Dejó de prestar atención para poder orientarse y darse una idea a donde se iban. Desgraciadamente todo estaba oscuro y se estaba mareando.

— ¿A dónde vamos? —preguntó por segunda vez.

Alice volteó a verla y le dijo con una sonrisa que iban a Phoenix.

— ¿Phoenix? ¿Por qué?

—necesitamos perder tu olor, él no se detendrá hasta que te caza, o te encuentre.

Shirley solo asintió sin comprometerse.

— ¿Charlie como esta?

—está bien, tuvimos que decirle que querías ir conmigo a una desfile de modas.

Shirley volvió a asentir había algo que la estaba provocando cansancio. Vio a Alice que seguía con una cara nerviosa pero lo ocultaba con una falsa sonrisa. Se sintió más somnolienta y volvió a quedarse dormida.

Una semana se la pasó encerrada en un hotel de cinco estrellas, Shirley se limitó a no cuestionar lo que hacia los vampiros y solo a seguir las pequeñas órdenes que daba Alice. Por ejemplo: no salgas del hotel, y que llamara a Charlie cuando ella decía que era seguro.

Charlie le preguntaba si estaba bien, ella era honesta diciéndole que por tiempos extrañaba la lluvia y la frialdad de Forks. Phoenix era muy caluroso para su gusto. Pero le gustaba ver cosas que nunca había visto.

Y era cierto, Alice, la llevaba por las noches de compras, al cine o pasar un buen tiempo en un Spa. Nunca había sentido que se sentía gastar miles de dólares en un vestido o peinado; menos que se diga de un platillo gourmet.

Shirley por un momento se olvidó que era perseguida por un vampiro rastreador, por un momento se olvidó que tenía que estar alerta y por un momento se olvidó que fue madre, se olvidó de su pasado y disfrutó ser la adolescente de catorce años de edad, que estaba emocionada por gastar dinero y conocer donde estaba de vacaciones. Se olvidó que cuando había calma venia la tormenta. Y así pasó.

Estaba en el Spa del hotel, recibiendo un masaje cuando ve a una mujer de aspecto conocido. Ella sabía quién era mujer, Shirley la había visto en las fotos donde Charlie la guardaba celosamente. Aquella mujer no era ni más ni menos que la famosa mujer que abandonó a su esposo.

Era Reneé la madre de Isabella.

Shirley sonrió con una perversidad, debería matarla por abandonar a Charlie. Suspiró profundo, no. No haría eso, ella primero hablaría con ella, y después daría su juicio final. Shirley la siguió por el vestíbulo, aquella mujer iba con una sonrisa radiante. Llegaron en el área de la piscina y antes de que la mujer se deslizara al agua Shirley apresuró el paso.

La empujo con deleite, la cara de la mujer que mostraba sorpresa fue un poema para el ánimo de Shirley.

—Disculpa... —fingió inocencia mientras ayudaba a la mujer salir del agua—. No te vi... suelo ser muy torpe.

—no hay problema. Tengo una hija que suele ser así. —dijo con una sonrisa cálida, se mostraba feliz.

Shirley tuvo ganas de quitarle esa estúpida sonrisa.

— ¿me pareces conocida...? —dijo tratando de retomar el tema.

— ¿sí?

—tienes una hija... ¿Isabella? —dijo haciéndose la insegura.

La cara de la mujer volvió a ser cómica.

— ¿conoces a Bella? —preguntó entusiasmada.

Shirley asintió.

Shirley (Edward Cullen x oc)Where stories live. Discover now