Capítulo 13

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San se encontraba en la habitación del hotel de aquel país alejado de su hogar. Estaba molesto y triste, pero al igual se sentía tranquilo, ya que cumpliendo con su deber, nada malo le pasaría a su Wooyoung, y eso era lo único que le importaba.

Llevaba un par de horas sentado en la gran cama solo observando su alrededor por aquel gran ventanal que tenía enfrente suyo, era impresionante la cantidad de hilos carmesí que se entrelazaban y enredaban entre sí en esa ciudad, y de repente recordó una de las muchas cosas que le había dicho su abuela.

[...]

—San, ¿conoces la palabra Musubi?

Un pequeño Choi negó con su cabeza, lo que hizo sonreír a su abuela.

—Bueno, como podrás saber, cada persona tiene un hilo carmesí en su meñique, y ese hilo muestra el destino que le depara a cada una de ellas.

San se asustó un poco, no le había contado nada a su abuela sobre lo que ahora veía, pero no supo que responder y solo quiso escuchar todo lo que ella le quería decir, así que la mujer siguió hablando.

—El destino siempre juega con la vida de las personas, así que estos hilos se entrelazan mientras se enredan con otros, se distancian y tensan, pero jamás se rompen, entonces a esto se le llama Musubi, ¿y sabes que quiere decir esto? Que siempre, pase lo que pase, algún día los destinados se encuentran, para unir sus hilos para siempre.

[...]

En ese momento el rubio no había entendido mucho en ese momento ya que solo era un niño, pero al crecer y observar a muchos destinados frente suyo lo había comprendido.

Todos tenían a alguien el cual estaba destinado a pasar el resto de su vida en cuanto se encontraran, menos él. Porque él era el prodigio que podía observar el destino de todos, menos el suyo mismo, porque él no tenía uno, o al menos esa fue su conclusión después de tantos años solo.

Y entonces se preguntó si alguno de los hilos que veía en ese momento por la ventana era la otra mitad de Wooyoung, lo que hizo que su corazón doliera y que un nudo en la garganta se formara, pero antes de poder llorar su madre entró al cuarto.

—Debemos hacer algo con ese cabello rubio que te traes, así que compré esto —le dijo mostrándole una caja de tinte para el cabello —. Te lo pintas ahora mismo, y no quiero excusas.

Sin fuerzas para pelear más, Choi tomó aquella caja y se dirigió al baño.

Después de un rato, salió con su nuevo tinte, el cual era un castaño oscuro, pero un poco de rubio se asomaba en las puntas de su cabello.

—¡Te dije que todo el cabello! Dios mío, Choi San, ya no hay tiempo de arreglar eso. Ahora solo ponte esto, te quiero listo en diez minutos —gritó mientras salía de la habitación dando un portazo.

El ahora castaño se fijó en la bolsa que le había señalado su madre antes de salir y la abrió. Era un traje color negro y lucía bastante caro, si algo que odiaba con todo su ser era usar trajes, le recordaban a su frío padre cuando lo visitaba de pequeño hasta que dejó de hacerlo, pero ya no le quedaba de otra, todo lo hacía por Wooyoung, se repetía una y otra vez.

Terminó de alistarse y bajó al primer piso, para encontrarse con su progenitora y finalmente dirigirse a la empresa para firmar aquel contrato que terminaría con su vida como la conocía.


[...]


—¿Tienes alguna idea de donde puede estar San?

—Y esa es una excelente pregunta, mi amigo.

Musubi | woosanDär berättelser lever. Upptäck nu