Capítulo 8 (Maratón 1/5)

85 11 0
                                    

No podía ignorar que, según Britt, Mike estaba raro. Él siempre fue el mismo desde que lo conozco y aunque pensaba no se me ocurría un motivo que lo pueda haber hecho cambiar de un día a otro. Lo llamé, así se enteraría por mí sobre Billie y también sobre lo que pensaba Britt.

-Hasta que te acuerdas de mí.- dijo cortante respondiendo mi llamada.

-Ay Mike, me mudé hace menos de tres días… necesitaba tiempo para acomodarme. Nunca me olvidaría de ti.- lo escuché soltar una carcajada y me relajé. No estaba enojado.

-Lo sé y lo entiendo Addie, ¿cómo va todo? Te extrañamos mucho.

-Bien, yo también los extraño mucho. Hablé con Britt hoy y tengo que preguntarte algo… ¿por qué estas raro últimamente?- se quedó en silencio unos minutos, supongo que fui muy directa pero no iba a darle vueltas al asunto.- ¿Mike? ¿Estás bien?

-Es que… hmmmm… después te llamo.- y antes de que pueda decir algo colgó.

No iba a preocuparme, lo conocía demasiado y seguro era algo nuevo así que necesitaba tiempo para pensar cómo decírmelo.

Recibí un mensaje de mi madre, volverían dentro de una semana porque “las cosas se complicaron” pero me depositarían dinero en mi cuenta para que compre lo que necesite. No le respondí porque me enojaba mucho que me dejen sola, no era algo que me gustara. Me levanté para ir a comprar comida ya que no teníamos nada. Agarré mi tarjeta de crédito, una sudadera y me encaminé a la tienda que se encontraba más cerca.

No compré demasiadas cosas ya que tenía que volver caminando y no tenía demasiada fuerza para cargar bolsas. Veinte minutos después estaba volviendo a casa y cuando doblé en la esquina de mi calle algo me hizo tropezar y caí tirando todo. No es broma cuando digo que soy torpe. Terminé de juntar todo y cuando llegué me encontré con Billie en mi puerta, quien no dudo en venir a ayudarme. Entramos, dejamos todo en la cocina, lo ordené rápido y fuimos a la sala. Él se limitaba a mirarme y sonreírme y yo solo desviaba la mirada a otro lado. Ninguno hablaba y creo que si alguien nos viera en este momento pensaría que somos unos idiotas. Y lo éramos, pero no por eso. Me acordé de lo que pasó ayer en la noche y evidentemente me sonrojé porque él comenzó a reír mientras se acercaba.

-Amo que te sonrojes.- susurró en mi oído para después alejarse y observarme de nuevo.

Las mariposas en mi estómago no tardaron en aparecer. Enrojecí mucho más, él volvió a reír y se acercó de nuevo pero esta vez para tomarme de la cintura y acercarme más a él. Yo no pude evitar subir mis manos a su nuca para después comenzar a acariciar su cabello, su alborotado, negro y suave cabello. Nos quedamos así lo que parecieron horas, mirándonos a los ojos. Esos ojos, sus ojos, los únicos que me hacían sentir mil cosas a la vez, los únicos ojos que podían intimidarme y hacerme sentir segura a la vez, los únicos que me fascinaban y los únicos que no pude sacar de mi mente desde que los vi. Desvié mi mirada a sus labios, deseaba que llegue el momento de besarlo de nuevo, eran preciosos, todo él era precioso y todo lo que me hacía sentir era precioso. Lo quería, la verdad es que lo quería tanto que mi corazón dolía pero no sabía si él sentía lo mismo, sólo me había dicho que le gustaba.

-Addie- dijo, e inmediatamente volví mi vista a sus ojos -yo… te quiero- susurró como si hubiera leído mi mente.

Algo me dijo que lo quería conmigo para siempre, porque me sentí por primera vez en la vida totalmente completa y llena de felicidad. Estaba segura de que nadie nunca iba a hacerme sentir esto de nuevo.

-Yo también te quiero- le respondí con una sonrisa.

American IdiotWhere stories live. Discover now