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Emilio

Me encontraba en el departamento de Joaquín, habían sido días cruciales en la empresa y cada día se iba acercando mi boda, estaba viviendo al máximo estos meses por que después de que llegara el día tendríamos que parar con todo esto.

Joaquín se siente un poco mal y no está de acuerdo pero no me lo dice aunque es tan transparente que cualquier cosa que no le agrade puedo notarlo por que lo conozco tan bien, pero respeto que guarde silencio, no quiero presionarlo a algo que no quiera.

Después de la junta me dijo que quería estar conmigo otro rato más así que sin pensarlo mucho accedí por que para el nunca tendría una respuesta negativa. Al contrario, su invitación me tomó por sorpresa.

—¿Qué tanto piensas? —se encontraba frente a mi con sus distinguidas mallas negras las cuales hacían un contraste hermoso con su piel —¿Quieres irte a casa? —pregunta mientras gatea por encima de mi cuerpo, una vez llega a mi regazo se sienta—. Esta bien si no quieres pasar la noche aquí.

Lo admiro un poco más, tratando de grabarme todos sus gestos, todos sus lunares, algunas imperfecciones, siento su piel lechosa como quema cuando la tocó, sus labios entreabiertos esperando un beso.

—¿Disfrutas tocarme? —ríe un poco ahogado e imitó su acción, por dios quiere matarme.

—¿No estas enojado? —cuestionó acariciando su mejilla con mis nudillos y él se apoya en el tacto.

—¿Por qué debería?

—Ya sabes —acarició su cabello —La boda —hace una mueca de disgusto y me planta un beso en la mejilla—. Me gustaría saber.

—No pasa nada con tu boda o algo externo, todo está bien —baja su mirada al collar que traigo puesto en mi pecho descubierto y lleva su mano ahí comenzando a jugar con él —Es solo que —traga duro—. Te hechare de menos, es todo.

—¿Entonces me vas a dejar ir?

—Nunca fuiste mio Emilio —me mira por unos segundos—. En si, no nos pertenecemos.

—No digas eso.

—Es la verdad —dice en un susurro y empuña el collar en sus manos, el cual es regalo de María así que no me sorprende que se esté desquitando con él.

—Esta bien entonces, no diré nada más.

Suelta una carcajada sin gracia, y siento un dolor en el pecho: —De todas formas —dice entre dientes y me arranca el collar para luego lanzarlo a un lugar de la habitación—. Quiero que me hagas el amor.

Ok, al menos déjame jugar ahora







[...]






—¿El amor? —alzó una de mis cejas pues para Joaquín todo esto ha sido sexo casual, nada de sentimientos lo cual estaba lejos de ser todo eso, pero me cuesta procesar lo que acaba de decir, puedo notar el miedo y la inseguridad en su rostro, por todas partes—. No es que no me agrade la idea, pero...

—Olvida lo que dije —lleva ambas manos a su cara y la frota con frustración—. Es solo que, no se. Esta todo raro en mi. Es más, no estoy siendo yo.

—¿A que te refieres? —me alzó sobre mis hombros y duda demasiado si decirme o no.

—María me mandó un mensaje —ríe sin gracia, por segunda vez y eso me confirma que todo está mal —Me pidio el favor de que te dijera ya sabes, que llegarás tamprano —me mira directamente a los ojos —Y me dio mucho coraje, ¡Dios! ¿Cómo se atreve? —se razca el ojo derecho—. Mierda Emilio, no quiero que ella te tenga, se que estoy jodiendo tu cabeza, pero el hecho de pensarla contigo, en tu cama y tal vez haciendo algo más me da asco, no quiero compartirte y se que es muy egoísta de mi parte cuando yo puse las reglas pero quiero mandarlas a la mierda por ti y eso me aterra mas por que no se que siento. El pecho me duele cuando me dejas aquí y tienes que volver con ella, soy feliz cuando me dices que no pudiste tener relaciones con ella al menos que pensaras en mi pero esto es muy mal, María no merece algo así pero no puedo evitarlo por que eres un maldito caramelo que cualquiera se quisiera comer.

