El rey Laufey de Jotunheim ha muerto, su único hijo; Loki, deberá asumir la corona, pero con la inminente amenaza de guerra asechando su reino él tendrá que casarse pronto, dejando atrás el recuerdo de aquel hombre dorado que conoció en el bosque un...
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Thor Borson, hijo de una familia campesina de Asgard, cazador en sus ratos libres.
Era invierno en aquel tiempo y la comida escaseaba en el reino dorado, claro que este problema solo aplicaba para las familias de bajos recursos, familias que vivían a los alrededores de la ciudad y que se dedicaban principalmente a la agricultura o ganadería para poder subsistir.
Familias como las de Thor.
Fue un día peculiar el de aquella mañana, el sol parecía querer asomarse por el horizonte y las negras nubes de lluvia que amenazaban con llover pronto se esfumaron. Thor creyó que sería un buen día para salir de cacería, no solo por el buen tiempo que parecía haría, sino también porque en su hogar se estaban acabando las reservas de alimentos.
Entonces empacó provisiones para dos días, planeaba adentrarse un poco más en el bosque, explorar más allá de los terrenos de Asgard si el tiempo se lo permitía.
—Madre, ya debo partir.
Thor colgó el arco y flechas en su espalda, y acomodó la espada en su cinturón. Frigga dejó el bordado que hacía y se acercó a su hijo, lo miró con ternura y le acarició el rostro en un gesto de amor maternal.
—Cuídate mucho, Thor. Y por favor, no te tardes más de dos días, no tengo paz cuando te encuentras lejos de mí.
Thor asintió y depositando un beso en la frente de su madre salió, dedicando una última mirada a su pequeña cabaña.
El joven aesir no tenía idea de que ese día no solo volvería con provisiones a casa.
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Loki Laufeyson, príncipe de Jotunheim y único heredero a la corona.
El invierno se sintió muy suave ese año para el reino de hielo, los vientos huracanados ya no soplaban y las nevadas se volvieron poco frecuentes. Esa mañana en particular las nubes decidieron desaparecer dejando a un tímido sol asomarse apenas sobre el palacio.
El joven príncipe despertó radiante por el buen tiempo, usualmente en invierno permanecía cautivo en sus aposentos y no se le permitía siquiera salir a dar paseos por la ciudadela sin una gran escolta a su alrededor.
Pero ese día sería diferente, mandó a preparar su baño, se vistió con ropajes de tela liviana y optó por no usar joyería ese día, solo el anillo que perteneció a su madre relucía en su anular. Salió presuroso de sus aposentos.
—Buen día, mi Rey. —Saludó con una leve reverencia, de pie en las puertas de la habitación de su padre.
—Loki, debo suponer por tu tan cordial saludo que vienes a pedirme algo. —Laufey apartó los pergaminos que tenía a su alrededor y palpó a su lado en el colchón, indicando que se acercara.
—Y no te equivocas, padre. —Obedeció y se acomodó a su lado — .Como lo habrás notado, hoy hace un buen tiempo y me gustaría salir a dar un paseo.
