Algo totalmente inesperado

Start from the beginning
                                    

–  Será mejor que lo controles – le dijo a Rebeca que también se había acercado a él – sino quieres que se valla con un ojo morado.

–  Arréglense ustedes – dijo sonriendo y besando a Dan para saludarlo.

Sakura pensó que se veía aún entupida en la sala sola y también se acercó.

–  Hola Dan – dijo sonriéndole.

–  Sola Sakura – le contestó. Cuando entró le fascinó verla tan torpe como ya la conocía y ver como sonreía, por eso arruinó toda hostilidad que pretendía crear hacia ella. Pero había algo realmente diferente en su semblante.

Le dio un vistazo rápido, solo para ver en lo que había cambiado. Su sonrisa seguía siendo la misma, igual que sus ojos, su cabello estaba muy largo a comparación de hace unos meses y se lo había enrizado perfectamente haciendo que sus pómulos resaltaran más y acentuaran su cara en forma de corazón, sus largas pestañas y sus parpados decorados levemente, si no la estuviera viendo tan detenidamente pensaría que no se había maquillado. Su cuello lo veía mas largo ¿Siempre había tenido tanto busto? Y ¿Su cadera siempre había sido de esas proporciones? Eso le excitó muy rápido, mucho. Sus piernas seguían siendo largas y su piel seguía viéndose suave y de ese color cremoso.

Gracias a Dios que sonó el timbre.

Sakura fue a abrir rápidamente.

Era Criss quien entraba primero después de saludarla. Detrás de él estaban Samy y Sebastian.

–  ¡Samy! – dijo besándola en las mejillas.

–  Hola Sakura – dijo sonriéndole. Esa sonrisa le encantaba.

–  Los extrañamos mucho. – Samy siguió a Criss dentro de la casa donde siguieron los saludos por parte de los demás.

–  ¡Sebastian! – dijo Sakura mientras lo abrazaba y él le correspondía el abrazo y que, de no ser por que uno de ellos estaba casado, ese abrazo se hubiera visto como una reconciliación de amantes.

–  Te tengo un regalo – le dijo. Sacó un pedazo de tela y la comenzó a desdoblar en su mano. Una gargantilla hecha de ámbar tejido en cuero. Ella deslizó sus manos por aquella hermosa pieza de arte.

–  Es lindísima.

–  No vas a decir algo como “no podría” – dijo Sebastian sonriendo.

–  No diría algo tan aburrido. Ya no – Sebastián tomó el collar y se lo puso. Aunque no había sentido lo mismo cuando sus dedos tocaron su cuello como en la vez de su cumple años, sintió como si ahora todas las piezas estuvieran encajando por una extraña razón.

–  ¿Entramos? – ella asintió.

Sakura se había pasado toda la tarde limpiando. Y pasaron en seguida a comer. Les había parecido una cena grandiosa.

Tanto Andrew como Sakura habían tenido especial cuidado en tocarse lo mínimo.

Y de eso se habían dado cuenta todos.

Cada vez que Andrew se movía, Sakura también lo hacia para estar un poco más cerca de él, y estaban seguros que eso era ya de manera inconciente. Cada vez que Sakura retrocedía, Andrew la miraba unos segundos para después fijar sus ojos en otra cosa.

Sakura había ido por el postre, Andy y Dan habían ido por un par de cervezas a la cocina y ayudar a Sakura. Andrew había ido al baño y se había asomado a la cocina para ver en que podía ayudar. Pero se fue al ver que no era necesario.

El postre estaba servido, era gelatina. Sakura se había disculpado por que no se había acordado de preparar un postre. Y todos se habían reído al verla realmente apenada por ello.

Amor odio o paranoiaWhere stories live. Discover now