07: Él está aquí.

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Bastian pudo observar todo a través de una abertura que había en una de las puertas del ropero. Sus ojos atestiguaron la manera que aquel doctorcito acariciaba con sutilidad la espalda de su Annabelle.

¿Quien se creía ese maldito cretino para abrazarla de esa forma? Estaba rodeando fuertemente entre sus brazos a su vida entera.

El pelinegro endureció sus facciones, y apretó los dientes con dureza. Su torrente sanguíneo hervía de ira, sintiendo unas incontrolables ganas de salir del jodido ropero y darle su merecido por tocarla más tiempo de lo que debería.

—Hasta mañana, doctor... Que pase una noche agradable en este horroroso lugar, si es que puede.

Annabelle empujó la puerta lentamente, mientras le dedicaba un último intento de sonrisa antes de cerrarla por completo. Apoyó su espalda contra la puerta, exhalando todo el aire que había estado conteniendo y agradeció en silencio que el que tocó aquella puerta haya sido el dichoso doctor y no el decrépito de Hill.

—Ya puedes salir, tonto —murmuró Anna, mientras se secaba con el borde de su vestido las lágrimas falsas que había derramado en su actuación de víctima mártir.

Bastian salió finalmente del ropero, comenzando a invadirlo la desesperación. No veía la hora en que se largara aquel maldito doctorcito que solo había aparecido para estropear su maravilloso y espectacular momento juntos.

—¿Se puede saber quién jodidos es ese maldito malnacido? —masculló Bastian neurótico, con voz firme y demandante, parándola en seco. Su ceño se desfiguró en una mueca de confusión, y borró inmediatamente la sonrisa triunfadora que tenía en el rostro.

Lo único que se le pudo ocurrir a Annabelle es que quizás pudo haber observado el abrazo reconfortante y cálido que el doctor le había dado. Aunque todo fuera parte de una ruin mentira ella lo sintió tan sincero y desinteresado. El psiquiatra Justin ha sido de los pocos hombres que se han acercado a ella sin obtener como finalidad algún propósito sexual.

Annabelle por desgracia nunca ha estado acostumbrada a recibir un mínimo de afecto, ni muestras de empatía lo cual aquella demostración fue como un tremendo alivio y cariño a los añicos que quedaban de su corazón.

Durante toda su estancia solo ha recibido a cambio un trato desnaturalizado y soez.

—No seas exagerado Bastian, él es solo mi psiquiatra de cabecera. El anciano de Thomas pidió que lo enviaran desde Bostón...—musitó Anna, caminando hacia él quien estaba parado con los brazos cruzados, mirándola con el entrecejo fruncido y una seriedad totalmente escalofriante —Fue traído especialmente para atender mi caso... Él se encargará solamente de mí.

Eso último sonó como una ironía. Como si realmente fuera a conseguir su objetivo... Annabelle sonrió malévolamente en sus adentros, porque ella personalmente se iba a encargar de que eso no sucediera.

—¿Pero abrazarte y acariciarte la espalda también es parte de su puto trabajo? —bramó él, los celos lo estaba consumiendo por dentro. Estaba cabronado e iracundo. Anna lo ignoró, caminando hacia el lavabo y abrió el grifo para acunar sus manos y enjuagarse el rostro —No nací ayer, maldita sea. Yo ví la forma en que te tocaba... Lo ví en sus ojos, Anna. A ese doctor...

—¡Cállate! ¡Estás realmente paranoico, Bastian! Él es mi doctor y yo solo su paciente —reprendió ella, subiendo la mirada, para verlo a través del espejo —Así que deja de crearte suposiciones en tu enferma cabeza y vete... En cualquier momento puede venir alguien y encontrarte aquí.

Bastian era de esos hombres compulsivos e impacientes cuya impulsividad lo dominaba y lo cegaba completamente. Bastian era demasiado inestable emocionalmente, aunque eso era ya notorio.

Psychiatrist Bieber « J.B »Where stories live. Discover now