Capítulo 3. La calle Montealegre

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Llegue a ciudad Juárez, Chihuahua, un jueves por la tarde, hacia un calor infernal. En el aeropuerto me esperaba una persona quien se presentó como la mano derecha del señor Hurt, algo así como un mayordomo. Su nombre era Diego, y era una persona muy educada y sería. Abordamos un automóvil que el mismo conducía y me llevo hasta la recidencia dónde vivía Hurt. Durante el trayecto trate de hablar con él pero sus respuestas eran muy cortantes, solo se que tenía ya muchos años trabajando para la familia y que estaba muy agusto en ella. Se le veía cansado y de vez en cuando bostezaba, lo cual me ponía algo nervioso, aún así manejo correctamente. Llegamos a una calle de nombre Montealegre, en una zona recidencial, por lo que se veía, de buen estatus económico. Todas las casas eran hermosas, con grandes jardines y lujosos coches. Llegamos a una gran casa, muy bonita pero algo descuidada. La maleza se estaba apoderado del jardín y todas las ventanas se encontraban cerradas. Al entrar, Diego me conduce hasta el despacho donde por primera vez ví a Julián Hurt. Era un hombre alto, delgado y de piel blanca, con rasgos europeos y unos ojos profundos color gris. Su cabello era entrecano y con algunas pequeñas arrugas en su rostro, sin embargo no era tan viejo como aparentaba.

-Señor Dante Blancas, lo estaba esperando. Un placer conocerle

Tendió su mano y lo saludé

-Es un placer para mí también, señor Hurt
-Por favor, tome asiento.
-Tiene usted una casa muy bonita señor Hurt, si me lo permite, le recomendaría abrir las ventanas, podar el jardín, que la gente se de cuenta que nada malo está pasando aquí
-Se lo he dicho mil veces, señor

Diego había llegado con una jarra de cristal, al parecer con agua de limón y dos grandes vasos

-Tal vez lo haga, usted es el experto en este tipo de asuntos
-Y hablando de eso, me gustaría saber por qué tanto interés en mis servicios
-Bien, como le dije en mis cartas, soy un admirador de su trabajo y conozco todos sus casos, por eso es que crei conveniente que usted personalmente llevase mi asunto, sé que le llaman la atención los reflectores y aquí los tendrá señor Blancas. Por favor, tome un poco de limonada, hace un calor horrible

Bebí un poco de aquella bebida, no sabía del todo a limonada, estaba más agria de lo normal, pero refrescaba. Las palabras del señor Hurt eran ciertas, me gustaba tener los reflectores, aún así había algo más.

-Hábleme de usted, ¿Tiene familia?
-Bueno, yo nací aquí en México, pero tengo descendencia Francesa, mis abuelos eran de allá y viajaron cuando eran jóvenes con una gran cantidad de oro, aquí se dedicaron a comprar terrenos y venderlos, de ahí proviene la fortuna de la familia, mi esposa y mi hija en estos momentos se encuentran en California, en una de las casas que tenemos allá, lejos de todo esto.
-¿Que edad tiene su hija?
-Mi pequeña Cristal, apenas cumplirá su primer año
-Entonces ¿quiere decir que usted decidió mandarlas allá para que no les afecte todo esto por lo que está pasando?
-Crei que sería lo mejor, verá todo esto paso muy rápido, no sé si estoy lidiando como se debe
-¿Cuántas acusaciones tiene hasta ahora?
-Creo que son nueve, la verdad ya ni lo sé, Diego es quien lleva todo el papeleo, ahora mismo le diré que le otorgue todo lo que tenemos
-¿Y no ha acudido a ninguna audiencia?
-No, a ningún citatorio, no sin antes haber conseguido un abogado, y ahora que lo tengo, creo que mañana será la primera vez
-Bien, estudiaré su caso señor Hurt, no quiero hablar de más pero por lo que sé, no hay fundamentos objetivos para culparlo. No hay testigos, evidencias, nada que lo comprometa. Creo que será fácil salir de está y en todo caso, contra demandar por difamación
-No es lo que busco
-Pero podría, dígame algo, todas estás personas que han fallecido, ¿usted las conocía?
-Solamente de vista, nada más
-Bueno, entonces me iré, estudiaré el caso y en la mañana nos vemos en el juzgado
-¿Irse?

Me puse en pie y el señor Hurt también se levantó de inmediato

-Si, debo estudiar bien todos los detalles, así que cuánto más rápido lo haga mejor
-Pero por favor, no hace falta buscar un lugar para quedarse, le prometí pagar todos sus honorarios y viáticos, aquí tenemos un cuarto de huéspedes muy cómodo para que pueda quedarse
-Dentro del pago de mis honorarios están incluidos los viáticos, señor Hurt, no se preocupe por eso, además ya tengo una reservación

El señor Hurt se volteo y miro por una ventana que daba hacia la calle

-No será porque le da miedo quedarse en casa de un supuesto asesino
-¿Lo es?
-Mis manos están limpias, señor Blancas, de eso no hay duda alguna. En ese caso, nos veremos hasta en la mañana
-Hasta mañana entonces.

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