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Meses antes

—¡Apúrate, idiota. Tenemos que irnos!

—¡Ya voy!

—¡Nos van a descubrir, date prisa!

El chico frente a sus ojos seguía tomando más joyas del cajón. Escuchó  como la puerta de la cochera se abría y el auto de los dueños de la casa entraba, tenían que darse prisa o estarían fritos. La luz del auto se reflejaba por la ventana de la habitación, alarmándolos.

Alán aprovechó y tomó una pintura que parecía bastante fina, podría valer al menos unos cien dólares.

—Estoy listo, vámonos.

Ambos chicos escaparon por la ventana, bajando el muro de la casa sin hacer ruido, como unos expertos. Nadie notaría que estuvieron ahí.  Corrieron por todo el inmenso jardín hasta saltar el muro más grande que los dejaría salir de ahí. Sus costales estaban pesados, cargaban mercancía valiosa y tenían que tener mucho cuidado.

Los dos estaban fuera, tal parece que los señores no se dieron cuenta. Cruzaron la carretera lo más rápido que pudieron y llegaron al pequeño cuarto donde se quedaban.

—Por tu culpa casi nos descubren, Álex.

—Ya, lo lamento, solo quería tomar más cosas. Además, con las técnicas de parkour son suficientes para poder escapar de una casa como esa sin problemas.

—Como sea — Alán se tumbó en el sofá individual color guinda y encendió la televisión. Los costales con la mercancía yacían en el comedor.

—¿Cuánto crees que nos den por esto? — pregunta su compañero señalándo con la cabeza hacia los costales.

—No lo sé, probablemente un poco más que la última vez — cambia de canal.

—En serio Alán, tenemos dinero ¿por qué seguimos viviendo en este cuarto de mierda? Ni el gato de mi abuela querría vivir aquí.

—Cálmate. Lo sabes, ¿no? — dejó de mirar la pantalla del televisor —, seguimos aquí porque nadie sospecharía que unos delincuentes  viven en un lugar como este. La policía busca en lugares transcurridos y apartamentos grandes porque saben que tenemos dinero.

—Bueno sí, pero...

—¿Quieres ir a la cárcel, Álex? — interrumpió, alzando la voz.

—No.

—Entonces cállate y aguanta.

Un largo silencio transcurrió por algunos segundos, tan solo las voces en la televisión sonaban en el pequeño cuarto. Álex se sentó en el comedor mirando la mercancía.

—¿Cuál es la siguiente? — preguntó aún sin dejar de mirar las cosas.

—¿Qué?

—¿Cuál es la siguiente casa que robaremos?

Alán sonrío maliciosamente y se acercó a Álex para sentarse en el comedor al lado de él.

—Escucha esto y grábate este hermoso  apellido porque nos hará extremadamente ricos: la mansión de los Leblanc.

Álex abrió sus ojos de par en par, con la impresión grabada en su rostro y pestañeó desconcertado —. ¿Hablas de la mansión de la familia más prestigiada de todo Estados Unidos?

—¡Esa misma! ¿Te das cuenta de cuántas cosas valiosas pueden tener esas personas? ¡Podrían valer millones! — los ojos de Alán le brillaban con malicia.

GREEN TREES STREET [PAUSADA]Where stories live. Discover now