CAPÍTULO 16

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Pov Joaquín

Cuando llegué a la empresa supuse que estaría todo cerrado por lo que me acerqué a la casilla donde debería estar el guardia de seguridad, efectivamente se encontraba allí, roncando a pata suelta. ¡Cuánta seguridad!. Al principio golpeé el vidrio suavemente como no se despertó pegué más fuerte. El guardia se levantó de la silla asustado hasta que vio que era yo, probablemente no entendía por qué estaba allí, de hecho, yo tampoco lo entiendo.

- ¿Joaquín? ¿Qué haces aquí?

- El jefe me llamó porque necesita ayuda, me pidió que fuera a su oficina- no entré en muchos detalles porque yo no los tenía.

Abrió muy grande sus ojos.

- ¿El jefe está aquí? Lo dejé encerrado, ¡¡me matará!!- dijo con su cara ya pálida.

Corrió rápido a abrir la puerta y entró, miró hacia un lado y al otro, pero Emilio no estaba allí.

-Debe estar arriba, yo iré no te preocupes- dije.

Subí al ascensor y cuando las puertas se abrieron en el piso seis no comprendía del todo lo que veían mis ojos.

Emilio tenía el pelo revuelto, la ropa desordenada, y su camisa tiene los primeros tres botones desabrochados dejando al descubierto el inicio de sus músculos ¡Dios! Mis mejillas ardieron en ese instante.

- ¿Bondoooniii? - Arrastra las letras- ¿qué haces.... ¿Aquí?

-Recibí su llamada pidiendo ayuda, ¿está usted borracho?- pregunto incrédulo.

- ¿Borracho?- eleva el tono de voz- ¿Quién de los aquí pretsenes etsa borracho?-Dice mirando hacia las oficinas como si hubiera alguien más- aquí no hay nadien borrasho, ¿ussssted lo etsta señor Bondooonii?-comenzó a reír muy efusivamente.

No sabía muy bien qué era lo que tenía que hacer, nunca he estado en esta situación y eso que a mi hermano le gusta tomar.

Veo que se le cae el celular, da la vuelta y empieza a agacharse, escucho un fuerte golpe, miro a Emilio está en el suelo con su espalda contra mi escritorio.

-Auch-dice tocándose la cabeza- yo me acerco rápido para ayudarlo.

- ¿Qué hace aquí?- pudo armar una oración con todas las letras, eso es un avance pienso.

-Vine a ayudarlo, vamos apóyate en mí para levantarte- dije, pero él me apartó.

-No necesito tu ayuda, ni la de nadie- gritó con furia y lo que fue hasta hace unos momentos una risa dio paso a unas pequeñas lágrimas que comenzaban a salir de sus ojos- soy tan patético, mírame, borracho, llorando, ni siquiera pude dictar bien un número de celular- pone las manos en su cabeza mientras sigue llorando, aunque ahora más calmado.

Tomo fuerzas, bajo una de sus manos lentamente, él sube la mirada hasta llegar a mis ojos.

Sus ojos se ven tan claros, parece que quisiera decir muchas cosas con ellos, pero no puedo descifrarlo, sé que hemos tenido nuestros problemas buenos sobre todo el que parece no soportarme, pero no me gusta verlo así, hay algo que lo lastimó y mucho.

- ¿Qué pasa?- nos sostenemos la mirada- quizás. Quizás pueda ayudarte- lo dudo, pero puedo escucharlo aunque sea.

-Nadie puede ayudarme- Lo dijo tan seguro que hasta me dio miedo.

Intentó levantarse, lo ayudé y esta vez no me apartó. Ya estando en pie me miró.

-Ve a tu casa Bondoní, lamento haberte molestado.

Caminó tambaleante hasta el ascensor. Subí con él, no lo iba a dejar irse así.

- ¿Dónde están las llaves de su auto?- pregunté.

El jefe y el secretario Where stories live. Discover now