Capítulo 3

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Los días pasaron muy rápido y cuando pude darme cuenta estaba despidiéndome de mis amigos para irme, luego de prometerles que los visitaría seguido subí a la camioneta de mi padre que nos conduciría hasta el aeropuerto. No hablé en todo el camino y, ya dentro del avión, sólo podía pensar en cómo cambiaría mi vida al llegar a Los Ángeles luego de haber dejado todo atrás.

La voz de la azafata indicando que ya habíamos aterrizado me despertó e inmediatamente me preparé para bajar. Después de pasar por los controles de seguridad tomé mi maleta pero cayó y se abrió dejando mis pertenencias por todo el suelo.

-Mierda, mierda, mierda.-pensé antes de buscar con la mirada a mi madre o a mi padre para pedirles ayuda pero no estaban por ninguna parte, seguramente ya estaban esperándome afuera. Me incliné para comenzar a guardar todo de nuevo como podía cuando un chico de cabello oscuro y ojos verdes apareció a mi lado para ayudarme, cuando terminamos le agradecí y rápidamente me encaminé a la salida para hallar a mis padres e irnos a la nueva casa.

No sé por qué pero no podía borrar su rostro de mi mente. Nunca había visto a un muchacho tan lindo y me sentí avergonzada por la situación en la que me vio, seguramente le parecí una idiota.

Minutos después el coche paró en la puerta de una casa con un jardín lleno de flores. Amaba la naturaleza y a pesar del incidente del aeropuerto pensé que la mudanza y el nuevo lugar no eran tan malos después de todo.

-Adrienne, tu habitación está arriba. Primer puerta a la derecha.-indicó mi padre. Al escucharlo subí junto con mi equipaje y al ingresar al cuarto me quedé sin aliento. Era el doble de grande que el que tenía en Washington, las paredes eran blancas y las cubrían vinilos negros con frases de mis canciones favoritas y estantes llenos de mis libros y CD’s, había también un escritorio con mi computadora y al lado de este un espejo. La cama era enorme, su cobertor tenía un bonito diseño en colores neutros y a sus pies se encontraba un cajón negro que cubría todo su ancho y alto, frente a esta un ropero cubría la pared. Era lo que siempre había soñado. Al voltearme para tomar mi valija y empezar a acomodar lo que traía me encontré con mi madre.

-Y… ¿te gusta? Me inspiré en tu descripción de la habitación perfecta a principio de este año cuando estábamos conversando sobre remodelar la casa.

-Má, no sé qué decir. Es perfecta, en serio muchas gracias.- dije, y corrí a darle un abrazo como hace mucho no lo hacía.

-Te mereces esto y mucho más.-me sonrió-Nuestro cuarto es el del fondo del pasillo, voy a estar ahí. Llámame si necesitas algo.-me avisó y luego se fue. 

Horas más tarde todo estaba en su lugar y yo estaba lista para descansar porque mañana iría a recorrer el nuevo vecindario, pero otra vez su imagen apareció en mi cabeza... ¿Cuál sería su nombre? ¿Tendría novia? Tal vez vivía cerca. ¿Cuántos años tendría? ¿Por qué me ayudó? Y con eso en mente caí en un profundo sueño.

American IdiotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora