Seis.

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El segundo encuentro no fue mejor.

Busqué todas las maneras de esconderme de ella en la escuela, no quería que me dijera lo pervertido que era frente a todo el mundo.

Pero evitar la hora del almuerzo era imposible, mi estómago pudo más. Y cuando aparecí en la cafetería la vi y ella me vio a mí.

Decidí por segunda vez ser valiente, caminé hacia ella para pedirles disculpas.

— Siento lo de ayer, no quería… no quería… no quería decir eso. — Dije atropelladamente y con un nudo en la garganta.

Miró a sus amigas y después hacia mí.

— Tienes un moco. — Dijo muy fuerte y todos se echaron a reír.

Me llamaron el moco pervertido durante meses.

De verdad, la odié. 

Siempre te améDonde viven las historias. Descúbrelo ahora