DOS

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Thor siempre había sido encantador y así permanecería, esa era su naturaleza y por más que Loki lo odiara por ello, sabía que no podía hacer mucho para evitarlo

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Thor siempre había sido encantador y así permanecería, esa era su naturaleza y por más que Loki lo odiara por ello, sabía que no podía hacer mucho para evitarlo. 

Todo el tiempo rodeado de victorias y doncellas, el palacio solía estar constantemente repleto de festines celebrando los triunfos del Odinson mayor, los guerreros brindaban en su nombre y las mujeres soltaban suspiros descarados al estar cerca del Dios del trueno, y por supuesto, Thor adoraba esa atención.

Y aunque su infancia había estado llena de jugarretas y desprecios, Loki había aprendido a aceptar a su hermano tal y como era, pero aquellas fiestas jamás habían sido lo suyo, los banquetes de ese tipo solo reafirmaban su actitud solitaria, además, nadie notaba que el segundo príncipe estaba encerrado en la biblioteca real en vez de celebrando. Había usado todas esas ocasiones por su cuenta para idear un plan, que al final, había fracasado.

Adueñarse del trono nunca había sido el objetivo principal, solo deseaba el respeto que Asgard sentía hacía Thor, deseaba el amor de su padre, los gritos y vitoreos, la corona era algo insignificante y siempre lo había sido, solo quería sentirse importante para algo, y admirado por alguien. Pero la noticia de que su padre era Laufey y no Odín había transformado por completo todo lo que conocía, sus pensamientos habían tomado otro rumbo y sus objetivos, ahora, eran otros. 

Recordó el día en que tomó la desición de arruinar la ceremonia de coronación de su hermano. Se encontraba en los pasillos del palacio, una de las acompañantes de su madre acaba de girar la esquina, quedando frente a el, de manera poco discreta la mujer, bajó la vista y aceleró el paso; Loki era consciente de el miedo que sembraba en la servidumbre pero le hervía la sangre saber que, de haber sido Thor, ella le habría sonreído. Le repudió el recuerdo de como había sido menospreciado y subestimado por todos, pero eso solo hacia su propósito más fuerte.  Era hora de que se enteraran en verdad de lo que estaba hecho.

Y quizá ser integrante de los gigantes de hielo explicaba lo despiadado que era y la frialdad y dureza que había en su corazón.

Pero también era un Dios.

Y no pensaba conformarse con las migajas que Thor pudiera dejarle, reclamaría su derecho monárquico y si no era en Asgard, encontraría donde.

Había visitado Midgard por primera vez cuando trató de deshacerse de Thor antes de enviar al destructor a matarlo, lo recorrió vagamente y se convenció de que ahí  fijaría su segundo ataque. Esta vez no fallaría, nada se interpondría en su camino.  

Sabía poco de Midgard, no conocía a las personas o sus defensas pero siempre los había considerado una raza inferior a el, así que no sería difícil apartar cualquier obstáculo del camino.

Ahora tenía cetro y además, también había conseguido tiempo, los chitauri habían accedido a darle un lapso para conocer la tierra perfectamente y así saber como declararle la guerra.  

Y si era honesto consigo mismo, disfrutaría mucho conocer la tierra antes de verla caer bajo su mando.

Y nadie podría mostrarle el mundo tan bien como un nativo. Así que solo hacía falta encontrar a un midgardiano  que le ayudara a conocer y averiguar todo lo que necesitaba.

Respiró profundamente, sabía que hacer tratos con el ejercito chitauri era arriesgado y quien los comandaba era el principal problema; Pero si la única manera de conseguir la admiración era repartiendo miedo, así lo haría.

HEART; Loki LaufeysonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora