Capítulo V: El escape

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Lo siguiente que supo Kim fue que se encontraba de regreso en la habitación de Subaru. El muchacho la había transportado allí con ayuda de su poder, esperando que Ayato no tuviera las fuerzas para importunarlo en su espacio. Subaru la soltó y examinó minuciosamente su cuerpo de arriba hacia abajo, asegurándose de que no hubiese sido lastimada por alguno de sus detestables hermanos.

Kim se sintió intimidada al sentir aquellos ojos color carmín sobre ella, no obstante, un leve rubor apareció en sus mejillas al notar su preocupación.

— Eh... esto... ¿Subaru? — musitó suave con la mirada gacha.

— ¿Hn? — masculló él, irguiéndose de inmediato con disimulado nerviosismo. Por un momento no se percató de lo invasivo que estaba siendo.

— Gracias por salvarme — soltó la chica sin más, levantando la vista hacia el más alto, encontrándolo con una expresión desconcertada. — También... gracias por ayudar a Yuzu cuando te lo pedí — agregó, dedicándole una tímida sonrisa que descolocó aún más al vampiro. — Eres una buena persona. Me alegra que hayas sido tú quien me encontrara.

Tras escucharla, Subaru se paralizó. Su mente acababa de nublarse. No daba crédito a sus palabras, debían ser una broma de mal gusto o una mentira. "¿Qué? ¿Por qué me estás agradeciendo? Yo no... ¡Si sabes que solo te salvé para usarte! Tú no eres nada más que una presa para mí... ¡Deberías odiarme! ¡Merezco que me odies!" Y con esta serie de pensamientos, explotó:

— ¡Cállate! — gritó de súbito, asustándola y avanzando hacia ella de manera intimidante. Un paso bastó para trizar la baldosa y hacer retroceder a Kim, cuya sonrisa había desaparecido para dar paso a una expresión atemorizada. Pero Subaru ya no podía contener la ira que luchaba por salir de cada parte de su ser y de sus más oscuros pensamientos: — Si te matan tendré que esperar a un nuevo sacrificio para alimentarme, ¡solo por eso te he ayudado! Pero no te acostumbres. Lo que te dijeron esos sujetos es verdad: estás destinada a morir en mis manos, ¡¿me oíste?!

Al decir esto último, Subaru avanzó hasta acorralarla contra una pared, la cual golpeó firmemente con un puño. Junto a su cabeza, Kim notó un agujero en el concreto y volvió a encontrarse de frente con el vampiro, quien parecía haber perdido el control. Sin poder soportarlo más, la humana lo apartó con sus escasas fuerzas y huyó hacia la salida de la habitación.

— ¡O-oye! — la llamó el albino, sorprendido por su acción. Kim atravesó la puerta y regresó al pasillo, corriendo lejos de Subaru. Estaba huyendo de él. — Tsk, ¡maldita sea! — vociferó antes de darle una fuerte patada a una silla que se encontraba cerca suyo.

El ornamento se destruyó en el acto y Subaru hizo amago de querer perseguir a Kim para traerla de regreso. Con sus poderes hacer eso era pan comido, pero algo en él le detuvo: "Tal vez sea mejor así..."

Este pensamiento lo obligó dar freno a sus impulsos. Sí, definitivamente era mejor así. Kim debía marcharse si quería sobrevivir.

Resignado, Subaru apretó los puños y la mandíbula, esforzándose en no moverse de su sitio y aceptar la realidad. "Es un buen momento. Quizá lo logre."

* * *

Kim no tardó en encontrar problemas apenas salió de la habitación. Su mente estaba eclipsada por la decepción de haber pensado, ingenuamente, que Subaru era una buena persona. "Me equivoqué... ¡me equivoqué!", se repetía una y otra vez, sin poder sacarse de la cabeza su violenta reacción. De este modo, sus pasos erráticos la llevaron hasta un pasillo donde no había estado antes. Ahí se escucharon gritos que la obligaron a ocultarse tras una pared.

— ¡Devuélvela! — Era la voz de Kanato. Con espanto, Kim apoyó su espalda en la muralla contigua hacia donde se encontraba él y cubrió su boca con ambas manos. — ¡Devuélveme a Yuzu!

Ni tan diabólicos ni tan amantes | | Diabolik Lovers OCWhere stories live. Discover now