Él igualó su mirada con la mía y sentí como si estuviésemos compitiendo para ver quien cedía primero, estuvimos así por unos segundos hasta que él por fin desvió su vista para luego dejar salir un suspiro.

—Así no habrá ojos curiosos, ni personas entrometidas mientras hablamos —respondió sereno, asentí en entendimiento.

—¿Y bien por donde quieres comenzar? —Interrogué frunciendo el ceño —¡Oh ya se! Tal vez por el hecho de que te desapareciste por una semana e ignoraste mis mensajes —vociferé.

Respiré hondo y exhalé, tenía que mantenerme bajo control, ya que esta tenía que ser una conversación seria y civilizada.

—Puedo sentir la mala vibra —comentó Demon sarcástico arqueando una ceja en mi dirección.

Apreté mis brazos ya cruzados.

—Deja tu sarcasmo a un lado, por favor.

—Bien —Demon resopló antes de seguir hablando —tenía unos asuntos personales que atender en Brooklyn, fue algo... repentino, no era mi intensión ignorarte, es solo que... no podía hablarte —metió sus manos en los bolsillos delanteros de sus jeans.

—¿Pero ni siquiera pudiste enviarme un mísero mensaje diciéndome que estabas ocupado o algo? —logré articular, ya que tenía un nudo en mi garganta, aunque en realidad lo que quería saber era acerca de esos asuntos.

—Lo siento, de acuerdo —dijo encogiéndose de hombros —ni siquiera entiendo por qué haces de esto una gran cosa —farfulló.

—¿Qué hago de esto una gran cosa? —Bufé —no me importa el hecho de que hayas tenido que salir del pueblo, lo que molesta es que me hayas ignorado y por tanto me haya preocupado como una idiota, cuando ni siquiera hemos definido nuestra relación —bramé, sentí una opresión en mi pecho y mis ojos humedecer por lo que desvié mi vista al suelo.

Demon frunció el ceño antes de acercarse a mí y tomar delicadamente mi rostro entre sus manos para retornar mis ojos a los suyos, rápidamente pestañeé para evitar que se formara alguna lagrima.

—Hey —musitó —¿qué está mal? —Sus ojos viajaban por mi rostro buscando alguna pista para averiguar qué sucedía.

—Es solo que... —tomé un respiro sonoro para poder calmarme y hablar —en este punto no sé lo que somos, no sé si llamarte novio o amigo, no sé qué te gusta, que te disgusta, ni tus miedos, tus cosas favoritas... no sé absolutamente nada de ti, ni siquiera hemos tenido una verdadera cita, hay tantos espacios en blanco que admito que tengo miedo de pensar que solo soy un juego para ti y el que no me hubieses contestado hizo que mi temor creciera, porque eres el primer chico que verdaderamente me gusta y no sé cómo actuar al respecto... —dejé que mis palabras se colaran en el viento mientras sentía como me hacía más ligera al confesar mi pequeña inseguridad.

Demon acarició mi mejilla confortándome, lo cual agradecí. Él dejo salir un suspiro antes de hablar.

—Anabelle, en verdad me gustas no eres solo un juego ¿de acuerdo? Quiero que tengas eso presente —esperó a que asintiera para continuar hablando —bien, ahora particularmente me importa más tus sentimientos y lo que piensas, que darle un nombre a lo que tenemos, pero si te hace sentir más segura sobre nosotros, pues entonces que así sea —sus ojos cobaltos se estancaron en los míos y sentí como si viera a través de mí, un escalofríos recorrió mi cuerpo mientras él preguntaba —¿Anabelle, quieres ser mi novia?

Me tomó unos segundo reaccionar y aunque sabía que esperaba mi respuesta sinceramente no podía pronunciar palabra alguna, así que hice lo primero que se me vino a la mente, me aventé a él y estampé mis labios con los suyos. Envolví mis brazos alrededor de su cuello y enredé mis manos en su cabello, mientras él hizo un recorrido lento con punta de sus dedos hasta la parte baja de mi espalda que me hizo estremecer, eso lo hizo sonreír, sentí como mi corazón se volvía loco dentro de mi pecho, aunque mi corazón no era el único desbocado, ya que cuando Demon me inclino de un árbol y se apoyó de mi sentí también su corazón acelerado.

Sweet Peril. (The Sweet #1) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora