Capítulo 1

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Mi madre siempre dice, que sonría y ponga una cara feliz, que mi propósito en esta vida es...traer felicidad.

Me miraba en el espejo recordando sus palabras de aliento mientras me maquillaba una vez más, sonreír, era cada vez más difícil de hacer con sinceridad, a pesar de ser un payaso, realmente la sonrisa era difícil de sacar, amaba mi trabajo, hacer reír a la gente era mi razón, pero no muchos entendían mi propósito. Una lágrima cayó mientras sostenía las comisuras de mis labios con fuerza para fingir una sonrisa enorme, eso era lo que tenía que hacer, sonreír.

La melodía del pianista daba pie a mis maniobras con el letrero de la tienda "¡todo debe irse!" alegaba el amarillo rótulo, mientras lo sostenía de cabeza en una actitud de torpeza, lo giré y lo puse en posición para maniobrarlo, lo sostuve por encima de mi cabeza, entonces todo pasó, un grupo de niños me lo arrebató y salí tras ellos gritando por ayuda...pero nadie corría a auxiliarme.

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Caminaba por el Gotham Square, era mi día libre, realmente no tenía mucha energía para salir y estar entre la gente, pero Damian me había invitado, caminábamos entre las personas, él hablaba y honestamente no lo escuchaba estaba envuelta en mis pensamientos hasta que un grupo de chicos pasó junto a nosotros con un letrero, a los gritos reían y decían cosas como "¡es un perdedor!", "atrápanos estúpido payaso" entonces poco después pasó un hombre vestido de payaso que corría desesperadamente tras de ellos pidiendo ayuda, -Hmm pobre diablo- dijo Damian hallando divertida la escena -tenemos que ayudarlo- dije con molestia -Alex, no lo vale, es sólo un estúpido letre...- no terminó de articular cuando yo salté a la carrera tras ellos, vi a un par de policías en la acera pero en lugar de ayudar sólo se reían, crucé la calle siguiendo al payaso que como yo casi es atropellado también, continué mi carrera hasta un callejón donde vi que se metió, aceleré sólo para encontrarme con una escena deplorable, esos malditos lo estaban golpeando en el suelo, el letrero hecho pedazos y el pobre payaso cubriéndose la nuca y el entrepierna -¡oigan, déjenlo en paz!- grité y los delincuentes corrieron al verme llegar, entonces me acerqué a revisarlo, su respiración estaba sin control sus ojos cerrados contenían lágrimas de dolor, -tranquilo, tranquilo, ya estás a salvo- le dije mientras lo tocaba suavemente -no te preocupes, estarás bien- añadí y lo levanté despacio, como pude también recogí los trozos del letrero y salimos de ese hoyo, no dijo nada, sólo estaba cabizbajo apoyado a mis hombros, -gra...gracias...- dijo al fin aún sin levantar la cara, le sonreí, -lamento no haber llegado más rápido, corrí tanto como pude- me disculpé, -al menos tú corriste a mi ayuda, te lo agradezco...- dijo y me miró, entonces su rostro se congeló, sus ojos verdes me miraron, cristalizados por las lágrimas, sólo le sonreí, caminamos un poco hasta llegar a una cafetería en la esquina más cercana y entramos, se sentó y volvió a mirarme.

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Me senté frente a ella en una mesa pegada a la ventana, al mirarla me sentí...extraño, me sentí a salvo, ella se sentó frente a mi y volvió a sonreírme como si ya me conociera, me ruboricé pero gracias al maquillaje ella no lo notó, el calor se acumulaba en mis orejas y bajé la mirada, sabía que estaba mirándome, ¿pensaría que era un raro si no hablaba? ¿pero qué decirle?, -Me llamo Alex- dijo mientras me extendía su mano, me pasmé, qué torpe, debió sentirse incómoda con el silencio, tembloroso tomé su mano, era suave y cálida me sentí reconfortado -A-Arthur, soy Arthur- dije nervioso, respiré tratando de mantener mi postura, no podía tener un ataque, no quería asustarla.

