Capítulo III. Años de Aventuras

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Él se alegró mucho de verlo, y el sabueso también, y juntos se pusieron a jugar. Así, escapando cada uno de su casa, se juntaban a jugar algunos días, y así pasaron toda su infancia, a cada tanto se encontraban una vez más en su zona de juego, reían, corrían y se divertían mucho juntos, y así fueron creciendo, llegando a su juventud, y se seguían juntando a jugar.

Durante aquellos años vivieron muchas aventuras. Les gustaba ir a un restaurante, a una cabaña atendida por el chef Cabra, que vivía justo entre el bosque y la ciudad, y quien era apreciado en ambos mundos, ahí el chef cocinaba una deliciosa pizza que a ellos les encantaba comer en esa mesa y sillas de madera, además les gustaba porque afuera el chef Cabra tenía un pequeño jardín podado como laberinto en donde les gustaba jugar. En algunas ocasiones también llegaron a jugar con los amigos del zorro: conejo y mapache, aunque el día que el zorro se los presentó, el sabueso se escondió detrás de zorro porque tenía miedo que le hicieran algo, zorro solo se rio y le dijo que no tuviera miedo, que ellos le tenían más miedo a él, porque la verdad también ellos habían ido con pena a conocerlo; así mismo en alguna ocasión sabueso llevó a su amigo gato negro a jugar con ellos, gato negro no tenía miedo a los animales de bosque porque había dado algún que otro paseo ya antes por ahí. Un día también zorro le llevó a su casa a conocer a la señora Zorra y al señor Zorro, sabueso tenía bastante miedo, pero él le dijo que no tenía nada que temer, y dicho y hecho, los señores Zorros le recibieron muy atentamente, diciéndole que su hijo les había hablado de él, y que era un gusto tenerle ahí con ellos, le atendieron muy bien y le dieron la comida más exquisita que tenían, una especialidad del bosque que al sabueso le encantó.

Además de eso, cada navidad, el zorro visitaba a Señor Conejo en el Bosque, y aunque estaba de vacaciones y no era la pascua, le ayudaba a adornar su casa para navidad, consiguiendo que le regalara unos deliciosos huevos de pascua de chocolate que guardaban una sorpresa adentro, los cuales siempre compartía por navidad con el Sabueso, a veces visitándolo para dárselo, a veces recibiéndolo. En una ocasión el zorro soñó un lugar espectacular y hermoso, e imaginó que era un lugar maravilloso para jugar con el sabueso, así que un día invitó al sabueso a una aventura en un lugar lejano, más metido en el bosque, muy lejos de las casas de ambos, que se parecía al lugar que había soñado, y el sabueso aceptó emocionado, así que juntos emprendieron el viaje.

El Zorro y el Sabueso. Un Cuento de NavidadWhere stories live. Discover now