Capítulo 15. Mi vecino es mitad cabra

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—Sabes que puedes confiar en mí.

Solo me bastó verla y rompí en llanto. Me sentía perdida, mareada, confundida, abrumada. Tenía acumuladas una serie de emociones incongruentes que no me dejaban respirar ni por un segundo. Cremilia no esperó y me abrazó, mientras yo no paraba de lloriquear en su hombro, me acarició el cabello marrón como consuelo.

—Quiero irme a mi casa, quiero estar con mi tía —dije hipando—. Quiero mi vida de regreso...

Y continué con esa explosión de emociones angustiantes, pero esta vez me sentía protegida, sentía que ese simple abrazo me lograba apartar del mundo, envolviéndome en una burbuja donde las cosas malas nunca ocurrirían.

—Tranquila. Todo saldrá bien —calmó ella.

Me apartó suavemente de su cuerpo y con el índice me secó una lágrima a punto de salir, luego me tomó de los hombros.

—Mira, sé que esto parece muy loco y conozco el miedo que puede causar. Pero no estás sola. A partir de este momento eres parte de nuestra particular familia. Y te prometo que en tanto yo esté con vida nada malo te va a pasar. Nos cuidamos entre nosotros.

—Si voy a confiar en ti de nuevo, quiero saber si algo de lo que me dijiste era verdad.

—Sencillo. De verdad eres la chica más graciosa que he conocido —me aseguró, con esa sonrisa mágica plasmada—. Y... sigo amando a «La princesa prometida» con toda mi alma. Nunca superaré a Iñigo Montoya.

—De acuerdo, sigues siendo tú.

Cremilia lanzó una risilla. Me apartó el mechón de mi ojo izquierdo y dejó a la vista esa mancha blanca plasmada en mi piel.

—Ahí está mejor. Puedo verte —mencionó en su cantarina voz.

Y al tenerla cerca, recuperé ese espacio de confidencialidad, donde ella era mi mejor amiga y era la única persona con la que podía ser real.

—Te ayudaré a encontrar a tu tía y a recuperar tu vida, lo juro; sin embargo, un buen inicio sería ese Diamante, es importante.

—Pero no lo recuerdo, en serio, no tengo idea de dónde puede estar. Ni siquiera sé si existe.

—Lo sé y no es tu culpa, los hechizos son complicados. —Me sonrió tiernamente, con brillo ligero en sus ojos—. Sin embargo, y para nuestra suerte, hay miles de maneras de escanear la mente.

—Dime que implica galletas de malvavisco, porque he tenido una pésima noche y eso me vendría muy bien.

—Podemos comprar algunas en el camino. También las adoro, son lo mejor que he probado en siglos. Literal, en siglos.

Me abrazó los hombros y juntas caminamos al interior del hormiguero. Y conseguí alegrarme pese a las circunstancias, sabía que mi amiga más cercana estaba ahí, que estaba protegida y que ella seguía siendo real. Seguía siendo mi familia.

Ella estaba conmigo, era lo único que necesitaba saber.

—Y bien. ¿En qué consiste mi leída de cerebro?

—Es complicado, pero podremos con ella —opinó optimista, agitando su mata roja de rizos al otro hombro—. Solo necesitaremos ayuda de un viejo aliado.

—¿Un elfo o algo así?

—Cerca, cerca..., ¿te acuerdas del señor Liu?

, ¿te acuerdas del señor Liu?

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La Guarda del Balance (Memorias Gerelianas Vol.1) | EN PROCESOOn viuen les histories. Descobreix ara