| 10 |

23.3K 3.8K 14.3K
                                    


—Yo... —La madre de Harry fue la primera en hablar. Ambos no apartaban la mirada del otro, aún impactados por tenerse frente al otro—...iré a hacer las compras para la cena —La mujer observó a Louis—. Lou, ¿te quedas a cenar?

Tal vez estaba nerviosa, pero el joven de cabello castaño no creía que fuese una gran idea. Apenas llegó, y todo lo que sucediese dependería de Harry.

Louis observó a la amigable adulta—. Yo... —Regresó su mirada al pelinegro, quien observaba de reojo a su madre, luciendo muy serio.

Se estaba muriendo de nervios.

¿Y si no le agradaba el que lo haya visitado? ¿Y si Louis le traía viejos, terribles recuerdos? ¿Y si a partir de aquel momento creía que no podría volver a escapar? —...no, lo siento. Tengo que irme en unas horas.

—¿Te vas hoy? Fue un viaje muy largo.

—Es que luego se hará más tarde —Continuó rechazándola. No quería ser maleducado, pero era necesario, porque no sabía descifrar la mirada del joven frente a sí—. Lo siento, señora Styles.

—No pasa nada —La madre del pelinegro era muy amable. Se acercó a su hijo, y le arrebató al gato de entre sus brazos. —Ustedes tienen muchas cosas que hablar, así que me iré, y volveré en menos de una hora —Notificó, viendo fijo a Harry, el cual llevó su mirada al suelo—. ¿Estás bien con eso, corazón?

—...Estoy bien con eso —Habló tan bajo, que, si no estuviesen en silencio, esperando su respuesta, nadie lo hubiese oído.

Con aquella aprobación, la mujer salió de aquel cuarto, dejando a los dos jóvenes solos.

El silencio que reinó la cocina fue algo incómodo, no porque no quisieran estar allí, sino que no sabían qué decir con exactitud. Louis se sentía atrapado, porque quería hablar, quería explicar todo, pero sentía tanta desesperación que temía que las palabras saliesen atropelladas.

Harry suspiró entrecortado, parpadeando con lentitud. El castaño sabía que no era momento, pero no pudo evitar admirar las largas y oscuras pestañas del chico.

—... ¿Estás aquí porque mi madre te llamó? —Fue lo primero que murmuró el menor de ambos, sin alzar la mirada.

No, no, no. Harry no podía creer que estaba allí por obligación, no era justo para sí mismo. Necesitaba saber que alguien lo buscaría, porque valía la pena, y eso era todo.

Louis se inclinó, y subió su mochila —que estaba en el suelo— a la silla, abriéndola con torpeza, intentando no maldecir cuando el cierre se trabó un poco. Una vez estuvo abierta, tomó con cuidado el manojo de cartas unidas por una cinta negra atada a ellas.

Las alzó un poco, notando la mirada del menor seguirlas, con sus ojos abiertos de más mientras un intenso rubor surgía en sus mejillas.

—Leí tus cartas —Susurró lo obvio y, de repente, un inmenso sentimiento de alivio, entrelazado con nostalgia lo invadió. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y su labio inferior tembló un poco, intentando retener el llanto—. Estás vivo.

Sintió mucha más calma al notar que Harry comprendió aquel sentimiento. Sus ojos no tardaron en humedecerse, y soltar lágrimas de a montones.

—Lo siento... —Se disculpó, con su cuerpo tembloroso. Louis se asustó por ello. No le gustaba verlo así, pero se encontraba de igual manera: sollozando, temblando, y soltando lágrimas a más no poder—...lo siento. No tuve que haberlas dejado allí.

—¿T....Tú lo sientes? —El mayor dio un paso al frente, y Harry hizo lo mismo, solo que un poco más cohibido y tenso, limpiando las lágrimas que caían por sus mejillas—. ¿Por qué lo sientes? Estabas en todo tu derecho.

WHO | Larry Stylinson | 1er libro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora