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Seungyoun despertó sobre un frío suelo en un lugar que desconocía totalmente. Su cabeza daba vueltas y dolía demasiado, sentía que en cualquier momento iba a explotar.

Un vago recuerdo de lo que le pudo llevar hasta allí pasó por su mente. Recordaba haber estado tomando algo tranquilamente, hasta que comenzó a marearse y sentir un intenso dolor en el estómago, como si se estuviera quemando por dentro. Después, casi inconsciente, escuchó cómo alguien se colaba en su cuarto y lo tomaba en brazos, llevándoselo a otro sitio, probablemente al lugar donde se encontraba en ese momento.

Decidió levantarse y buscar una salida; sin embargo, oyó a alguien caminar hacia allí, por lo que decidió esconderse detrás de un sofá de cuero marrón oscuro. Fue en ese momento en el que se fijó dónde estaba. Parecía una especie de salón, muy bien decorado e iluminado tenuemente por una simple lámpara, parecido a la biblioteca por la cantidad de estanterías con libros que tenía, a pesar de ser un espacio bastante reducido.
Se percató, asimismo, de varios cables que decoraban el suelo y que acababan en un micrófono conectado sobre una mesa. ¿Y si aquel lugar era donde Monokuma daba sus mensajes por megafonía?

Escuchó la puerta abrirse y trató de contener la respiración para hacer el menor ruido posible. La persona que acababa de entrar, caminó por la estancia hasta detenerse. En ese instante, Seungyoun se encontraba con los ojos cerrado, encojido, intentando hacer el menor ruido posible. Por desgracia, no fue suficiente para evitar que aquella persona que acababa de entrar, se diese cuenta de su presencia.

Mientras tanto, los demás estaban con los ánimos demasiado bajos después de aquel extraño juicio. Era cierto que habían votado a Hangyul como el culpable y no se habían equivocado, pues de lo contrario, los habrían ejecutado a todos. Pero había algo más, algo que todavía no estaba descubierto.

Era increíble el hecho de que solo quedaban seis personas de veinte que eran al principio y, además, una de ellas estaba desaparecida.
Añadiendo que la mente maestra se encontraba entre los alumnos. ¿Por qué estaba siendo tan complicado resolver los misterios de la academia? Pero más importante: ¿quién era capaz y estaba tan enfermo de hacerles pasar todo eso a gente que no tenía culpa de nada como lo eran ellos?

─ ¿Y si continuamos buscando a Seungyoun? ─propuso Wonjin, quien estaba junto a Dongpyo pintando dibujitos en la sala de arte. El patinador dejó el rotulador verde que portaba, sobre la mesa y miró curioso al escultor.

─ ¿Para qué? ¿Para encontrar otro cadáver? Paso... Estoy harto de este juego, quiero que se acabe ya y no ver más muertos.

─ Pero... A lo mejor sigue vivo.

Dongpyo no respondió, ignorando lo que le había dicho, y continuó pintando florecitas de colores en su hoja.

Wonjin se sentía frustrado. Él tampoco quería continuar con aquello y mucho menos ver más muertos, pero si se quedaban quietos sin hacer nada, no podrían salir de allí en la vida.

Decidió salir de la sala de arte y buscar a otra persona a la que convencer de buscar al compositor. Caminar por la academia le resultaba muy diferente que los primeros días allí. Era el mismo lugar, sí, pero ya no había ese ambiente jovial y divertido de los primeros días, además de la cantidad de amigos que habían muerto entre esas paredes. El hecho de solo pensarlo era horrible.

Bajó hasta el primer piso, donde esperaba ver al menos a alguien, ya que, desde que eran tan pocos, nadie solía subir más pisos a partir del segundo.
Escuchó una puerta cerrarse lentamente. Se dirigió hacia allí, se trataba de la puerta de la biblioteca. Pensó que alguno de los demás se había metido en esa sala para leer algo y distraerse quizá.

Nada más entrar, se fijó en que dicho lugar estaba totalmente vacío, salvo por un ruido que llamó su atención. Algo pesado cerrándose.
Decidió ir hacia donde le había parecido escuchar el ruido, a pesar de que podría ser una insensatez.

Llegó delante de una estantería y se dio cuenta de que uno de los libros se movía lentamente, como guardándose de nuevo entre las lejas, encajando con el resto de libros.

Optó por la opción más racional, salir de allí y volver con algunos más, puesto que aventurarse solo era bastante peligroso.
Caminó hacia la salida, no sin antes mirar la sección en la que había encontrado aquello, la cual era la de filosofía.

Salió de allí y, tras un rato de búsqueda, dio con Donghyun, quien accedió, no muy convencido, a acompañarle hasta aquel lugar.

─ Espera un segundo, Wonjin... ─el recién nombrado, quien iba por delante, se detuvo y se giró para mirarlo, inclinando su cabeza como gesto interrogante─ ¿Y si es una trampa?

─ ¿A qué te refieres?

─ No sé... ¿Y si hay alguien detrás de esa estantería que me has dicho esperando a que llegue alguno de nosotros para matarnos?

─ Donghyun, eso es una tontería. Piensa que no tendría la certeza de que alguno fuese como para estar esperando. Además, es imposible esconderse tras una estantería pegada a una pared.

El florista se quedó pensativo por unos segundos. Aunque no quería reconocerlo, Wonjin tenía razón. El problema era que no quería ir a ver qué había allí. Tenía la sensación de que no era nada bueno.

─ ¿Y si vamos en otro momento? ─un incómodo silencio se formó entre los dos. Wonjin se sentía molesto con él. En realidad, con todos en general─ ¿Por qué no esperamos mejor a que estemos todos y vamos juntos? Así será más seguro.

El escultor accedió, pues la otra alternativa era ir solo y no quería eso, por lo que decidió que sería mejor esperar también a los demás.

⌗ REBIRTH OF DESPAIR ♡̷̷%՞˖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora