No podía negar que por un momento se sintió especial, era algo memorable y emocionante sentir por primera vez el llamado de su compañero y la forma en la que sus propias feromonas respondían a él. No sabía que su cuerpo también podía desprender un aroma tan característico y lo hizo sentir feliz notar que sus feromonas hacía sentir a Kacchan más relajado.

Se quedó allí acariciando pudorosamente el dorso de su mano y emitiendo sus feromonas por un rato, tanto como la desconfiada madre del rubio se lo permitió y era algo que aun no podía sacar de su cabeza.

¿Ese era el Kacchan omega? Ese que se relajaba bajo su mano y le permitía acariciarlo, ese que lo llamaba con sus feromonas haciéndolo sentir desbordado y deseoso, ese que con una simple interacción había llenado lo suficiente su corazón temeroso de confianza, como para querer quedarse a su lado y tratar de averiguar que había en medio de esa confusa y entretejida gama de sentimientos que el chico le provocaba, porque no todo podía ser malo, no sin tocarlo de esa forma podía hacerlo tan feliz.

Fue lo que rondó su mente desde que abandonó la habitación y lo ayudó a mantenerse positivo sobre lo que aguardara. Previó muchos escenarios, planeó lo que diría, habló con su madre, trató de calmarse y ser paciente hasta que el chico despertara, pero cuando oyó su voz su mundo se vino abajo. El frio que recorrió su espalda le hizo entender que no estaba listo y probablemente jamás iba a estarlo.

—Izuku... —exclamó su madre preocupada por el lapsus de pánico que al parecer se había apoderado de su hijo, dejándolo pegado al asiento mientras Katsuki se aproximaba a la puerta como un torbellino— puedes hacerlo... — lo animó con voz dudosa, sintiéndose incapaz de hacer algo más que empujar su espalda con cariño y creer en la determinación que hasta hace unos momentos sostenía su pequeño—

El chico se paró de manera torpe, sintiendo el piso sacudirse bajo sus pies mientras el alboroto que había tras la puerta se intensificaba.

Un violento intercambio de palabras, golpes, objetos rompiéndose y pasos erráticos sonaba agitando cada vez más la respiración del peliverde, quien más haya de temer a la ira de Kacchan, temía a su inestabilidad emocional, a sus heridas y a su propia incapacidad, y es que, no estaba acostumbrado a tratar con un Kacchan lastimado. La últimas que tuvo que enfrentarlo no supo cómo actuar más que alentando sin querer su rivalidad y tampoco sabía cómo actuar ahora.

Un empujón lo hizo tropezar, dando un par de pasos hacia atrás que lo quitaron del camino del padre de Katsuki, quién se abalanzó repentinamente hacia la puerta alertado por los familiares sonidos que venían de dentro.

Entonces una escena cotidiana se desarrolló frente a la mirada desconcertada de Izuku. El hombre entró y separó al par de rubios que rodaban por el piso dándose de golpes, con una precisión bastante acertada. Dedicándose a tratar de calmar a ambas partes mientras inmovilizaba con el peso de su cuerpo a su hijo y frenaba la ira de su esposa con movimientos de manos y palabras ocasionales de sensatez.

La escena dejó inmóvil al pecoso, haciéndolo ajeno a lo que pasaba allí dentro. En un estupor denso que alentó sus pensamientos haciendo el tiempo trascurrir más lento.

Allí, frente a él, su compañero luchaba de manera desesperada por liberarse. Gritaba y maldecía a todo pulmón contra Todoroki en una declaración de guerra que seguramente todo UA escuchó. Desesperado, impotente y destrozado empujaba a base de ira y frustración su mallugado cuerpo, para ir en busca de la justicia que le correspondía, esa que él no fue capaz de conseguir y el mundo le negaba de manera descarada. Iba detrás de ella con valor y una fuerza irrefrenable, importándole poco lo que los demás pensaran, lo que era correcto, lo que era bien visto, lo normal para alguien de su tipo. Y esa fuerza, fue capaz de sobrepasar a Izuku, quien por primera vez y de la manera más violenta experimentó la parte más dura de compartir un vínculo con alguien.

OMEGAWhere stories live. Discover now