Capítulo X. De Regreso al Campo

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Sin querer topó con alguien, cayéndosele la bolsa de las compras, y en la rapidez de los acontecimientos, se dio cuenta que era un perro, levantó rápido las cosas para salir corriendo y no le pasara lo de la otra vez, cuando en eso se fijó que era el sabueso. A él le dio mucho gusto saludarlo, le preguntó que cómo estaba, el sabueso le dijo que bien, y que le alegraba mucho verle. El zorro le dijo que a él también le alegraba verle. El zorro entonces sacó de entre sus cosas un huevo de pascua que llevaba de casualidad, pues justamente era época de pascua, y aunque abundaban en esos días, se lo dio al sabueso y le dijo "por los viejos tiempos". El sabueso sonrió y le dio las gracias. Entonces el zorro se despidió y se fue rápidamente. Pero no había llegado al final de la calle cuando el sabueso le dijo: "espera". El zorro entonces se detuvo, y el sabueso le hizo señas de que regresara, entonces él regresó, y al llegar al sabueso este le dijo que se sentía mal, que, si lo podía ayudar, el zorro le dijo que por supuesto, que le dijera qué necesitaba y él lo ayudaría. El sabueso le dijo que si podía reunirse con él en un parque de la ciudad un día para platicar, el zorro le dio un poco de miedo tener que volver una vez más a la ciudad, quizá hubiese preferido decirle que se reunieran en su antigua zona de juego, pero al ver cómo hacía el sabueso sus ojos grandes, tristes y suplicantes, conmovieron el corazón del zorro haciéndole olvidar por un momento los peligros de la ciudad, le dijo que estaba bien, quedaron, y el zorro siguió su camino hacia el bosque a entregar a la Señora Tortuga lo que le había encargado.


El Zorro y el Sabueso. Un Cuento de NavidadWhere stories live. Discover now