Cap. 7. Una Conversación Que No Soporto.

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La empresa iba poco a poco recuperándose y Katerin se sentía muy orgullosa de lo que hacía.
Los trabajadores se sentían a gusto y trabajaban con más entusiasmo. Una que otra ocasión realizaba una fiesta para conocer a las familias de cada trabajador.

Así, los trabajadores se sentían cómodos con ella y sus familias tenían la certeza del esfuerzo que sus seres queridos hacían al trabajar en esa empresa.

Katerin conoció a cada uno, apoyó a quienes la necesitaban e impulso un programa para ayudar a los niños que querían estudiar y no tenían ingresos suficientes en los hogares de sus trabajadores.

La gente la apreció aún más, pronto su generosidad se dio a conocer a todos. Las ventas aumentaron y la efectividad de sus trabajadores también.

Por otra parte, la infraestructura de la empresa ya estaba mejor que nunca. Ella había reparado tantas fallas, ya era un lugar decente en el cual se podía trabajar a gusto. Además, añadió un comedor para todos los trabajadores. Ya que, evidentemente, hacía falta. También, una sala de descanso, porque sabía que debían de darse un pequeño descanso.

Por su parte, Alejandro encontró a una chica rica en una fiesta, con la que comenzó a salir por el dinero de su padre. No tardo ni un mes en pedirle matrimonio. Quería deshacerse de Katerin, y sí eso le ayudaba, lo haría. Ya después vería como disolver ese matrimonio, total eso no era problema para él. Tal y como lo había hecho con su anterior esposa, se separaría.

Katerin se enteró de la boda por medio del padre de la chica, el cual era un cliente frecuente en sus hoteles, por lo que, mandó a llamar a Alejandro para felicitarlo por su compromiso.

— ¿Me llamó presidenta?
Preguntó Alejandro entrando a su oficina. Al fin estaba de buenas al presentarse con ella, después de todo, podría al fin deshacerse de su presencia.
— Claro, pasa. Te he llamado para felicitarte por tu compromiso.
Dijo fingiendo felicidad.
— Gracias.
Esbozó una sonrisa.
— Ya sabés que puedes contar conmigo en lo
que quieras.
Comentó Katerin con una falsa amabilidad.
— Gracias por su ayuda.

Hubo un pequeño silencio en la oficina, hasta que, Katerin se atrevió a preguntar por aquello que le había estado resonando todo este tiempo. Quería saber que decía sobre ella.

— ¿Es tu primer matrimonio?
Preguntó curiosa.
—No, ya me había casado con una mujer, pero después me divorcie.
— ¿Era una mala mujer?
Preguntó interesada por saber que decía de ella.
— No, pero no me gustaba y no la soportaba.
—Y, si era así, ¿Por qué te casaste con ella?

Aquella era una pregunta que ella se había hecho todo este tiempo. De sólo pensar las posibles respuestas le causaba un gran disgusto.

— A veces uno no puede elegir con quién casarse y ese fue mi caso, me obligaron. Mi difunto padre lo hizo, sin importar lo que sintiera. Me amenazó con quitarme mi herencia y me vi en la penosa necesidad de casarme con ella.
Respondió serenamente, sin ningún atisbo de remordimiento.
— Oh, que mal.
Exclamó Katerin mirándolo con pena. Mientras que por dentro solo quería desquitarse con él, hacerle pagar por todo el daño que le había hecho y por no haber apreciado su amor. A parte, que solo la había usado para obtener su herencia, ahora más que nunca lo quería dejar en la calle, sin nada.

— Sí, ¿Y usted? No creo que una mujer como usted haya estado sola por siempre, o, ¿me equivocó?
— No se equivoca, yo tambien estuve casada con un patán, imbécil, desgraciado, que ame tanto como una tonta.
— ¿Qué le hizo?
— Me desilusionó y me trato de lo peor. Después de un tiempo de haberse casado conmigo, me arrojó como un trapo viejo, después de haber recibido su herencia. Yo primero no quería. Pero.... Le dí el divorcio y me dio dinero con la condición de no volverlo a buscar.
Respondió fingiendo que lloraba, tomó un pañuelo y limpió las falsas lágrimas.
— Que mal hombre se topó.
Comentó Alejandro, sin saber que estaba hablando de él.
— Sí, pero ya no lo quiero, más bien lo odio con todo mi corazón. Pero bueno, ya no quiero aburrirlo con esa historia, ya no tiene caso recordar a esa cosa. Ahora mírame, soy exitosa y muy linda, tan irreconocible a la que solía ser.

« Además, que el tonto no me puede reconocer.» pensó mirándolo con una sonrisa, ocultando su creciente enfado.

— ¿Cómo se llama su ex esposo?
— Mmm... Se llama igual que usted, pero me alegro, que usted no sea o no haya sido como él, ¿Y su ex esposa como se llama?
— Se llama Gyuri Reynosa.
Soltó con indiferencia.
— Me suena un poco el nombre, fíjese. Creo que... alguna vez la vi, pero de lejos, parecía una buena mujer.
Comentó Katerin simulando que recordaba algo.
—Oh, a lo mejor si la pudo conocer, la verdad desconozco su paradero y no me interesa saber más de ella. Espero que jamás nos volvamos a encontrar.

«¿Cómo puedes ser tan estúpido? Soy yo, ¿qué ahora no me reconoces? ¿tanto cambie? Además que sigues sin quererme, está bien, no me importa lo que sientas, ya estamos a la par. Eso es lo que más deseabas, ya lo has conseguido» pensó ella mientras lo miraba con desdén.

— Oh, ya veo.
Contestó cambiando su seriedad y molestia por una sonrisa.
— Sí.
— Bueno, si necesitas algo, no dudes en decírmelo, a ver que día se me hace conocer a tu bella prometida.
Dijo con una gran tranquilidad y confianza.
— Sí, a ver que día, yo le aviso.
Respondió Alejandro con una gran sonrisa yéndose de la oficina.
— Bien.

La sonrisa y las palabras de Alejandro no le gustaron a Katerin. Ella no quería que él fuera feliz, él no lo merecía. Menos por lo que ahora sabía.

Él debía ser tan infeliz como ella lo había sido en esa unilateral relación, en la que ella fue una simple ficha que después de ser inservible fue desechada sin ningún escrúpulo.

Aunque la vida le había recompensado, ella tenía aún el sabor amargo que él había causado en ella. Por lo que, ella misma le haría pagar por todo lo que le dio y que no supo apreciar.

«Juro que no descansaré hasta que llores lágrimas de sangre. No te dejaré en paz y no serás feliz hasta que yo quiera. Porque tú no mereces un final feliz.»

Ella sabía que tarde o temprano Alejandro cometería un error, del cual por supuesto ella debería aprovechar. No podía dejar que éste se saliera con la suya, no podía de la nada estar tan enamorado de aquella chica, definitivamente él estaba detrás de su dinero. Alejandro era aun inexperto, Katerin le llevaba un pie adelante, sabía que todo este circo era con la intención de echarla de la empresa.

Por lo que, Katerin le habló a su mejor amigo que era un detective, su plan estaba marcha y para que éste funcionará, él debía estar completamente solo.

— Sebastián, ¿me puedes ayudar en algo?
— Claro amiga, ya sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras.
Respondió su amigo con felicidad.

Ella le había hecho muchos favores, por lo que él estaba en deuda con ella. Además, gracias a Katerin había conocido a su actual esposa. Para Sebastián, era una gran sorpresa que su querida amiga le llamará para un favor, todo este tiempo había esperado pacientemente.

Si Tan Solo Me Hubieras Querido.Where stories live. Discover now