Capítulo 4

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Me había despertado abrazando la almohada, mientras preparaba el café no pude evitar pensar en Arthur y en el día anterior, demonios, sólo un día y ya extrañaba su compañía, quizás estaba trabajando justo en ése momento, me recargué en la barra mientras la televisión anunciaba el fin del noticiero, odiaba el tiempo de elecciones, realmente no existía un gran cambio en ésta ciudad, odiaba ver cómo las personas tenía fe en Thomas Wayne y su candidatura, como si realmente él fuera diferente, el teléfono sonó y a mi mente llegó el amargo recuerdo de Damian y su llamada, dudé en contestar, probablemente sería ése pelmazo de nuevo, a fin de cuentas levanté la bocina, si era él, estaba dispuesta a mandarlo al carajo aún si trabajábamos juntos -...¿diga?- contesté en tono seco -vaya ¿tan temprano y ya estás amargada?- la voz al otro lado del teléfono era de Yunn mi amiga de la universidad, -¡Yunn qué sorpresa!- mi semblante cambió, era una alegría escucharla después de tanto tiempo -¿cómo está la bailarina estrella?- preguntó con un tono halagador -hahah, aún no estreno ése papel- dije con modestia, ella siempre me ha dado ánimos -¡pero todos sabíamos que lo conseguirías, por eso regresé a Gótica!- salté de mi lugar, -¿estás en la ciudad, cuándo volviste?- pregunté emocionada -hace unas horas realmente hahah, ¡tengo ganas de verte amiga! ¿Estás en tu casa?- dijo con mucho entusiasmo, estaba delirando, recuerdo que se fue a Francia hace 2 años, sólo habíamos hablado por cartas era fantástico volver a verla, -puedes venir ahora, mi ensayo es hasta la tarde- dije enrollando el cable del teléfono -okie dokie, estoy allá en unos minutos- dijo y colgamos, sonreí, al parecer sería un gran día.

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-Hola Hoyt, Gary dijo que querías verme...- entré a la oficina de mi jefe y me paré frente, él sin siquiera mirarme contestó -¿Cómo va la carrera de cómico, ya eres famoso o qué?- espetó revisando los numerosos papeles de su escritorio -no, aún no, estoy trabajando en mi material- le sonreí, era agradable que se interesara por eso, avancé unos pasos procedía a sentarme, -no te sientes, seré breve, oye...me caes bien Arthur, muchos dicen que eres un fenómeno pero, me agradas- sonreí levemente -ni siquiera sé por qué me agradas- continuó -pero recibí otra queja, eso me tiene harto, Kenny's Music, el dueño dice que desapareciste, que no le devolviste su letrero- explicó con cierta molestia -...porque, unos niños lo robaron...¿no te enteraste?- contesté esperando indulgencia -¿un letrero? Qué estupidez, no tiene sentido sólo devuélvele su letrero, su negocio está casi en la quiebra Arthur- sentenció -¿para qué me quedaría con su letrero?- respondí, lo que él pedía tampoco tenía sentido -¡qué se yo! La gente hace muchas locuras, si no devuelves su letrero lo descontaré de tu cheque...¿Quedó claro?- seguí sonriendo, como si lo entendiera, como si no me afectara, como si fuera el culpable -escucha, intento ayudarte ¿okay? Y te diré otra cosa...los demás, no se sienten cómodos cerca de ti Arthur, porque creen que eres raro...¿¡si!?...- sus palabras hirientes se desvanecieron en mi cabeza, sólo podía pensar en controlar mi ira, mi desilusión, en no reír para no hacer más grave la situación, mis ojos se tornaron vidriosos, húmedos por la impotencia, impotencia por no poderle hacer entender qué era la verdad, me quedé ahí, frente de él siendo humillado de nuevo.

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-y él seguía diciéndome tonterías como si realmente me interesara, lo único que pude pensar fue "oye, ¡No te drogues!" hahahaha- Yunn y yo reímos a carcajadas, era genial tenerla de vuelta, me contaba sus experiencias con los parisinos y la fabulosa vida como traductora de una compañía, aún con todo eso dijo que jamás podría olvidar la vida en Gótica, los momentos de la universidad, nuestra amistad -por eso volví, quiero decir, sí hay oportunidades pero, decidí tomarme un tiempo y estar aquí- dijo tomando una galleta -te extrañaba tanto, qué felicidad que volvieras- dije sosteniendo mi taza de té -oye, ¿Y contigo qué ha pasado? Ya me has enterado de lo que sucede en tu trabajo pero, ¿cómo vas con los chicos eh?- sonrió pícaramente, sabía que no iba a dejar pasar eso de largo -¿Qué, el incompetente de Damian sigue buscándote?- dijo con un tono de fastidio -bueno, ayer...me invitó a salir pero...- dije y me interrumpió -oh no Alex, con ése imbécil otra vez no- se echó para atrás en el sillón -no es que ayer no...lo pasé con él- dije y sonreí bajando la cabeza, Yunn rápidamente se enderezó y me miró curiosa -¿Ah no? Entonces sí quiero saber- dijo ansiosa -bueno ayer conocí a alguien...se llama Arthur, es muy lindo y muy gracioso- sonreí y comencé a ruborizarme -uhhh, tienes un comediante en puerta ¿eh? Creí que no eran tu estilo- dijo asombrada y feliz -bueno debo decir que, fue inesperado...lo conocí por defenderlo de unos niños ladrones- expliqué y ella cambió su semblante a uno extrañado -¿Cómo?...cuéntame eso- indagó y entonces yo le conté todo sobre nuestro encuentro, la expresión de Yunn conforme a mi relato era variada, pero de algo estaba segura, ella nunca tomaría a Arthur como un fenómeno -cielos...pobre chico, pero al menos los dos se divirtieron durante el resto del día, es lindo eso, me siento feliz, quién sabe, quizás éste amigo pueda ser el indicado- dijo con una sonrisa sincera -eso espero, no quiero ir tan rápido o ilusionarme tanto- dije aparentando seguridad, a quién engañaba, estaba perdiendo el control demasiado rápido.

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"Estúpido letrero, estúpidos niños, ¡estúpido Hoyt; Maldita sea, malditos todos!" mi mente gritaba una y otra vez mientras pateaba el contenedor de basura y las bolsas en un callejón olvidado, basura, eso eran todos, una basura, porquería, escoria, ¡MIERDA! Mi fuerza se incrementó y golpeé con más y más fuerza hasta que paré, un dolor en mi pierna me tiró al suelo, mi rodilla, mi maldita rodilla, se había dislocado, me senté en la basura mientras aguantaba el dolor infernal, comencé a reírme mientras las lágrimas caían de mis ojos, Alex, pensé en ella y abrí los ojos, toqué mi pecho "te necesito..." mi mente gritaba su nombre mientras mis manos sobaban mi pierna, tenía que continuar, por ella, por mamá, tenía que continuar, como pude acomodé mi rótula, era momentáneo, quizás debía ver al doctor, no debía preocupar a nadie.

Viajé en el autobús, se sentía frío de nuevo, vacío, pensé en la risa de ella cuando le contaba mis chistes, entonces lo recordé, ¡su número! Qué más podría hacerme sentir mejor si no era escuchar su dulce voz de nuevo aunque fuese a través del teléfono, sonreí mirando al exterior, era como si todo afuera tomara color y movimiento distinto, me hacía sentir bien, como los calmantes en el hospital, era mi único analgésico natural, mi única adicción, dejaría mi trabajo sólo para hacerla reír encima de un escenario, como un Charlie Chaplin haciendo tonterías para divertir, eso quería ser yo, un gran comediante y hacer que todos murieran de risa con mis chistes, debía trabajar muy duro en ellos...

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-¡bien!...Eso es todo por hoy, el estreno está cerca, por favor ensayen sus malditas líneas y coreografías, ¡no quiero que me avergüencen! 𝑫𝒊𝒐𝒔 𝒎𝒊𝒐 𝒄𝒐𝒏 𝒆́𝒔𝒕𝒂 𝒈𝒆𝒏𝒕𝒆...- Rodrigo estaba completamente estresado, eso de que las personas de sangre latina eran intensas no era ningún mito, odiaba cuando se ponía de ésa manera, recogía mis cosas cuando su nasal tono de voz me llamó -Alex mi vida tenemos qué hablar- me hizo señas -sí, ya voy...- respondí había algo que me daba mala espina, -Rodrigo está muy raro ¿no creen?- comentó Evie a mis amigos también bailarines -¡yo no sé! Pero a mí me huele a que nos tiene malas noticias y nos las va a mandar contigo Alex...- acusó Harold, siempre anticipando malos pensamientos, -intentemos pensar positivo, quizás sea algo bueno para todos- aclaró Félix, paciente y calmado, -¡sí! ¿Qué puede salir mal?- Anne apoyó a Félix, -Ve a ver qué pasa, ¡corre!- Kotomi me apresuró casi empujándome, me reí ante las reacciones de todos, -tranquilos, veré qué sucede y les diré en cuanto salga- les sonreí mientras caminaba en dirección a donde Rodrigo, quizás Anne tenía razón, ¿qué podía salir mal?

Entré a la oficina, él estaba ahí sentado mirando los papeles, -siéntate querida...- indicó mientras hojeaba, obedecí, de acuerdo, quizás Harold no estaba tan equivocado, -¿qué pasa Rod?- pregunté disimulando mis nervios, -ay mi cielo, pues...me apena comunicarte que, ya no estarás en el estelar para la puesta- soltó secamente mientras dejaba las hojas en paz -¿qu-qué?...estás jugando- traté de sonreír y pensar positivo, quizás era una broma, -hmm ay mi niña, quisiera pero no, la decisión es unánime, el comité me hizo llegar el memo anoche, escucha, eres una buena bailarina no te preocupes, todavía eres líder del grupo secundario, tienes participación con los estelares- dijo tratando de hacerlo más digerible -no...no Rod no pueden hacerme ésto, ¡sabes cuánto he trabajado para lograrlo!- dije mientras mis lágrimas brotaban -no está en mis manos, el papel pasará a Karen, lo siento linda- dijo poniendo sus codos sobre el escritorio, era su última palabra, me estaba despachando.

Un zumbido atravesaba mis oídos, salí desconcertada de la oficina, cómo si alguien muy amado acabase de morir, mis amigos me encontraron a la salida, -oh no viejo, eso no se ve bien...- dijo Harold al ver mi semblante, -se los dije...oh hermano- replicó y no pude contenerme, me desplomé en el suelo y lloré.

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