Desesperación

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Ya se había ocultado el sol cuando salí de la oficina rumbo a mi casa, fue un día normal, no tan agotador como otros.

Deseaba llegar y abrazar a mi pequeño, mientras no estoy Taehyung mi mejor amigo lo recoge en la escuela y lo cuida mientras llegó, si Tae no estuviera no sé cómo haría, es el mejor tío postizo que le pude dar a Haneul.

Cuando estaba por estacionarme lancé un grande suspiro pues allí estaba un automóvil, estorbando en la entrada de la cochera.

Me estacioné afuera como pude y al bajarme del carro tuve un mal presentimiento, cómo que algo no iba bien.

Entré a la casa y Tae me abrió la puerta nervioso, muy nervioso, después escuché esa voz que venía desde la sala de estar y supe que era ella.

Lo miré a los ojos y asintió como señal de que Irene efectivamente estaba adentro.

—Y ahora ¿qué quiere?—Le pregunté.—Después de tanto tiempo viene a la casa, ¿a qué?—

—Siento que esta visita no es para un buen reencuentro, se ve que la maldad le sale por los poros.—Tomó mi hombro y lo deje atrás para caminar hasta la sala.

Y allí estaba, sentada concentrada en el celular mientras mi pequeño Haneul hacía un dibujo en su libreta.

—Papá por fin llegas.—Caminó hasta mi y me dio un beso.

—Cariño ve a tu habitación a jugar, de rato te alcanzo.—Le acaricié su cabello y asintió.

—Luego nos vemos señora Irene.—

—Niño malcriado soy tu mamá, no te enseñan a respetar o ¿qué pasa aquí?—Frunció el ceño con molestia y me dirigió una mirada acusatoria.

—Claro que se le enseña pero...

—¡Usted no es mi mamá, nunca va por mi a la escuela ni juega conmigo, no me hace fiestas de cumpleaños como las mamás de mis amigos, yo no tengo mamá!—Salió apresurado y quise ir detrás de él pero la voz de Irene me detuvo.

—No me había dado cuenta que había pasado tanto tiempo hasta que vi al niño.—Se levantó de su lugar y camino hasta donde estaba, sentí como mi corazón se aceleró de repente y la miré con rabia.—Crecen muy rápido, lo malo es que no le enseñaste modales, quizá me lo tenga que llevar un tiempo conmigo.

—Tú no puedes venir después de años y decirme que te llevarás a mi hijo, ni siquiera asomaste las narices cuando enfermaba, era solo un bebé cuando te fuiste y me dejaste a mi toda la responsabilidad, no puedo creer que seas tan descarada.—Miró lo alterado que estaba y lanzó una sonrisa burlona.

—Yo puedo hacer con él lo que me de mi gana, soy su mamá pero también soy una buena persona así que quiero hacer un trato contigo.—Me guiño el ojo.

—¿De qué diablos estás hablando?—

—Recuerda que eres extranjero, yo nací aquí, puedo acusarte de cualquier cosa para que te deporten y quitarte al niño, siempre me creerán más a mi querido.—

—¿Alguna vez te hice algo? ¿Porqué estás haciéndome esto?.—Quise llorar, pero puse todo de mi parte para no hacerlo delante de ella.

—No, lo contrario, nunca hacías nada, eras muy aburrido, pero ese no es el punto aquí.—

—¿Qué es lo que quieres?—

Casado por conveniencia (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora