III.

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Los primeros vestigios del amanecer sorprendieron a Loki acicalándose frente al espejo

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Los primeros vestigios del amanecer sorprendieron a Loki acicalándose frente al espejo.

No había podido conciliar el sueño esa noche, por lo que decidió abandonar su lecho y prepararse un baño con mucha esencia de rosas, la fragancia lo tranquilizaba; y tranquilidad era lo que más anhelaba esos días.

— ¿Cuánto más piensas seguir ocultándolo? ¿Acaso no lo consideras tu amigo? —Se cuestionó mirando su reflejo, mientras terminaba de esparcir las últimas gotas de su aceite favorito en las manos —. Oh Thor, ¿Qué podrías pensar de mí cuando te enteres de quién realmente soy? ¿Me juzgarás? ¿No querrás verme jamás? No te culparía si tomaras esa decisión, de todas formas no es posible que surja algo más que una amistad entre nosotros. —Cerró el pequeño frasco de cristal y lo dejó junto a los demás. — ¡Dioses! No puedo seguir con esto, él tiene que saberlo.

Habló con convicción, pero su corazón temblaba ante la idea; y es que él no quería aceptar los sentimientos que emanaban de cada poro de su piel por aquel que conoció esa tarde de invierno, pero sobretodo, no debía, en su condición no tenía derecho a elegir a quién amar, esa persona le sería impuesta cuando su pueblo se lo demandase.

Luchaba constantemente con sus propios miedos; su padre empezaba a tener sospechas sobre sus "paseos" que muchas veces se prolongaron hasta el día siguiente, la seguridad para él aumentó, ya casi no podía salir de palacio sin tener una escolta detrás, esto ocasionó que los encuentros con Thor se redujeran a una vez cada dos semanas. Qué tortura más grande para ambos, y aunque Thor muchas veces le reclamó pidiéndole explicaciones del porqué, Loki se mantuvo hermético respecto a su condición de príncipe, lo consolaba diciéndole que su padre, como general de importante rango en el ejército de Jotunheim, era muy estricto respecto a las personas con las cuales se relacionaba su hijo. Esto servía para mantenerlo tranquilo al menos por un corto lapso de tiempo.

Pero esa noche en especial, girando el anillo en su anular y siendo preso del insomnio se cuestionó qué era lo que realmente sentía por Thor, ¿Amor o solo cariño? Porque si se trataba de lo primero significaría un gran problema para él, problema con el que no quería lidiar. El solo pensar en la reacción de su padre si se enterase de que andaba correteando y retozando como un adolescente enamorado por el bosque con un pueblerino le helaba la sangre.

Entonces sí, debía decirle la verdad a Thor, y si él decidiera alejarse volvería a casa agradecido por aquella resolución que le evitaría muchos problemas, pero también dolido por que lo haya dejado ir sin más.

Salió de su habitación cubierto de pies a cabeza con una capa, cual ladrón se escabulló hacia las caballerizas donde descansaba Tanngrisnir, acababa de ponerle la montura cuando hubo oído una voz áspera que le hizo temblar.

—Loki, ¿Qué haces?

Se paralizó, ideando algo coherente que inventar sin que su padre notase el nerviosismo del que era preso. Se giró a confrontarlo con una lentitud teatral.

"Invierno" | ThorkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora