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Había tantas cosas que no comprendía en aquel entonces. Mi poca madurez y falta de roce social me hicieron tropezar muchas veces en el camino.

Creo que en ese tiempo estaba comenzando a desarrollar mi empatía, luego de tomarle cierto afecto a mis amigos (más que afecto quisiera decirle apego, no estoy seguro si estaba en condiciones de querer a alguien o no). Logre darme cuenta de que sentía algo que me hacía daño por dentro cada vez que era mal entendido o cada vez que dañaba a alguien sin querer. La culpa empezó a aflorar en mí, pero la viví en mis huesos por primera vez cuando fui traicionado por Daw.

No sabía lo que era sentirse traicionado, principalmente porque no había interactuado de esa manera con nadie hasta hace muy poco y porque de todas las personas con las que interactuaba hasta ese entonces, yo era el que debía obediencia, a mí nunca se me debía nada. Así que no sabía cómo era esperar algo de alguien y que ese alguien no respondiera.

Ahora sé que sus intenciones eran buenas, que solo buscaba ayudarme a practicar.

En ese entonces el director Colbyb me había quitado mi anillo por seis meses, por una travesura que había hecho en vísperas de navidad. Llevaba dos meses ya sin poder hacer prácticas, sin poder lograr esas conexiones que sentía, cuando Daw me dio asilo en su guarida.

No sé muy bien en realidad lo que nos hizo hablar. Nunca le había dicho a nadie a cerca de los nombres, a cerca de transportarme, a cerca de como venían a mi mente de forma espontánea, pero me vi hablándole y él, me escuchó y me respondió, a pesar de que había matado a su perro.

No tenía nada en su contra principalmente, sin embargo él fue el que más había perdido. Sabía que era algo muy profundo vincularse, después de todo Viradecta estaba vinculada con vencejo.

Nunca supe que había bien y mal, nadie me enseño la diferencia, nadie me dijo que Viradecta era un monstruo. Para mí era alguien que veía todos los días, lejana, distante, ocupada, importante. Mis más jóvenes recuerdos están nublados por silencio, secreto y esa inquietud en el aire que se tejía cuando hablaban de ella, de nosotros.

Eso no necesitaba explicación. Su solo nombre me marcaba, por ser su nieto. En la escuela los recreos se llenaban de silencios con cada paso que daba. Después del "patio rojo", era como si definitivamente me hubiera convertido en miembro de mi familia.

Así que en mi interior más que miedo sentía curiosidad hacia ella. Sabía lo que era capaz de hacerme, los nombres que había hablado en mi contra, y también conocía su sensibilidad para vincularse. Para mí, si ser como ella era ser alguien malo, entonces ser malo simplemente era tener poder, reputación y frialdad, porque creí que cualquiera que buscara ser tan grande tendría que ser capaz de decirle esos nombres a cualquiera, aun sabiendo lo que se sentía.

Repasaba todos los pasos mentalmente para que no se me hiciera difícil, lo hice tantas veces que podía sentir las cosas que nombraba en la mente, sentía que casi podía alcanzarlas, como lo que sentía al nombrarlas cuando aún tenía mi anillo. Esa sensación de casi alcanzar el vínculo, el control, me agradaba, así que en ese entonces sin anillo, esas prácticas se llevaban la mayoría de mi tiempo.

Para el día después del encuentro que había tenido con Daw, era seguro que debía estar en su lugar secreto. De pronto me pregunte si le conversaba acerca de este vínculo que creía estar logrando, ¿él me entendería? Dentro de mí lo sabía con seguridad, de la misma forma que sabía que nadie más lo entendería. Que no podría hablarlo con Abbott, a pesar de que me escuchara porque él lo hablaría con su familia, como todos los que conocía, hablarían. Pero Daw, al no ser nadie, sentía que podía ser sincero con él, al menos en cuanto a las prácticas.

Mer adalWhere stories live. Discover now