Capítulo 30. «Make love ».

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¿Alguna vez se han sentido tan feliz que querrían repetir ese momento millones de veces? Yo sí, y por primera vez en mi vida me siento tan llena y tan completa. Ahora me doy cuenta cuanto las cosas han cambiado. Hace tres años atrás jamás me imaginaría que estaría aquí, entre los brazos de Justin. Me siento más aliviada al saber que Jaxon quería que esto pasara si el algún día faltara, él a pesar de todo amaba a su hermano y sabía el amor que este sentía por mí, esos dos eran una sola alma.

Me preocupa demasiado lo que puedan pensar los demás de nuestra relación. Temo por la reacción de sus padres, sería una total locura, y Jessica, sería el fin de nuestra amistad. Todo eso me da vueltas en la cabeza, pero no quería arruinar nuestro momento mágico, ahora no. Nos encontrábamos envueltos con la manta roja sobre nuestros cuerpos mientras nos fundíamos en un cálido abrazo. Su rico olor inundaba mis fosas nasales, y sus manos acariciaban la piel de mi espalda. Hundí mi cabeza en el hueco de su cuello y lo escuché suspirar de satisfacción. Dejé pequeños besos sobre la piel de su cuello y luego me separé para mirarlo a los ojos. Me acarició la mejilla con sus dedos y me regaló una sonrisa fantástica.

—Eres tan hermosa.—Susurró.

La brisa de la noche era lenta y suave y la luna brillaba en lo alto del cielo.

—No es cierto.—Solté una risita.

—¿Qué no es cierto?—Dijo con una sonrisa.—Mis ojos no mienten Debs, eres lo más precioso que hayan visto jamás.

Sus palabras como siempre me llevaban a la gloria, no sé que sería de mí sin su boca perfecta.

—Eso es porque eres un romántico empedernido, cariño.—Comenté mientras acariciaba su pecho.

—Tú me haces ser así.—Besó mis labios suavemente, luego se separó dejándome con la sensación de querer más

Sonreí y una pregunta se me atoró en la garganta y como soy demasiado curiosa, no me quedé callada.

—¿Eres así con todas tus conquistas?

—No soy romántico con las chicas que sólo las tendré una noche, Debs, eso no va conmigo. Sólo puedo ser el hombre ideal para ti, porque yo te amo.

—¿Prometes acostumbrarte solo a tenerme a mí?

Me sonrió con tanta felicidad.

—Yo soy tuyo desde hace tres años, y te prometo que no existirá nadie más.

Me besó intensamente, demostrándome en ese beso, su fiel promesa. A las doce de la noche llegamos a mi departamento. Justin cerró la puerta detrás de él y me volteé a verlo. Aún era algo tímida con esto, además de que acabábamos de hacer el amor y que aún tengo las mejillas sonrojadas.

—¿Puedo quedarme? Ya es tarde y mi departamento queda demasiado lejos. Sería el hombre más feliz de esta tierra si me dejaras abrazarte toda la noche.

—¿Sólo abrazarme?

Justin rió y me abrazó fuertemente entre sus brazos.

—Todo lo que tu me permitas hacerte.

Esta vez reí yo y me separé para mirarlo a los ojos.

—Sí, puedes quedarte y esta vez, permitiré que me hagas todo lo que quieras.

Se mordió el labio inferior.

—Me agrada esa proposición, es demasiado tentadora y te prometo que la haré realidad.

Con risas y tonterías subimos las escaleras llegando a mi habitación cerrando la puerta tras de mí. Me di la vuelta y antes de lo esperado tenía sus labios sobre los míos besándome con pasión. Subí mis manos y dejé que me quitara la blusa de un tirón y luego nos lanzamos a la cama como dos locos desesperados.

—Amo tu cuerpo, amo cada parte de ti.—Susurró mientras sus besos descendían desde mis estómago hasta mi ombligo.

Arquée la espalda de la sensación tan placentera de sentir sus labios sobre mi cuerpo, él entendió mi gesto y bajó mis pantalones sin esperar más. Me lo quité de encima y me senté a ahorcadas encima de su regazo. Comenzé a besar su cuello mientras el me acariciaba la espalda. Quité de en medio su camisa y bajé mis manos por su pantalón para sacarlo del juego ya mismo, me estaba estorbando.

—Tú pantalón me estorba.—Dije agitada entre jadeos desesperados.

Justin sonrió sobre mi boca y me ayudó a quitarse el pantalón retirándolo y tirándolo al suelo.

—Mejor dicho, todo rastro de ropa nos estorba, así que necesito desnudarte ahora mismo, mi amor.

Su petición fue concedida. Todo rastro de ropa estaba fuera de nuestro alcance. Justin bajó sus manos hacia mis muslos y masajeó la piel entre mis piernas haciéndome palpitar desesperadamente, ya estaba lista y eso que sólo me ha acariciado con sus manos.

—Ya estas lista nena, como me encantas.—Murmuró mientras su boca dejaba besos por mi zona débil haciéndome apretar internamente las piernas.

Lo atrajé desde el cuello hacia mi boca y la besé como si tuviera sed y en ella encontraría con que calmarla. Sus brazos rodearon mi cuerpo, yo era muy pequeña delante de él, Justin era un hombre muy fuerte y con un cuerpo bien trabajado, eso hacía que su cuerpo me cubriera completa. Lo sentí ahí, entre mis piernas y sonreí como una enamorada. Él también estaba listo para mí. Lo apreté hacia mí y lo miré a esos ojos tan profundos que tiene.

—Vamos, no me hagas volverme más loca.

Mi súplica bastó sólo una vez para sentirlo dentro de mí, volviéndome totalmente loca. Mis jadeos eran escuchados en todo el departamento, lo bueno es que estábamos solos. Su respiración era incierta y ya era demasiado rápida, estaba sudando y volviéndome cada segundo que pasa más loca de placer. No podía aguantar, no más, iba a llegar y no podía controlarlo.

—Justin, por favor...

—Sólo un poco más, nena, sólo aguanta un poco más.

Me besó la boca desesperadamente y sus manos acariciaban mis pechos con suma adoración. Habíamos llegado al orgasmo juntos. Totalmente mágico. Se tiró encima de mí con la respiración agitada y su rostro entre mi cuello, pesaba mucho, pero no me importaba, había sido perfecto. Nos quedamos unos segundos en pleno silencio disfrutando del sonido de nuestras respiraciones que se unían al mismo compás. Apreté mi mano en su espalda tratando de tranquilizarme, había sido muy fuerte. Depositó un dulce beso en mi cuello y levantó la vista para mirarme.

—¿Te encuentras bien?—Me preguntó dulcemente.

Sonreí y cerré mis ojos un instante.

—Me encuentro en el paraíso.

Rió y besó mis labios cortamente recostándose a mi lado y llevándome con él, tomándome en sus brazos y acunándome sobre su pecho.

—Te amo Debs, te amo más que a nada en este mundo.—Me dijo con voz tierna.—Ahora descansa, mañana tenemos clases.

Besó mi frente y yo me acurruqué entre sus brazos y cerré mis ojos, dejando que su cercanía y compañía me hicieran sentir segura toda la noche.

Ámame Sin Medidas #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora