Cap. 37. El amor duele, el amor sana, el amor es impredecible.

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Katerin lo miró con tranquilidad y compasión. Él la había besado. Sin embargo, ella no le devolvió el beso. Sus sentimientos ya no eran los mismos, aquellos ya habían ido muy lejos así como la rabia y el resentimiento que le guardó por años.

Al ver el rostro flexible de ella y la actitud que ésta había tenido con él, supo que las cosas no iban como lo imaginó.

— Alejandro, entiendo que esto sea difícil para ti. Pero, debes de entender que lo que hubo entre nosotros ya no puede ser.
Explicó Katerin con una mirada llena de compasión.
— No, me niego a aceptar que ya no me amas más. Tú y yo... ¿Qué nos pasó?
Preguntó confundido. Él no quería aceptar el hecho de que su amor se había ido para siempre.

Si bien dicen que las oportunidades las debes de aprovechar cuando se te presentan. Para Alejandro estaba más que claro que la suya ya se había pasado, y lamentablemente no podía hacer nada más.

— Alejandro, sé que es duro, lo sé muy bien, te entiendo perfectamente bien, yo también pasé por eso. Al principio dolerá bastante, pero con él tiempo irá disminuyendo, te lo aseguró.
— ¿Y si no se va? ¿Qué hago con todo el amor que te tengo?
Preguntó tomando la mano de ella y posando la en su pecho, mientras su corazón se aceleraba ante su contacto, ellos compartían las miradas, solo que ella ya no tenía nada más que darle.
— Créeme, se irá. Solo es cuestión de que seas paciente. Por favor, te ruego que no vuelvas a hacer lo que has hecho anteriormente. Tengo que volver a mi empresa.
Afirmó con una ligera sonrisa. Se dirigió a la puerta y finalmente se fue.

Alejandro reflexionó las cosas que Katerin le había dicho, ella tenía razón. Ya no podía pedirle que lo amará, ella ahora tenía a alguien que realmente la amaba, que además había llegado a su vida y la alegró.
Aquel hombre que llegó en el momento indicado, aquel que curó y protegió su herido corazón.

No sólo ella fue sanada, sino que el mismo Michael encontró la cura en ella. Los dos habían pasado por muchas situaciones que no habían sido agradables. Ahora, realmente estaban siendo recompensados por el sufrimiento que vivieron.

En cambio, Alejandro solo estaba recibiendo lo que por años había cosechado. Es cierto que la vida es bondadosa para los que lo merecen y también les da lo que les corresponde, no importa como ni en que momento, la vida siempre lo cobra.

El corazón de Alejandro era un completo caos, sentía el rechazo de Katerin. Una y otra vez se culpaba de haber perdido una valiosa mujer que tan solo lo había amado con tanta pasión y él simplemente se había deshecho de ella como si nada.

Decidió que lo mejor era tomarse un tiempo para procesar y tomar las riendas de su vida. Estaba claro que ella ya nunca más lo amaría y él lo tenía que aceptar, aunque eso significará renunciar a su amor.

Por lo que, Alejandro les dio un maravilloso fin de semana a sus hijos, en el que procuró divertirse y pasar el mayor tiempo posible con ellos.

Después, se despidió de ellos y miró con tristeza a Katerin, a aquella mujer inalcanzable para él.

Le tomó un mes para aclarar aquellos sentimientos que tenía por Katerin. En el cual, le sirvió para reflexionar y entrar en razón.

Mientras tanto, con Katerin y Michael las cosas marchaban bien. Tenían una maravillosa noticia, ellos dos serían padres. Venía en camino un niño. Este se había convertido en la mayor alegría de Michael.

Aquel que al fin tendría una familia, ya que en su infancia había quedado huérfano. Tuvo la suerte de ser adoptado por una pareja británica que le brindaron todo lo que les fue posible, sin embargo, en su corazón siempre había anhelado tener una familia a la cual le entregaría todo el amor posible.

Ahora tendría lo que tanto había querido, después de haber sufrido un infeliz matrimonio con una mujer que lo había traicionado a la primera oportunidad que tuvo con su “mejor amigo”.

Katerin se había convertido en su fortaleza, en donde podía descansar y ser feliz, así mismo apoyándola. Desde aquel fortuito momento en el que se conocieron en el aeropuerto, aquella desdichada y abandonada mujer, de la cual encontró un sinfín de virtudes entre lo que ella describía como defectos. Tanto daño sufrió que no se amaba y que no quería seguir con su vida. Sin embargo, gracias a los pequeños que crecían en su vientre, a el apoyo y amor incondicional de Michael, ella había aprendido a amarse a ella misma ante todo.

Ahora, era la mujer más asombrosa y hermosa en sus ojos, aquella que pronto sería madre de su hijo. Aunque, a decir verdad ya consideraba como sus hijos a sus pequeños. Puesto que los había criado y dado todo el cariño, desde el primer día que los conoció se convertierón en su adoración, sin importar que ellos no fueran sus hijos propios.

Para Katerin, era una gran alegría ser madre, y más que tendría los cuidados de alguien que la amaba con tanta pasión como ella lo hacía. Su amor era correspondido, así mismo, de que tenía el apoyo incondicional de sus amigos y extrañamente de su familia, aquella que le dio la espalda cuando más los necesitó, ¡qué ironía!

Hubo un momento en el que ella pensó que los niños estarían molestos por la noticia, sin embargo, se lo tomaron bien. Hasta se emocionaron de tener a un hermano.

Todos los empleados de la compañía los felicitaron, todos procuraban cuidarla, a donde fuera siempre tenía a alguien pendiente de ella, así mismo Michael procuraba estar a su lado y cuando no podía, la llamaba a cada momento.

Eso a Katerin le parecía tierno de parte de él. Ella era demasiado feliz como nunca antes lo había sido.

Alejandro no sabía nada sobre su embarazo, pero, la noticia se propagó por todo su alrededor. En cuanto llegó a México, sus empleados le dieron la bienvenida y le informaron la noticia, lo cual Alejandro no se lo tomó del todo bien.

Aquello significaba que lo había olvidado por completo, que ella estaba dispuesta a seguir con su vida. Sin importar lo que pasará con él.

En los siguientes meses, Alejandro fue testigo de la gran devoción que Michael le tenía a Katerin, como él cuidaba de cada inquietud o problema que ella tuviera, se sentía celoso y desdichado. De alguna manera, sentía que la vida estaba siendo injusta con él. Era cierto que se había equivocado con no haberla valorado, pero, él sentía que no merecía esto.

Trató de ignorar la alegría de Katerin y de su esposo, y mejor se concentró en ser un buen padre con sus hijos. Aunque, muy en el fondo le dolía el hecho de que su amor ya no era más de él.

Pasaron los meses, hasta que llegó el momento en que Katerin dio a luz a su tercer hijo. Al cual, Michael y los niños lo recibieron con mucho amor. Katerin se sentía plenamente feliz.

Michael y Katerin nombraron al pequeño con el nombre de Sebastián, ya que su difunto padre adoptivo se llamaba así. Él quería honrar a aquel hombre que le había dado el cariño de un verdadero padre.

— Sebastián, mi pequeño, todos te amamos.
Dijo amorosamente mientras acunaba al pequeño entre sus cálidos brazos.
— Está muy pequeño, ¿puedo cargarlo?
Preguntó una curiosa Sandy.

Katerin y Michael compartieron miradas llenas de emoción.

Michael puso al pequeño en los brazos de Sandy, la cual tuvo cuidado con el pequeño. Samuel lo miró con asombro, le acarició su mano y luego miró a Katerin con una mirada seria.

— Mami, prometo que cuidaré de ahora en adelante a mi hermanito, así mismo de mi hermana. Te lo prometo.
— ¡Ay, hijo! No sabes lo feliz que me haces, ya has crecido mucho. Estoy orgullosa de ti.
Dijo Katerin emocionada con lágrimas de felicidad en sus ojos.

Si Tan Solo Me Hubieras Querido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora