»Es por eso que tengo que dejarla ir, Ally. Si dejo que se quede, ambos sufriremos; ella por mí y yo por ella, y ninguno de los dos merecemos eso, ¿no lo crees? Por eso es mejor así. Ella me superará y con el tiempo seguirá con su vida —dije en conclusión. Desvié mi mirada al techo y pasé mis manos por mi rostro en un intento de deshacerme de la tensión que se había instalado en mí.

El pensar que Sam encontraría a otro hombre que la amara y al que ella adorara, hacía que me entraran ganas de gritar y romper cosas. Pero era lo mejor, o al menos eso es lo que me repetía una y otra vez.

Pasó bastante tiempo en el que ninguno de los dos se atrevió a hablar, en el que solo nos quedamos perdidos dentro de nuestros pensamientos y no dijimos nada, pero luego Ally carraspeó y rompió el silencio.

—Creo que estás muy equivocado —dijo con gran seguridad. Giré mi rostro para verla y me encontré con que la expresión que llevaba era seria, pero al mismo tiempo torturada, como si ella también estuviera sufriendo la posición en la que me encontraba—. Sam tiene tanto derecho a opinar sobre esta situación como tú. Tiene derecho a saber lo que estás pasando y a decidir si desea quedarse a su lado o prefiere irse. Tiene derecho a saber por qué el chico del que está enamorada la lastimó tanto cuando ella nunca hizo nada más que demostrarte que lo quería.

»Se equivocó al principio de su relación, sí, cometió errores como todos hacemos alguna vez, y ahora ella misma se tortura creyendo que no es suficiente para ti. ¿Sabes lo mucho que me duele verla así? Y ahora me duele más porque sé que mis mejores amigos, ambos, están sintiendo este horrible dolor y yo no puedo hacer nada más que tratar de despejar la neblina en tu mente, de ese humo que te ciega de ver desde diferentes perspectivas, de ponerte en los zapatos de ella. —Se acercó un poco más a mí y colocó una mano sobre mi hombro.

»A ver, Dean, dime algo. Si el caso fuera al revés, si fuera Sam quien estuviera enferma, ¿no te gustaría saberlo? ¿Preferirías creer que ella ya no te quiere en lugar de saber que la razón por la que te alejó fue porque creía que era lo mejor para ti? ¿No crees que a ti te gustaría poder elegir si ese fuera el caso? Por lo menos a mí sí y pondría mis manos sobre el fuego para asegurarte de que a ella también. No solo eres... fuiste —se corrigió— su novio. También fuiste su mejor amigo y su apoyo. Su pilar cuando estuvo a punto de derrumbarse.

»Fuiste quien estuvo con ella cuando tuvo que enfrentar la muerte de su padre y estoy segura de que, sin ti, ella no lo hubiera hecho tan bien. Así que piensa en eso también, por favor. Así como ella te dejó apoyarla en el momento que más rota y débil se sentía, tú deberías hacerlo. Y vuelvo a repetir, ella tiene derecho a saber la situación por la que estás pasando.

Envolvió su cintura con sus brazos al concluir, como si se estuviera protegiendo de algo... o sintiendo mucho dolor. Sus ojos fijos en los míos estaban enrojecidos por la presencia de lágrimas que no pensaba derramar y no pude más que sorprenderme por la vehemencia de su discurso. Me quedé pensando en las cosas que ella me había dicho, tratando de convencerme que lo que había hecho era lo correcto. Ella no sabía lo que yo sentía, lo que era tener la seguridad de que esta vez no iba a poder luchar demasiado tiempo.

No podía dejar que Sam me viera morir.

Sacudí la cabeza.

—No puedo —susurré agachando la cabeza. No podía dejar que Sam se enterara. Que me viera con dolor, débil, sin fuerzas. No podía dejar que ella sufriera.

Ally tenía que entender eso.

—¿No puedes qué, Dean? ¿No puedes dejar que Sam tenga la opción de rechazarte, es eso? ¿Tienes miedo de que una vez que sepa que el cáncer ha vuelto decida irse?

Vencedor [PQY #2] ✔ versión 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora