HoSeok me empujó contra la pared, sus manos se apoderaron de mis muñecas empujándolas contra la pared a cada lado de mi cabeza antes de presionar su boca con la mía con fuerza. La abrí de buena gana, no quería pelear con él por el control, solo quería me hiciera suyo como tanto deseo, me besaba con tanta pasión que lo único que podía hacer era tratar de seguir su ritmo. Empujé mis caderas con la esperanza de mayor contacto, pero retrocedió, gemí en protesta.

- Te quiero en la cama para el momento que llegue -ordenó con un gruñido en mi oído- no te tocarás a ti mismo hasta que yo esté allí, ¿entiendes, TaeHyung?

- S-Sí, maestro -respondí completamente sumiso.

Estuve a punto de tocarme, pero me acordé de la voz de mando de HoSeok antes de que entrara. Estaba desnudo de la cintura hacia arriba, sus pectorales y abdominales eran duros y definidos, flexionándose mientras se movía y tenía un aspecto magnífico cuando se puso de pie junto a la cama.

Quería llegar hasta él, trazar sus abdominales con mis labios, pero él se movió primero, sujetándome contra la cama, mis manos por encima de mi cabeza.

- ¿M-Maestro? -me arqueé, desesperado por su contacto, la tela de sus jean se burlaba de mi dureza, gemí suavemente.

- Eres un niño travieso, muy travieso TaeHyung -apretó el agarré sobre mis muñecas, sonreí coqueto- jugando con fuego de esta manera.

- Ser travieso está en mi naturaleza -alcé mi cabeza para lamer la esquina de sus labios. Chupó mi lengua en su boca, rodeándola con la suya.

- ¿Sabes qué le sucede a los niños traviesos? -preguntó, pasando su lengua desde mi cuello a mi oreja- son castigados.

- ¿Qué harás ahora? -arqueé una ceja, retándolo.

Se inclinó para besarme de nuevo al mismo tiempo que apretó más mis muñecas, el beso me calentó, me dominó. Sus labios me hicieron imaginar lo que haría más tarde con esa hábil lengua suya. No me di cuenta de lo que hacía hasta que tiró de mis muñecas y las ato con un bufanda de seda.

- ¿M-Maestro? -pregunté con curiosidad.

- Los chicos traviesos son castigados -respondió con una sonrisa maliciosa y ató el otro extremo de la bufanda a la cama, dejando la longitud necesaria para que pudiera girarme sin retorcer mis brazos.

No estaba acostumbrado a estar atado, a pesar de que HoSeok lo hacía de vez en cuanto, no podía ajustarme a aquellos gustos, pero tenía cierto atractivo para una parte de mí que ni siquiera sabía que existía. HoSeok se desabrochó el cinturón y los jeans, dejando que su polla dura como una roca saliera de su bóxer.

Me sentía... ansioso, estaba nervioso, pero ni en lo más mínimo sentía miedo, no sentía la necesidad de escapar, amo a este hombre de la misma manera. Lo deseaba lo suficiente para darle el control, completamente. Sus manos se deslizaron de mi espalda hasta mi cuello, amasando y masajeando mi nuca antes de deslizarse de nuevo. HoSeok elevó mis caderas hacía arriba, así quedaba de rodillas en la cama como si estuviera rezando. Podía sentir como se cernía sobre mí, mirándome.

- M...M-Maestro, y-yo...

- Silencio -fijo su mano en mi cuello- no está permitido hablar, ¿comprendes? -asentí, mordiéndome mi labio inferior. Me encanta cuando se pone de esa manera, me calienta tanto.

Daddy ○ HopeV.Where stories live. Discover now