Capítulo 16

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- ¿Noah? - Ante mi llamado un gruñido fue lo que recibí en respuesta. Siento una rigidez invadir todo los rincones de este cuerpo al escuchar tan gutural y escalofriante sonido.

Aunque los instintos, casi terrestre, que he venido desarrollando a lo largo de todos estos años me piden a gritos que regrese, que huya. No podía hacerlo. El arte de la cobardía era de cierta manera.... Admirable. Ya que muy lejos del hecho de ser un cobarde se era un sobreviviente. Y eso era lo que este cuerpo pedía.

«Escapa, sobrevive»

Pero esta vez no voy a permitir que los impulsos venzan y se superpongan sobre el profundo amor que tengo hacia él, no voy a permitir que el temor nuble mi juicio, no está vez, no una vez más. Pero sobre todo... No voy a huir de nuevo. No voy a renunciar a él aunque el cielo se me venga encima. No lo haré ¡No ahora! No cuando estoy a punto de conseguir a la única persona que he querido realmente para mí.... Aunque no dure.

Y si en un mañana próximo duele tanto que, quizás y llegue a creer que puedo realmente morir de el síndrome del Corazón roto no pienso arrepentirme. Jamás lo haría.

A pesar que duela, aunque me deje deshecha... Aún si quedan solo memorias vagas de viejos recuerdos... A pesar de que me vuelva partículas de polvo ... A pesar qué... Aún si... Con todo y eso...

Voy a ser feliz.

Por él vale la pena correr el riesgo.

- Noah - llame otra vez con cautela, pero el dueño de aquellos ojos intensamente dorados respondió con gruñidos - ¿Puedo entrar? - pregunté y el ruido de las cadenas al ser arrastradas y azotadas resonó con fuerza llenando el silencioso espacio logrando hacer eco dentro del cuarto y el pasillo. Noah, o lo que queda de él, se movió de esquina a esquina mientras continuaba acechandome con esos hermosos ojos llenos de inmisericorde.

La habitación estaba sumida completamente en oscuridad y lo único que resaltaba de aquella penumbra eran ese par de ojos. Así que me tomé el atrevimiento de encender las luces e iluminar el espacio. Al hacerlo y mirar al rededor no puedo evitar la reacción de cubrir mi boca con ambas manos. Me siento asombrada y totalmente abrumada al descubir en lo que se ha convertido su espacio personal. Lo que hace tan solo una semana atrás era una cálida, acogedora y ordenada habitación, se ha reducido a un vertedero.

El papel tapiz de las paredes se encontraba rasgado, sus prendas de vestir estaban hechas trizas, las mesitas de noche estaban completamente destruidas y ni hablar de su cama. También hay cristales rotos y astillas esparcidas por el suelo junto a pequeños charquitos de sangre seca y un montón de marcas de garras en el mármol. La TV rota en un rincón de la habitación. La estantería, los libros. Su colección de vinilos, los cuadros ¡Todo está destruido! No quedó ni un solo mueble en condiciones óptimas y eso no fue lo pero que vi. Acompañado de todo esta destrucción había, además,
montículos de eses fecales en algunos lugares y un fuerte y nauseabundo olor impregna el lugar. En resumidas cuentas.... La habitación estaba hecha un total basurero.

¿Cómo Dulce le permitió vivir todo este tiempo en tal estado de marginación y repugnancia? Reduciéndolo a estado de indignación absoluta.

Pero lo más impactante fue verlo a él. Aislado en aquella esquina con gruesas cadenas de plomo al rededor de su cuello, manos y pies las cuales lo mantenían anclado a la pared. Y mirándome con desconfianza; pareciendo un animal en cautiverio.

Duele.

- ¡Oh por...! Noah - exclamo con pesar. Al volver a pronunciar su nombre el sonido irritante de un chirrido se esparció, cuando haciendo uso deliberadamente de sus afiladas garras arañaron el mármol mientras se movía de esquina otra vez - Noah, solo quiero acercarme. Permíteme acercarme - di dos pasos al frente con lentitud, tratando de no exaltarlo - solo quiero liberarte.

Mi Pequeña LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora