-Dylan-. Corrió a mi cama.

-Papá-.

-Oh Dylan, mira como esos cabrones te dejaron-.

-Estoy bien...ahora estoy bien- Mi mirada se posó en Jeremy, que ahora estaba sentado en el sillón con la mirada baja.

-Dylan él es el Doctor Martin-.

-Hola Dylan, me da gusto que estés mejor...-.

-¿Cuánto tiempo llevo aquí?-. Le interrumpí.

- Un Día entero, fui yo quien personalmente te atendió cuando tus amigos te trajeron aquí-. Los tres miramos a Jeremy.

-Si no te hubieran encontrado a tiempo, no se que hubiera pasado. Los golpes ocasionados provocaron la fractura de una costilla que casi perforo el pulmón que afortunadamente no fue así, pero para tomar medidas tuvimos que colocarte un respirador artificial-. No me había dado cuenta del tubo colocado en mis fosas nasales.

El doctor Martin tenía unas placas que coloco en el rayos X para poder observar mejor.

-Esta es de tu pie, al parecer el tobillo sufrió una leve fractura, nada grave, pero si tenemos que tratarlo. Tu brazo sufrió una micro fractura, afortunadamente no fue una fractura expuesta, te podremos quitar los yesos en unos cuantos dias-.

El Dr. Martin nos dio todos los informes de mi estado, ningún órgano dañado y ningún tipo de amenaza en mi cabeza.

-Bien, te dejaremos descansar, necesito que comas y reposes mucho, nos veremos después, Permiso-. Y el Doctor salió.

-Hijo, lamento decirte que tendré que irme por unas horas, pero prometo regresar. Le he informado a tu madre-.

-¿¿Qué??Papá...-. Como que le ha dicho a mi Mamá, yo sé que tiene derecho a saber, pero la conozco y se lo que seria capaz.

-Nada, tenía que hacerlo, es tu madre, y no me perdonaría que no se lo contara, ella y tu hermana vendrán en camino. Así que a más tardar estarán aquí mañana-.

-Pero te veré pronto ¿verdad?-.

-Claro hijo-. Me dio un beso en la frente y se dirigió hacia la puerta.

-Jeremy, ¿Puedo hablar contigo en el pasillo?-.

-Oh, Claro señor-. Jeremy se levantó y camino hacia la puerta sin antes de darme una mirada.

Me sentía prisionero, no solo por estar en estas condiciones, vendado como una maldita momia, con mi pie y mi brazo inmovilizados, y este estúpido collarín que evita mover mi cuello libremente y no solo era eso, sabía que nunca escaparía de esto, que nunca podría llevar a cabo lo que más me gusta, ¿y porque?, porque soy un prisionero de mi propia vida.

El sonido de la puerta abriéndose hizo que diera un leve salto, pero lo suficiente para que me doliera el costado.

-¿Necesitas algo?- Jeremy estaba junto a mí, sentado en la silla en la que al parecer había dormido.

-No, Estoy bien, Gracias-.

Mi estómago hizo su aparición, gruñendo como un oso feroz suplicando abastecimiento de comida.

-Necesitas comer, no has comido nada- Se levantó y se dirigió hacia la charola que estaba en el pequeño mueble.- Y necesitas energía para que puedas recuperarte-.

Puso la charola junto a mí y se volvió a sentar en su ya aparente silla, saco una cuchara que estaba enredada de una servilleta y me dio algo que parecía...budín o...sopa.

-No pongas esa cara, es mejor que la comida de avión te lo aseguro-. Abrí la boca y saboree la comida. Jeremy pareció satisfecho y sonrió haciendo marcar esos hoyuelos suyos.

1.- El Último Suspiro: The SeriesWhere stories live. Discover now