━ 𝐋𝐈𝐈: No tienes nada contra mí

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El pescador arqueó una de sus tupidas cejas, sin entender muy bien a qué venía aquella interpelación. Si antes no comprendía nada, ahora mucho menos.

—Sí. Fue durante la festividad del Jól —contestó tras unos instantes más de fluctuación—. En uno de los banquetes que se organizaron en el Gran Salón. Estabas preciosa esa noche —remarcó en un vano intento por apaciguar un poco el ambiente.

Kaia frunció los labios en una mueca desdeñosa.

No le interesaban sus halagos.

—¿Qué te impulsó a hablar conmigo? —La skjaldmö ladeó la cabeza, haciendo que las cuentas de hueso de sus trenzas tintinearan—. Había muchas mujeres por las que decantarse. ¿Por qué me escogiste a mí? —inquirió con voz plana y monocorde.

Trygve se encogió de hombros.

—¿Acaso no es evidente?

—Responde a la pregunta —le increpó Kaia.

El hombre se removió con cierta incomodidad en su asiento. No le gustaba el cariz que estaba tomando aquello, y la actitud de su amante no mejoraba las cosas. Se acarició la barba hirsuta y castaña y carraspeó. La mirada de Kaia parecía traspasarlo, fulminándolo como si no fuese más que un vil insecto. Aquel riguroso escrutinio empezaba a exasperarlo.

—Me llamaste la atención —solventó, como si lo que acababa de decir fuera lo más obvio del mundo. Los iris cenicientos de La Imbatible se estrecharon ligeramente en advertencia, pero él continuó hablando—: Eres una mujer hermosa y atractiva. Cualquier hombre que se precie estaría interesado en ti.

Kaia esbozó una sonrisa frívola. Un gesto que le helaría la sangre a cualquiera, incluso al hombre más valiente y osado, pero que no tuvo ningún efecto en Trygve. Este se enderezó en su asiento y entrelazó las manos sobre la superficie de la mesa.

—¿No te cansas de mentir? Debe ser agotador —bisbiseó ella en un tono peligrosamente dulce.

El pescador arrugó el entrecejo.

—¿Por qué piensas que estoy mintiendo?

La sonrisa se congeló en el rostro de la escudera. Por un momento, quiso creer que no era cierto, que tan solo se trataba de una confusión, de un simple malentendido. Sin embargo, cuanto más lo observaba más confirmaban sus ojos aquello que su mente no era capaz de procesar.

Las palabras que no había llegado a articular se retorcían en su garganta, amenazando con ahogarla. Pero ya no podía echarse atrás, no ahora que había llegado tan lejos.

—Hace un par de semanas, Torvi y yo nos pasamos por todas las tabernas de Kattegat para recabar información sobre Herrøld Jogeirsson —comenzó a relatar, ignorando la desazón que le oprimía el pecho—. Una de ellas fue frecuentada por él en vida. Al principio el dueño se mostró reacio a colaborar con nosotras, pero conseguimos disuadirle. ¿Quieres saber lo que nos contó? —El semblante de Trygve se tornó inexpresivo, aunque un pequeño músculo tembló en su mandíbula—. Nos dijo que Herrøld se reunía allí con un hombre que siempre iba encapuchado y que ambos ocupaban la mesa más aislada de todas para hablar en susurros, como si estuvieran conspirando entre ellos. De hecho, la última vez que se juntaron fue el día anterior a que intentaran asesinar a Lagertha. Sospechoso, ¿no? —Kaia rio con desgana.

El pescador movió la cabeza de lado a lado. Sus manos continuaban entrelazadas y las apretaba tanto la una contra la otra que sus nudillos habían palidecido. Su fisonomía, en cambio, seguía sin transmitir la más mínima emoción, al igual que su mirada. Por más que La Imbatible lo observara e intentase encontrar al hombre con el que había pasado las últimas lunas, refugiándose en él para poder sobrellevar mejor la ausencia de Drasil, solo veía a un desconocido.

➀ Yggdrasil | VikingosWhere stories live. Discover now