"Un recordatorio" Parte III

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― ¡Elizabeth!― exclamó el Doctor mientras chasqueaba los dedos enfrente de su acompañante.

Elly parpadeó varias veces para darse cuenta que se había quedado inmersa en sus pensamientos.

― ¿Qué paso?― inquirió.

― Te he preguntado si quieres algo de comer.

― ¿Seguimos en el planeta Hammer?― respondió con otra pregunta.

El Doctor no respondió, no se había fijado.

― ¿Cuándo despertaste tú? ¿Despertaste aquí mismo en la TARDIS?― siguió preguntando.

― Si, me desperté aproximadamente 1 hora antes que tu.― contestó mientras la miraba tratando de descifrar sus pensamientos.

― ¿Cómo encontraremos una salida?― inquirió Elly mientras caminaba al lado del Doctor.

― Ni siquiera estoy seguro si estamos en una nave espacial.

La nave se sacudió. Elly se aferró al barandal que había en el corredor. Y escuchó una voz que llamaba su nombre. Una voz que tenía tiempo de no escuchar y que extrañaba con todo su corazón.

― ¿Papá? ―preguntó en voz alta.

― ¿Elly? ― preguntó el Doctor extrañado a la pregunta de su acompañante.

La imagen de su padre se reflejó cerca de ella. Elizabeth escuchó solamente su respiración al ver de nuevo a su papá, una respiración cortante. Su pecho se inflaba y desinflaba de una forma descontrolada y notable. Las piernas le temblaban y sintió frio en los brazos. Su corazón se rompía en pedazos. Le dolía la cabeza, no podía pensar en algo más que en su padre, a quien no había visto durante más de 3 años. No dejo de ver la imagen que le causo tristeza. Su vista se nubló por las lágrimas saladas que recorrían lenta y dolorosamente por sus mejillas. ¿Cómo podía ella temer u odiar a su padre? Se sintió vacía, inútil. Y tuvo la necesidad de tenerlo a su lado. Intuitivamente, corrió hacía él.

― ¡Elly! ―exclamó el Doctor. La imagen se distorsionó por un momento, pero no lo atravieso, Elizabeth estaba abrazando a un holograma de su padre, parecía real.

La imagen movió los brazos para poder rodear a la chica.

El Doctor se sobresaltó y le hizo razonar sobre su última declaración sobre los hologramas.

Toda la habitación tomó un color blanco, junto con el suelo. No había ventanas; solo una puerta que se abrió ruidosamente llamando la atención de Elly sin dejar de abrazar a su papá. Deseo estar en Londres, estar en sentada en los pies de su cama, mirando las estrellas y contándolas, justo como lo hacía con su padre. Cerró los ojos, como si esperara despertar de un sueño que parecía jamás terminar.

Elizabeth miró hacia lo que parecía la salida. Y la imagen desapareció sin que a ella se diera cuenta.

El Doctor se acercó a su compañera y le rodeo con los brazos para protegerla y reconfortarla.

El capitán caminó hacia la puerta que deslumbraba con una luz brillante y cegadora.

― Usualmente suelo ignorar ese tipo de cosas. ―replicó el Doctor.

― ¿Ignorar? ¿Por qué? ― preguntó alzando la voz Elizabeth. ― Pensé que eras inteligente.

El señor del Tiempo vio a la chica con una mirada asesina.

― ¡Por supuesto que lo soy!

Jack Harkness atravesó la puerta sin dejar rastro alguno, dejando en duda al Doctor y a Elly donde se podría encontrar.

El señor del tiempo examinó con delicadeza el pequeño portal, sin saber qué hacer. Elizabeth no volvió a ver al capitán. No sabía con exactitud qué hacer, solamente quería ir a casa, recostarse en su cama y despertar con el olor a huevos fritos por la mañana.

Elly se desprendió de sus brazos, para caminar con dirección a la salida. Sin esperar a la opinión del Doctor, cruzó su pierna derecha y se detuvo. Le ofreció la mano y salieron juntos.

 

 

― ¿Y bien? ―preguntó Elly.

― El monitor no marca nada. ―contestó el Doctor desesperado.

Elizabeth movió sus pies con rapidez. Miró la pantalla que contenía círculos y líneas.

<<”Fuera de alcance”>>

― Es “Gallifreyano”, no entenderás.

― ¿Qué significa “Fuera de alcance”? ¿Alcance de lo conocido?

El señor del tiempo miró sin comprender a su pequeña acompañante. ¿Cómo podía traducir una lengua solo conocida por él y River Song?

― ¿Cómo sabes qué dice?

― Lo dice, es lo que la pantalla indica, ¿no es así?

― Sí… Pero…

Un estruendoso sacudido alarmó a ambos pasajeros. La TARDIS se sacudió de forma alarmante. Las luces se apagaban y encendían. El Doctor volvió a ver el monitor que no dejaba de emitir una alerta.

― Oh, no. ― susurró.

Elizabeth se movió ágilmente hacia el señor del tiempo. Leyó en la pantalla que indicaba peligro de un hoyo negro.

― ¿Estamos sobre un hoyo negro? ― preguntó incrédula la chica.

El Doctor le ignoró.

Se movió a través de la consola, accionando y girando palancas y botones. La turbulencia aún no cesaba. Movió una última palanca y dijo:

― ¡Gerónimo!

La mañana era fresca y Elizabeth se levantó de un salto de la cama. No se encontraba en su cuarto, y las prendas que vestía no eran suyas. Miró en el espejo el camisón que llevaba e hizo una mueca de desagrado, jamás utilizaría algo así. Abrió la ventana y sintió el aire aporrear su rostro. Unos golpecitos en su puerta llamaron su atención.

― El desayuno le espera. ― dijo una voz dulce y tierna detrás de la puerta.

Elly tomó del closet una gabardina gruesa para ponérsela, salió del cuarto y bajó las escaleras con prisa.

Entró a pequeña cocina donde se encontraba el Doctor leyendo un periódico de 1887. Miró su gorro y volcó los ojos.

― ¿Qué haces vestido de Sherlock Holmes?

My Wonderful Adventure with the Doctor.Where stories live. Discover now