si no se acurda y se ríe de mí en la cara por la simple idea de que él pueda sentir algo por mí? Siempre he sido un poco insegura, aunque supongo que todo el mundo se ha dado cuenta de ello. Es mi inseguridad la que me hace quitarme la estúpida idea de la cabeza y escoger la ropa que primero pillo en el armario, sin pensarlo mucho. 

Hoy he quedado para ensayar con Jose y no la obra de siempre, sino la de Valeria. No queda nada para la actuación y empiezo a sentirme como un flan. No suelo hablar mucho de por que escogí la profesión de actriz pero es la incertidumbre, el no saber si te vas a equivocar sobre el escenario, el pensar que no te pueden coger, el aprender a ser alguien que no eres delante de miles de personas y que conecten contigo. Es mi vocación desde que tengo uso de razón; mi madre siempre me ha dicho que me inventaba historias con mis compañeros para comprobar si de verdad era buena o no y que muchas veces hablaba con la directora, asustada por si era verdad lo que contaba... Pobrecita. 

Al salir de la ducha, me desenredo el pelo y la vibración de mi teléfono, llama mi atención aunque la sorpresa llega cuando veo el nombre de 'Sergio Rivas' en mi pantalla. 

Lola, Lola... –Dice agitado. –Te tengo que pedir un favor.

–¿Es muy difícil? 

–Sí, bueno, no sé... Necesito que no salgas de tu casa, ¿vale? Que te quedes ahí y que no abras a nadie que no sea tu madre o -o-o alguien que conozcas de toda la vida. 

–¿Por qué? Sergio, yo tengo que ir a ensayar, tengo la audición la semana que viene y...

Es que si sales de casa, a lo mejor no tienes que hacer la audición porque terminas bajo tierra. –Al escuchar eso, abro los ojos de par en par. –Mira, no te lo puedo contar porque e algo confidencial pero, por favor, hazme caso. 

–¿Ha pasado algo? 

No lo sé, es todo lo que te puedo decir... Tengo que seguir haciendo llamadas, luego hablamos, adiós señorita Montoya. 

Y me cuelga, sin decir nada más. No sé por qué, me tiembla el cuerpo y me tengo que sentar en la taza del váter. Sin pensarlo dos veces, marco el número de Unai en busca de una explicación. No me responde así que llamo a María. Nada. En un intento desesperado, llamo a Bea, por si ella supiera algo. 

Hola, Lola, ¿qué tal? –Pregunta con su habitual tono serio. 

–Hola, Bea, ¿sabes algo de María? No me coge el móvil y he recibido una llamada muy rara. 

No, no sé nada de ella, ¿quieres que quedemos para hablar del tema?

–No, esto... No me apetece mucho salir de casa. 

Si quieres me paso por allí. 

¡No lo hagas, Lola! –Grita la voz de Ayerdi. Entonces, escucho algo parecido a un disparo y un grito de sorpresa. La línea se corta. La respiración se me empieza a acelerar y me quedo quieta, sin moverme, como si cualquier movimiento que pudiese hacer, fuese a hacer que ese disparo no fuese a Ayerdi. Corriendo, marco el número de Bea otra vez pero nadie me responde, así que marco el número de Rivas esperando que me responda. 

–Creo que te tengo que contar algo. –Le digo antes de que le de tiempo de saludarme después de responder. 

–¿Qué ha pasado? ¿Han intentado entrar en tu casa? ¿Quieres que mande una patrulla a tu casa?

–No, solo... Yo... He llamado a Bea y ha insistido en que quedemos y luego he escuchado a Ayerdi gritar y... Un disparo. 

Sin darme cuenta, rompo a llorar, poniéndome en el peor lugar de todos; pensando que por culpa de mi llamada, Unai puede estar muerto. Escucho la respiración de Sergio al otro lado pero no dice nada. 

–¿He hecho bien en contártelo? –Pregunto entre sollozos, buscando una respuesta. 

–Ha hecho genial, señorita. Le tengo que colgar. No salga de casa y si vuelve a recibir una llamada de Bea, dígame absolutamente todo lo que oiga. Dentro de un rato la llamo para ver qué tal está, usted solo siéntese y relájese, póngase una película de esas que le gusten o una canción. Ha dado una información muy valiosa, Lola.

Y otra vez, escucho como cuelga la llamada, dejándome sin saber que hacer, con un vacío en le pecho que me produce ansiedad. Me levanto y como ha dicho, me pongo un vinilo en el tocadiscos que tengo en el salón, como un robot, sin apenas pestañear. Me siento en el sofá mientras la canción de Heaven de Bryan Adams, llena la estancia, buscando la relajación en la voz rasgada, en la letra que dejo que se cuele a través de mis oídos. No tardo mucho en salir del shock y como he hecho hace menos de dos minutos, rompo a llorar, con todo mi cuerpo saqueándose por los nervios y por el miedo de que el disparo haya ido a parar en Unai.




Tiene Derecho A Quitarme La RopaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora