O4

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Kakyoin había estado tratando de dormir durante bastante tiempo. No logró hacerlo hasta que Jotaro, durante la madrugada, le susurró que ya durmiera porque tenían que ir a clases al otro día.

La voz de Jotaro le calmó. Bastante.

¿Probablemente le hizo sentir vivo? A veces se ponía a pensar en Iggy y Avdol. A veces pensaba que él podría haber muerto también. A veces pensaba y pensaba tanto que, se sentía tan lejano lo que había vivido. Se cuestionaba su existencia.

Y por alguna razón Jotaro estaba ahí para afirmarle el hecho de que estaba viviendo. Estaba vivo.

Sonrió ante los susurros proporcionados por su amigo para hacerlo dormir. Últimamente pensaba también, lo tierno que era Jotaro con él. A su manera.

Su rostro se hundía en la curvatura del cuello ajeno, mientras aspiraba aquel aroma del pelinegro.

Minutos después cayó dormido.

(...)

Kakyoin y Jotaro caminaban nuevamente a la escuela en la mañana. El pelirrojo con las manos en sus bolsillos, Jojo con sus guantes. Hacía bastante frío esa mañana. Además, la noche anterior había llovido.

—¿Seguro que no quieres mis guantes? —el más alto cuestionó una vez más.

Kakyoin negó con la cabeza, señalando la tienda donde anteriormente compraron onigiris.

—El de la tienda debe haber guardado mis guantes. Vamos a buscarlos. —con eso, ambos se dirigieron al interior del lugar, que ya estaba abierto a esas horas de la mañana.

Efectivamente, el dueño tenía los guantes y se los devolvió a su propietario.

Salieron de allí. Jotaro admiraba como su amigo estaba feliz de obtener sus guantes de regreso.

—¿Supongo que ya no te sirven mis manos? —Jojo dijo aquello, suspirando.

—¿Qué es esa pregunta? —Kakyoin rió nervioso, sin poder identificar si estaba preguntando en serio o era una broma. Bueno, Jotaro no era alguien que bromeara mucho. No sabía cómo tomarlo.

—Ah, dame un respiro.

(...)

Era hora de uno de los recesos de clases. Kakyoin estaba sentado en el patio sobre un banco, dibujando sobre su cuadernillo, al parecer la vista que obtenía de la escuela.

—Kakyoin. —Jojo llegó con las manos en sus bolsillos, sentándose a un lado del chico.

—Jotaro. —le sonrió al que recién había llegado.

Pasaron unos minutos mientras el pelinegro veía como su compañero dibujaba. Realmente le gustaba su estilo de dibujo. Se veía realista. Y eso que la realidad no es que certeramente transmitiera calma para Jojo, pero los dibujos de Kakyoin ciertamente hacían eso.

Se paró del banco, llamando la atención del dibujante.

—Kakyoin, vamos a la terraza.

—Mh, ¿por qué? Estoy cómodo aquí.

—Aquí no puedo fumar. Me van a ver. —chistó Jotaro.

—Pues ve a fumar allí. Estoy dibujando.

Jotaro volvió a chistar al ver que Kakyoin no rió de sus propias palabras como siempre hacía cuando bromeaba. Suspiró y colocó una de sus manos en el banco en el costado de Kakyoin, agachando su cuerpo como para acorralar al nombrado.

Noriaki, ante eso, no pudo evitar mantener un contacto visual con Jojo, algo que no le puso incómodo. Hasta que sonrojó.

—Ven conmigo. —Eso bastó para que Kakyoin siguiera sus pasos.

𝙄𝙣𝙫𝙞𝙚𝙧𝙣𝙤 𝙮 𝙚𝙡 ú𝙡𝙩𝙞𝙢𝙤 𝙩𝙧𝙚𝙣 𝙖 𝙘𝙖𝙨𝙖 ✎ 𝓳𝓸𝓽𝓪𝓴𝓪𝓴.Where stories live. Discover now