-un gusto conocerte, aunque lamento que el motivo fuera un poco desafortunado ¿quieres un café o algo? - dijo mientras soltaba lentamente mi mano y se levantó para ponerse a mi lado, -no te asustes sólo debo ver dónde te duele- aclaró y empezó a quitarme el saco para tocarme la espalda, un escalofrío recorrió mi cuerpo al sentir sus manos rozar mi chaleco y camisa, -aún no me has dicho Arthur, ¿quieres tomar algo?- preguntó sonriendo amablemente -Café...estaría bien- dije envuelto en la sensación agradable de sus yemas paseando por mis músculos -creo que los payasos son adorables...- dijo y me volteé, lo había dicho sin titubear, ¿hablaba en serio? -de...¿de verdad?- pregunté conmovido, creí que sólo los niños encontraban agradables a los payasos como yo, -creo que es lindo lo que hacen, hacer reír a la gente, eso ya no es tan fácil- dijo aun tocándome, sabía también lo difícil que resultaba sacar sonrisas, no dije nada más, sólo esbocé una pequeña sonrisa, me sentí extrañamente seguro, la camarera llegó con una cara de amargura terrible -¿qué les sirvo?- preguntó desganada abriendo su bloc de notas -dos cafés y un sándwich por favor- habló ella mientras me ponía de nuevo mi saco, la camarera nos miró con un atisbo de rareza y se alejó, claro, una mujer tan bella no podía estar saliendo con un payaso, era ridículo.

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Regresé a mi lugar, Arthur era bastante tímido a pesar de ser un adulto, se acomodó el saco y se quitó la peluca, su cabello era castaño oscuro y largo, su figura era muy delgada, había algo en él que de cierto modo me causaba preocupación pero decidí no demostrarlo, no quería incomodarlo apenas y nos conocíamos, el café llegó con el sándwich, agradecí a la camarera que de la misma mala gana que al inicio nos deseó buen provecho, miró de nuevo a Arthur y luego a mí y arqueó las cejas, me molestó un poco pero no quise darle importancia, lo único que interesaba era que Arthur se sintiera mejor, -bueno al parecer tendrás unos cuantos moretones pero no ha sido nada grave por fortuna- dije y tomé mi taza de café, le acerqué la suya junto con el plato del sándwich, me miró extrañado, -debes tener hambre después de todo esto, anda...come- sonreí y tomé una de sus manos tratando de inspirarle confianza para hacerlo, sonrió al fin, su sonrisa era muy tierna como la de un niño pequeño pero después soltó una risa y otra y otra hasta que se volvió un ataque inexplicable, ¿se estaba burlando de mí?, pensé en eso hasta que vi cómo se llevaba las manos al cuello como si se estuviera ahogando, con dificultad sacó una pequeña tarjeta en la que decía "disculpe mi risa, tengo una condición médica, siga al reverso..." la volteé y explicaba que era producida por una contusión en la cabeza o un trastorno mental, lo miré mientras la pintura de sus ojos se corría por las lágrimas entonces me levanté y corrí junto a él -Arthur...tranquilo, tranquilo- lo tomé entre mis brazos mientras masajeaba su pecho -respira, respira conmigo, juntos, ya pasará...juntos- le decía al oído -el aire ya viene, siente mi pecho- continué ayudándolo a que el ataque cesara, la gente nos veía con caras de miedo y vergüenza, Arthur dejó de reír, comenzaba a respirar con dificultad, sus manos que apretaban mi abrigo se relajaron al fin, seguí abrazándolo hasta que finalmente se tranquilizó, -eso es...muy bien Arthur, lo hicimos- se quedó un rato respirando conmigo y se fue separando lentamente, se apoyó en la mesa -lo...lamento...- se disculpó -no, no, está bien Arthur, no tengo problema, al contrario lamento haberte interceptado así- me disculpé por abrazarlo sin preguntarle antes, pero si no lo hacía, quizás hubiese tenido un infarto, él tomó mi mano y la sostuvo con fuerza, me miró a los ojos, -gracias...nadie había hecho algo así...por mi- me ruboricé al instante, ¿qué estaba pasándome?, -es que, ya nadie es solidario, ni civilizado...- dije perdida en sus ojos.

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Nos miramos fijamente, sus ojos grandes y marrones me envolvieron por completo, yo seguía pensando en el calor de su abrazo, en sus palabras en mi oído, en sus manos sobre mi pecho...quizás con tan sólo pensar en ello lograría parar mis ataques, sostuve su mano y el tiempo se congeló, miré detenidamente cada detalle de su rostro, su piel con textura de terciopelo, sus pestañas rizadas, sus labios de tonalidad rosada, las marcas y lunares que tenía para mí eran como las estrellas en el cielo, quería que éste momento durara para siempre, -Arthur...- dijo casi en un susurro, -Art...puedes decirme Art- respondí y solté su mano muy despacio, -Art...se, enfría tu café- dijo mientras sonreía nerviosa, ¡cierto! Había olvidado por completo la comida, entonces le sonreí mientras ella regresaba a su lugar, me sentía mejor, los golpes ya no dolían, era como si ella fuera el analgésico que necesitaba, di un gran mordisco al sándwich mientras ella bebía su café, quizás era momento de conversar al fin.

Send in the ClownWhere stories live. Discover now