—¿Te gustó?

Lo veo tragar en seco, de queda perdido mirándome y pudo verlo, hay miedo en sus ojos. Así que suelto un suspiro cansado y trato de sentarme mejor con el aun encima, por insisto lleva sus manos a mis hombros a comodándose mejor en mi regazo.

—¿Joaquín?

Apretá sus labios en una línea mientras una lagrima se le escapa, mierda.

—Si, perdón por no saber separar las cosas, ya sabes —sorbe su nariz un poco—. Lo complique todo.

—Lo complicaste —sonrió ladino—. Mierda Joaquín.

Sin mucha demora, si no te incomoda









[...]








—¿Estás jodidamente diciendome que Emilio ya se ha ido? ¡¿Pero que mierda Diego?! —me encontraba en la empresa donde Emilio trabaja, después de ver que no contestaba a mis llamadas y que no había regresado a la hora acordada me comencé a desesperar estaba harta de sus malditos plantones.

—No grites por favor, ya has llamado mucho la atención hoy.

Diego se veía realmente irritado y lo entiendo por que él no tiene que pagar los platos rotos pero ¿Acaso no se da cuenta de la basura que ha sido mi vida después de lo acontecido aquel maldito día? Solo quiero ser feliz. Y para eso tenía que casarme con Emilio lo más pronto posible y luego irnos lejos, muy lejos de todos y de todo, de Joaquín.

—Estas posiblemente haciendo el ridículo —murmuró masajeando su cien mientras mantiene los ojos cerrados.

—¿Que quieres decir? —apenas y puedo contestar, es la primera vez que se atreve a enfrentarme de esta manera.

—Que sólo te haces pendeja, es todo —me mira a los ojos y me toma de los hombros—. Sabes muy bien que Emilio se coge a Joaquín pero siempre has querido hacerte de la maldita vista chiquita, María estoy harto. Eres una mujer fuerte y mereces a alguien que te ame. No sabes todo lo que se habla en esta maldita empresa. Que si María la cuernuda, que si María la estúpida que no tiene amor propio, que si la santa María que se follan a su Marido, mierda Gutiérrez, incluso Alejandra lo sabe.

Si no es contigo, vamo' a competir







[...]







—¿Entonces que sugieres mi amor? No sabes lo feliz que me hace que me digas esas cosas Emilio, espere tanto por esto, lo juro por mi vida. Tenía miedo de decírtelo y arruinarlo, ¡por Dios! —Joaquín sonríe, lo está haciendo en realidad. Pero lamento que esa sonrisa no le puede durar mucho tiempo por que esta claro que no puedo hacer esto.

—No puedo sugerir nada por ahora —frunce el ceño y se aleja completamente, observandome con incredulidad.

—¿Qué?

—Lo que sea que sientas Joaquín, simplemente cortalo, no podemos.

Abre la boca ingidnado. Se pasa la lengua por los labios y se baja de mi regazo tratando de vestirse.

—¿Donde vas? —cuestióno mientras lo observó desde la cama en la misma posición que antes.

—Me voy con Eduardo, él posiblemente si quiera algo más que sexo.

—¿Me estas jodiendo?

—No te estoy jodiendo, largate con María y no me busques más Emilio. Olvida este maldito desliz, posiblemente mañana ya no me esté quedando aquí.

—¿Qué? —me rio histérico avanzando hacia él—. ¿Y dónde te estarás quedando?

—Eduardo me propuso vivir juntos, que podíamos hacerlo funcionar y creo que es lo mejor, cuidate y muchas felicidades, espero sean la pareja y familia perfecta.

Toma la chaqueta que había dejado en el respaldo de la cama y comienza a caminar hacia la salida, por más que quiero dar un paso no puedo por que al parecer he perdió la movilidad en el cuerpo. No hagas esto, por favor.

—Cierras la puerta cuando te vayas.

Y eso es todo.

Por él, que sí, me haga sentir

Sodio [Emiliaco] Where stories live. Discover now