PRÓLOGO

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—¡Otro caso resuelto por el trío fantástico! —entró somatando la puerta Dazai.

Por detrás le seguían los otros dos integrantes del trío: un joven pálido y a punto de hiperventilar y un hombre que no paraba de acribillar un cuaderno con su bolígrafo.

—En mi vida he estado tan estresado… —consiguió decir Atsushi antes de tumbarse en el sofá.

—¡Los daños por culpa de la persecución son incontables! ¡Dazai, ¿cómo planeas pagar todo esto?!

—¿Pagar? ¿Yo? —se puso una mano en el pecho—. Kenji-kun, ¿qué número de caso es este?

—El número… ¡542! —respondió el joven granjero tras observar un archivador.

—¡Qué coincidencia! Por ser el caso número 542, se nos perdona todo.

Kunikida le agarró de la pechera.

—¡¿Cómo puedes decir eso, loco suicida?! ¡Has derrumbado parte de la segunda planta del centro comercial, han tenido que desalojar el campo de béisbol y varios barcos del puerto han estallado en llamas!

—Ha sido una buena forma de celebrar el caso número 542 por todo lo alto.

Kunikida ya estaba por clavarle el bolígrafo en el ojo. ¿Cuánto tardaría el gobierno en ir a pedir cuentas a la Agencia? ¿O cuánto tardaría la Port Mafia en llegar con la idea de masacrarlos?

—Se ve que cada caso nos lo tomamos como un reto personal —comentó Yosano mientras se bebía su té en el sofá.

—Por lo menos, nos esforzamos —dijo Kenji con una sonrisa.

Kunikida ya no sabía si era la Mafia o eran ellos los más peligrosos de Yokohama. De esta, seguro que los echaban. ¿Cuál era el número de Guild?

—A todo esto, mucho hablamos de nuestro número de casos, pero nunca hemos sabido cuál fue el primero —dijo Tanizaki desde su escritorio.

“El primero que dio comienzo a este desvarío” pensó el profesor de matemáticas.

—Yosano-san, ¿usted lo sabe? Como eres uno de los primeros miembros…

—Cuando entré, la Agencia ya estaba operativa. Ya tenía muchísimo trabajo. A lo mejor Ranpo-san lo sabe.

—¡Negativo! —se oyó en la sala.

Detrás de una silla apareció una mano manchada de chocolate. Cuando se giró la silla, allí estaba el mejor detective de la Agencia, manchado de helado de chocolate y jugando con una videoconsola.

—Solo recuerdo que, de un día a otro, se incrementó el número de personas que entraron a pedir nuestros servicios.

—¿Puede que la publicidad surtiera efecto? —preguntó Kunikida.

—¿En serio te imaginas al presidente colocando anuncios en las paradas de los autobuses? —preguntó Ranpo alzando una ceja.

Kunikida decidió ignorar la risita de Dazai para no cumplir su sueño de morir.

—Lo que está claro es que el primer caso solo lo conoce el presidente… —razonó la doctora.

—¿Saber qué?

Detrás de ellos estaba Fukuzawa, el presidente de la Agencia. A Kunikida le volvió el terror de tener que contar que habían creado una masacre más grave que la de Guild en Yokohama.

—El primer caso de la Agencia. Cuando nos dimos a conocer.

—Lo resolvió usted, ¿verdad? No hay mejor forma de inaugurar nuestro casillero que resolviendo el primer caso usted —comentó Atsushi, ya repuesto.

—¡Atsushi, por favor! ¡Pues claro que lo resolvió el presidente! —le gritó Kunikida, imaginando que había herido el orgullo de su maestro.

Fukuzawa se llevó la mano a la barbilla. A decir verdad, aquel era un caso que nunca comentó con nadie, no porque fuese su primer caso sin Ranpo ni por su importancia, sino por el hecho de lo que ocurrió en realidad.

—¿De qué iba el caso? Yo quiero saberlo —a Ranpo le brillaban los ojos.

Toda la Agencia observaba a su presidente con aquellos ojos atentos y curiosos que tanto había valorado en sus subordinados. Se dio por vencido y, con un largo suspiro, tomó asiento.

—El caso consistió en el robo de un boleto de lotería premiado, en una tienda de sushi.

Un bufido se oyó en el silencio, seguramente de Ranpo por lo trivial que iba a ser el caso.

—En aquella época, solo Ranpo y yo estábamos en la Agencia. No éramos conocidos y nadie nos pedía trabajo. Una noche, Ranpo estaba con gripe y fui a cenar a la tienda de sushi que hay cerca del ayuntamiento. Por causas del destino (algunas no tanto), allí se produjo el caso que llevó a la Agencia a ser famosa…

Y, de esta forma, el presidente comenzó a relatar la historia jamás contada del primer caso de la ADA…

BSD || La historia jamás contada del primer caso de la ADAOnde as histórias ganham vida. Descobre agora