El arte del matrimonio

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Nunca he creído en la casualidad o el destino, son cosas difíciles de creer para mí pero entonces un día todo cambió. Un día todos los planes cambiaron y me encontré de pie con un mapa en la cara cuando no suponía que debía estar ahí, yo estaba buscando una conferencia y me encontré con él. Serendipia. A veces me preguntaba si fue casualidad o destino. Con el tiempo dejé de preguntarme eso y solo me dediqué a apreciar mis momentos con él y el hecho que lo conocí. Que entre millones de personas, él y yo nos encontramos. Que entre millones de personas, él y yo nos enamoramos. Dejé de preguntarme como serían las cosas si hubiera tomado otras decisiones, si no hubiera aceptado estar con él. Dejé de cuestionar el hubiera y empecé apreciar el momento, la fantástica vida que tenía y aún tengo. Por que si algo e aprendido es que esta vida es demasiado frágil y no sabemos en que momento todo lo que tenemos se puede ir. La vida es frágil y extraña, como un sueño, se siente casi irreal en ciertos momentos pero a diferencia de los sueños, nosotros podemos decidir que hacer con nuestra vida y yo decidí no dejar que el carrusel siga girando.

El carrusel ya dejó de girar.

-No es mi intención molestar.-me empieza a decir el hombre que acaba de entrar a la cafetería y se detiene delante de mí con sus manos sobre el respaldo de la silla.-Pero estado de pie afuera y me he dado cuenta que estas sola y que no llevas anillo de casada o comprometida, así que si no es molestia me gustaría invitarte una taza de café.

Una taza de café, suena tan inofensivo pero fue una taza de café lo que me llevó a conocer mejor a Nicolás Mayer. Fue una inocente taza de café y un mapa malvado lo que llevaron a enamorarme de él.

-¿Por que debería aceptar?-le pregunto.

Mis ojos miran por un momento mi mano vacía donde solía estar mi anillo de compromiso y mi argolla matrimonial. Paso mi dedo casi de forma inconsciente por la marca que los anillos han dejado.

-Me gusta beber mi café sola.

Él sonríe y quita la silla para sentarse, levanto una ceja y lo miro con una sonrisa por su audacia de sentarse.

-Es solo una taza de café. ¿Quién podría rechazar una taza de café?

-Alguien que no le gusta el café.

Él se ríe y yo muerdo mi labio para evitar sonreír pero él lo nota.

-Pero a ti te gusta el café.-me dice él.- Y no es lo único que sé sobre ti, sé algunas otras cosas que te gustan.

-¿Cuáles serían esas cosas?

-Yo.

Lo veo buscar algo en sus bolsillos y sostenerlo en la palma de sus manos. Lo miro intrigada y antes que yo pueda decir algo él toma mi mano y coloca los anillos.

-Limpios y brillantes.-me dice él y besa mi mano.

Observo los anillos de vuelta en mi mano con una sonrisa. Blue, nuestro perro, un hermoso labrador, se comió mis anillos por accidente. A Blue le gusta morder los objetos brillantes y mis anillos no fueron la excepción. Paso mis dedos por mis anillos y recuerdo hace tres años cuando estábamos a punto de divorciarnos. Cuando todo parecía que había terminado.

-¿Yo soy lo que quieres?-me pregunta Nicolás.- Porque debo decirte que nuestras peleas serán malas, desordenadas e igual de frecuentes que siempre. Por que tú y yo somos así. A veces dejaras de hablarme pero me seguirás amando, no me hablaras pero dejaras notas en mi oficina, te enojaras conmigo y me dirás cosas desagradables y yo te diré algo sobre el país pasivo agresivo y dejaré una taza de café en tu oficina o en casa porque así es como somos, no somos perfectos, nunca lo hemos sido. Yo estoy de acuerdo con eso porque sé que quiero estar contigo, sé que te amo en lo bueno y en lo malo. Sé que nunca he dejado de amarte pero ¿Tú estas de acuerdo con eso?

Por favor, no dejes de amarme ✔Where stories live. Discover now