Cuando se fueron la destrozó con sus garras, después enterró lo que quedó en el bosque.

Aún si lo supieran no podrían hacer nada. Ninguno tenía poder alguno, todos eran gobernados por los osos de la manada. Solamente le causaría humillación a la familia. Lo cual sería devastador, ya que no la estaban pasando muy bien, considerando que tuvieron que mudarse a una casa más pequeña después de que sus padres vendieran la suya cuando ambos fueron envenenados.

Esa fue la única forma para pagar el tratamiento, venderlo todo.

—Acordamos que serías tú quien le llevaría la comida a la manada de osos en las afueras.—le dijo.

—¿Yo? ¿Por qué yo?—caminó hacia él—¿ocurrió algo con mi madre?

—Tu madre no se ha recuperado por completo—contestó. Louis estuvo a punto de echarse a llorar. Era como si estuviera en una pesadilla que nunca terminaba.—Fue con la curandera del bosque, regresará al anochecer. Las heridas en sus piernas se volvieron llagas. Es muy doloroso para ella. C-casi no puede caminar, hijo. Yo tampoco estoy muy bien.

—¡Pero ustedes dijeron que lo estaban!—exclamó—¡dijeron que el veneno había desaparecido! ¡Que su sangre estaba limpia!

—También lo creímos, pero los efectos volvieron tres meses después.—el hombre puso una mano en su hombro. De cerca lucía más viejo. Siempre aparentó más años de los que tenía y su cabello siempre fue plateado, pero sus ojos ya no emanaban luz, ni vida, al igual que su piel. Lucía áspera, consumida. De verdad parecía que estaba muriendo. Y no podía morir. No lo permitiría.—No queríamos asustarte. Planeábamos decírtelo cuando nuestra salud mejorara un poco, sin embargo, ha empeorado. Por eso te lo digo ahora.

—Está bien. No estoy enojado.—cerró los ojos un momento. Cuando volvió a abrirlos, seguía ahí. No era una pesadilla. Solo quería abrazar a su padre hasta que no sintiera sus brazos, pero en ese momento necesitaba respuestas.—¿Por qué tardaste tanto tiempo en decírmelo? Habría trabajado sin cansancio. Si es por el dinero les ayudaré a conseguirlo. No tenemos que vender la casa de nuevo ¿o sí? Apenas cabemos aquí. ¿En dónde viviríamos? ¿O nos quedaremos sin hogar? ¿Qué ocurrirá con nosotros?

—Escúchame, hijo.—su padre tomó ambos hombros. Louis estaba temblando, no sabía desde cuándo comenzó a temblar. Supuso que desde que inició la conversación.—no es el dinero. Nuestra sangre está infectada. Lo único que podemos hacer es esperar.

—¡¿Esperar qué?!—gritó—¿qué mueran?

—Me conoces a la perfección, Louis. Lucharé por nuestras vidas, no te dejaremos, al menos no sin pelear esta batalla. La muerte está equivocada si cree que nos llevará fácilmente.—lo rodeó con sus brazos—pero tu madre podría perder sus piernas.

Louis lo abrazó también.

—¿Y qué pasa contigo? ¿También perderás tus piernas?

Estaba bien. Sentía los latidos de su corazón. Todavía lo tenía a su lado.

—Me temo que perdería más que eso.—respondió en voz baja—.Mi vida está en riesgo.

—Por favor, ya dime que es una broma.—esta vez dejó que las lágrimas salieran.

—Desearía que lo fuera, hijo. Yo tampoco quiero dejarte.—tomó su rostro—estaremos bien, mi pequeño oso travieso. Cuando todo salga bien, porque todo saldrá bien, ¿entendiste? Estaré aquí para ti, dispuesto a usar una corbata que luego mancharé de lodo, el día en que formes oficialmente parte de la manada. Al terminar la ceremonia iremos a las cascadas a cazar nuestro propio alimento, esos ricos salmones que tanto te gustan. Lo prometo.—secó sus lágrimas.—no llores más.

Salta, LouisWhere stories live. Discover now